Nunca pensé que diría esto, pero ¡maldita independencia! Nada hace que aprecies tanto la comida de tu madre como no tenerla. La vida de adulto independiente es dura. Antes la ropa se lavaba y se planchaba sola, tenía unas patas mágicas que la colocaba mágicamente en el armario y los cajones.
La casa de mis padres siempre brillaba y olía a limpio. Pero ahora en mi casa debe ser que hay una huelga permanente, el polvo y las pelusas han decidido que no se van solos al cubo de la basura, soy yo quien tiene que limpiarlas.
Mi casa no es pequeña y aunque no es el Palacio de Buckingham me cuesta tener que perseguir a las pelusas para limpiar. El fin de semana en vez de descansar hago maratón de limpieza.
Y la ropa ni te cuento, antes no me manchaba nada, desde que mi ropa sabe que soy yo quien limpia y plancha se ha abierto la veda. Todos los días colecciono una mancha nueva. Mi lavadora debe de estar estropeada porque no sé como lo hago que siempre sale algo desteñido, aunque lave con agua fría y no mezcle colores. Un desastre. Mis habilidades como ama de casa dejan mucho que desear.
La verdad es que vivir por tu cuenta es duro. En el campo culinario la cosa no mejora, los platos más sencillos que hacía mi madre, no se parecen en nada a los de ella, ni en el aspecto ni en el sabor. Poco a poco voy mejorando pero las croquetas y la tortilla de patata no se parecen ni por asomo a las de mi madre.
Ente mis platos estrella se encuentran las lentejas con chorizo y pimiento, aunque de estrella tienen poco. Las primeras que hice fueron un desastre. Como no las puse a remojo se quedaron duras y tan espesas que más que lentejas parecían cemento. He de reconocer que los siguientes intentos han ido mejorando, tanto que hasta se pueden comer. Con la práctica se llega a la perfección.
A pesar de que vivir por tu cuenta es difícil, también es muy emocionante. Superada la fase de adaptación en la que tienes dos casas, tu casa y la de tus padres, comienzas a disfrutar de vivir según tus horarios, tus manías y tus costumbres.
Lo mejor de la independencia es tener el control absoluto del mando y de la televisión. Poder ver tus programas favoritos sin que nadie se queje y sin miedo a ser juzgado por el resto de los miembros de tu familia. Está claro que aunque ser independiente tiene sus ventajas y sus inconvenientes hay que arriesgarse y disfrutar de vivir por tu cuenta.