Dicen que las segundas partes no son buenas, yo creo que sí. Pero, ¿qué puedo decir yo que soy quien está escribiendo este artículo? En la entrega pasada hablamos sobre la historia de la minería, cómo comenzó, quien la administró y cómo fue que llegó la tecnología, por medio de los británicos, que permitió una mayor expropiación de las minas que existían y que aún existen hasta nuestros días.
Siempre que se habla de la minería en Hidalgo se habla de lo que yo denomino “lo mainstream”, el paste, los británicos, el panteón inglés, etc. Sin embargo, se deja de lado una realidad “más mexicana” por así llamarla, que creció a la par y gracias al auge de la minería, pero que quizás no es tan conocida porque es una población rural que no se ha preocupado por desarrollarse como un complejo turístico tal como el resto de los asentamientos mineros que componen lo que ahora se llama el Corredor de la Montaña, pero que no por eso deja de ser tan encantadora por sí misma.
En la entrega anterior mencionaba que se tienen registros de que aún antes de la colonia, ya había expropiación mineral en los alrededores de Pachuca. Es por eso que hoy les quiero contar sobre la comunidad de La Pila, una comunidad perteneciente a la zona conurbana de Pachuca, la capital del Estado de Hidalgo en México qué, a pesar de estar tan cerca del perímetro urbano, es como un viaje en el tiempo.
En entrevista con el subdelegado de la comunidad, Israel Garnica, quien se ha dedicado desde hace ya algún tiempo a la promoción y difusión de su cultura y tradiciones, nos cuenta un poco de la historia de la comunidad, que fue de los primeros asentamientos mineros desde la época prehispánica por causa de la explotación de las minas de obsidiana. Cuenta que, inclusive, aún es posible que al caminar por los terrenos de la comunidad se encuentren vestigios como flechas o instrumentos hechos con esta piedra que sirven como evidencia de los asentamientos que había.
No obstante, el auge de comunidad se dio a partir de la colonia y de la explotación de la minería. Era una colonia grande que contaba con tianguis, escuela e incluso con un mesón donde había hospedaje incluso para los animales. Era atravesado por el camino real que iba desde el convento de Epazoyucan hasta Real del Monte.
Más allá de su historia minera, La Pila es famosa por su Festival de las Culturas Rurales que se celebra todos los años a la par de la fiesta patronal, dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles, que se celebra desde hace 11 años. Es una fiesta distinta al resto de las fiestas patronales que existen en el país pues es una fiesta meramente tradicional, donde en vez del típico baile sonidero, se invita a intérpretes de música tradicional mexicana rescatando así las costumbres y tradiciones de México.
He de contar, como experiencia personal, que la primera vez que fui al Festival de las Culturas Rurales, fue una simplemente encantadora, es increíble que tan cerca del perímetro urbano, aún se celebre y se conviva como se convive en lo que muchos únicamente conocemos en los libros, y se me hace una labor loable de quienes se encargan de mantener vivas las tradiciones.
Por hoy, es todo lo que tengo que compartirles y les recomiendo que, si algún año andan en Pachuca alrededor del 2 de agosto, vengan a visitar La Pila, a tomarse unos pulques y a festejar con todos nosotros el Festival de Las Culturas Rurales. ¡Nos vemos hasta la próxima!