Estamos en verano y el calor lleva apretando desde hace tiempo. Lo que la mayoría de los humanos queremos en esta estación es pegarnos un bañito, y de nuevo la mayoría somos fans del mar para rebajar la temperatura.
El mar cubre la mayor parte de nuestro planeta. Posiblemente aumentará en los años venideros gracias al calentamiento global, y existen muchas posibilidades de que la línea de costas varíe, con lo que ello conlleva. Cualquiera que se sumerja en el agua puede dar cuenta habida de cómo ensuciamos no sólo nuestras ciudades y pueblos, sino tambíén nuestros mares. Afortunadamente existe igualmente gente preocupada por lo que hacemos, y conducen su trabajo a concienciar en lo que está en su mano a aquellos que a la vez ya lo están un tanto.
Cualquiera que haya visto la película Buscando a Nemo (2003), incluidos niños, han de saber que existe una riqueza inconmensurable bajo la línea de flotación. Lo que existe allí abajo es un paraíso al que no respetamos lo suficiente, pero que es crucial para nuestra supervivencia, y cito esta película porque está destinada a los más pequeños, lo que, si se es positivo, da que pensar en que no todo está perdido. Así mismo también hay grandes fotógrafos del mundo marino, y su belleza se muestra incluso en vídeos superventas, como el de Naughty Boy, Runnin' (2015), dirigido por Charlie Robins y coreografiado por Julie Gaultier y donde participan Guillaume Néry y Alice Modolo, responsables de otros tantos vídeos acerca de la quietud submarina que dejan sin respiración. El vídeo recibió un premio de excelencia en el Cannes Lions, el Festival Internacional de Creatividad.
Dicho todo esto, y en relación al mundo del arte y el mundo submarino, una de las figuras más excepcionales en lo que a la concienciación del papel del mar y del ser humano se refiere es el artista Jason deCaires, quien con su obra contribuye, además de lo mencionado, a enriquecer y/o recuperar la vida en el mar. Afortunado de la vida por lo que ahora continúa, este artista pasó su niñez entre Asia y Europa y explorando los arrecifes de coral de Malasia. Hijo de padre inglés y madre guayanesa, combinó en su educación la escultura con el submarinismo, y siguió haciéndolo a medida que crecía, aumentando el combo con la fotografía.
Su obra consiste en diversas esculturas que se sitúan bajo el fondo marino, lo cual diversifica su discurso hacia varios aspectos. Por un lado éstas poseen una enorme calidad y fuerza, y representan al ser humano en una gran variedad de aspectos. Éstos pueden aparecer en coros, algo común en tantísimas culturas desde el principio de los tiempos, pero también pone de manifiesto comportamientos contemporáneos como un hombre viendo la televisión. Obviamente posee el elemento de denuncia, pues en otras ocasiones son personas encadenadas, con rasgos raciales, dando sentido de la entidad de los mismos. Practica las grandes dimensiones si la ocasión lo requiere, y la ironía como por ejemplo en el grupo escultórico en el que se ve a varias personas con la cabeza enterrada y un maletín al lado. Hombres en bicicleta, seres alados, una niña orante, el Volkswagen Escarabajo, hombres a caballo, hace que sus piezas puedan acusar en ocasiones un realismo mágico que se ve acentuado por la ubicación de las esculturas, muy a menudo bajo el mar. Su obra continúa enriqueciéndose gracias a esta decisión de colocación pues ofrece un nuevo punto de vista a la vivencia de la obra de arte, que ya no solo sale del museo o la sala de exhibiciones, o se pasea por la calle: ahora, llega al mar.
Esto crea en el espectador la necesidad de apreciar otros detalles, pues sus obras cobran una vida tan literal que no se me ocurre nada comparable, pues ellas mismas benefician la proliferación del mundo marino, ya que sirven de base para arrecifes de coral, a la par que instigan el cambio social precisamente poniendo el acento no tanto en su obra en sí, sino en la transformación de la misma gracias a la fauna y la flora que se apodera de ella, manifestando la belleza intrínseca del mundo marino, considerándose su obra una paradoja al crear vida a partir de materia inerte, dándole al término creación su sentido mas completo.
Obviamente a él se debe la fundación del parque escultórico submarino más grande del mundo, situado en la costa de la Granada de las Indias Orientales. Existen más de 500 esculturas en Cancún, en el MUSA (Museo Subacuático de Arte) y por supuesto ambos lugares funcionan no sólo como una experiencia casi mágica sino que también, una vez más, poseen el aspecto práctico según el cual la interacción del hombre y del fondo marino se estrecha en entendimiento, respeto y aprovechamiento de los recursos naturales. Los submarinistas quedan alejados de las zonas más frágiles, dando a la naturaleza el espacio para recuperarse, a la vez que las esculturas funcionan de soporte para nuevas formaciones coralinas, enriqueciendo la biodiversidad.
Por suerte para los españoles, no tendremos que cruzar un océano para poder disfrutar de su obra, pues Lanzarote es el destino elegido para un nuevo MUSA.