Roanoke, la sexta temporada de la saga American Horror Story, terminó ya hace un par de semanas. Han sido diez semanas que seguían, en formato de falso documental y programa de testimonios, tanto la historia del matrimonio formado por Matt y Shelby, y cómo su vida dio un vuelco fatal, como el regreso de la pareja y un equipo de televisión que recreó su historia a un lugar de pesadilla. Una casa en Carolina del Norte, en medio de un bosque poblado con los fantasmas de la isla Roanoke, la famosa colonia perdida de los casi 120 colonos que desaparecieron misteriosamente entre 1585 y 1587, dejando solo como prueba de algo extraño el nombre Croatoan tallado en un árbol.
Los Croatoan eran un pueblo indígena con quien los colonos ingleses habían establecido relaciones, y las múltiples teorías apuntan tanto a integración como a asesinato ritual. En cada temporada, la serie de Ryan Murphy & Brad Falchuk ha versionado hechos reales, ya fueran sobrenaturales de entrada o simplemente historias de muerte y barbarie que han bañado de un elemento fantástico, y los ha introducido con asombrosa normalidad en sus tramas, hasta el punto de que nadie se ha cuestionado nunca si era una estrategia puramente morbosa. Es una inspiración, una que habla de un país donde la historia se escribe con sangre. En ese territorio de fantasía y superstición se mueve la estimulante American horror story.
Ya en la primera temporada, Mena Suvari interpretó sin mucho acierto a Elizabeth Short, “La Dalia Negra”, cuando los guionistas inventaron que Short había sido asesinada y desfigurada en la Casa encantada donde los protagonistas vivían. En la segunda tanda, Franka Potente intervino en dos capítulos dando vida a una mujer que creía ser Anna Frank, a la caza de doctores nazis y como superviviente sorpresa de los campos, un fenómeno que se dio en los años 60. Además, y siguiendo en Asylum, el documental que Lana Winters graba en su regreso a Briarcliff como periodista famosa es una recreación del célebre Titicut Follies (Frederick Wiseman, 1967), sobre el deplorable estado de muchos enfermos en manicomios estadounidenses.
En Coven se usó la propia historia de Nueva Orleans, ya fuera en 1876 en la casa de Madame Delphine LaLaurie, o el rumor de que la bruja Marie Laveau camina tranquila por Nueva Orleans en la actualidad. También entra a mitad de la temporada el Hombre del Hacha de Nueva Orleans. Un sanguinario asesino en serie que mató a más de diez personas hasta su misteriosa desaparición en 1919. La carta que escribe esta versión del asesino al principio del episodio es real, y los ciudadanos de Nueva Orleans hicieron caso de su amenaza. En Freak Show, por ejemplo, la visita a la República de Weimar en 1932, concretamente el local de perversión/liberación sexual donde Elsa trabajaba de apropiada dominatrix, está documentada como una factible descripción del clima de la época.
Hotel usó varios hechos reales. La propia existencia del Hotel Cortez como arquitectónica trampa mortal y su cabeza pensante, James Patrick March, están inspirados en la figura de H.H. Homes, pero también puede ser el Hotel Cecil, con su tenebroso historial de suicidios, asesinatos y huéspedes como los asesinos en serie Richard Ramirez y Jack Unterweger. Y la mayor y más retorcida fabulación de la serie, una reunión de fantasmas de asesinos en serie reales que se encuentran cada noche del 31 de octubre. Aileen Wuornos, John Wayne Gacy, Jeffrey Dahmer, el Asesino del Zodiaco y el mentado Ramirez. Además, la desaparición del hijo de la criada del hotel, la señora Danvers, forma parte de los Chicken Coop Murders, suceso que la película de Clint Eastwood El intercambio (2008) recrea en toda su extensión y que recordemos trata sobre la desaparición de muchos niños en los años 20, siendo secuestrados por un asesino que los llevaba a su granja. Algunos pudieron finalmente escapar y contar la historia.
Habrá muchos más detalles que se me escapen, pero esta avalancha de ejemplos tiene como objetivo evidenciar el creativo patio de juegos que es la franquicia American Horror Story, donde todo tiene cabida y se expone con inteligencia y buen gusto. Que My Roanoke Nightmare exista no sólo es la lógica evolución del proceso creativo del equipo, que ha revisado tantas historias reales que han acabado por crear una temporada entera alrededor de una en concreto, sino también una reformulación del estilo de la saga. Un nuevo y estimulante ejemplo de las grandes ideas –los desarrollos son otra cosa– que hay tras la franquicia. Y por muchos años más.