Hay mucha gente a la que le gustaría venir a Bogotá y llevarse un muro de alguna parte de la ciudad, literalmente. Todo se debe al arte urbano, a los graffitis y a los murales que han inundado de color la ciudad y pasaron de ser las firmas clásicas que provenían de hip hop, a obras que usan imágenes pop, figuras autóctonas y todos los elementos que la fauna y flora colombiana ofrece.
Sin tener una fecha exacta en la que se inició este boom artístico, hay que hablar de los tours que recorren las calles bogotanas para mostrar las piezas de artistas como Guache, DJ LU, Ledania, Toxicómano, Lesivo, entre otros, desde comienzos de la presente década. Muchos están dirigidos a extranjeros que visitan la capital y su guía habla en inglés. Encontrarlos no es difícil, una simple búsqueda de Google da varias opciones para agendarse.
Varios de estos paseos guiados se realizan en La Candelaria, barrio histórico de Bogotá. No obstante, los artistas no se han limitado a intervenir los muros de las casas y edificaciones que allí se encuentran, mucho del arte urbano bogotano ya se puede encontrar en otros lugares de la ciudad: barrios populares como Fontibón, que se encuentra al extremo occidental capitalino, o en Chapinero, barrio con muchas universidades, empresas e instituciones culturales, que está un poco al norte del centro de la ciudad.
La calidad de esta expresión artística ha hecho que varios de sus representantes crucen fronteras. Es el caso de Garavato o Electrobudista, quienes han estado en galerías europeas y eventos realizados en diferentes ciudades del continente americano.
A su vez, Bogotá ha llamado la atención de artistas urbanos del mundo como el catalán conocido como El Pez, que se radicó en Colombia y hace colaboraciones constantes con colegas como Franco. También está el caso del Festival de Revitalización con Arte Urbano realizado en diciembre del 2015, que reunió a Pol Corona de Argentina, Martanoemí Noriega de Panamá, Ericailcane de Italia, por nombrar algunos, con los grafiteros colombianos para darle una nueva cara al barrio Santa Fe, una zona deprimida de la capital.
Este año, en el mes de junio, se realizó Latino Graff, el primer evento dedicado a resaltar el arte urbano colombiano realizado en el extranjero, en este caso en Toulouse, Francia. Gracias al trabajo de la fundación Cartel Urbano y Guayabo Colectivo, 21 artistas llevaron piezas para exhibir y vender en una galería tolosana llamada ZunZún. Además, 15 de los seleccionados intervinieron muros franceses con piezas que evocan a Colombia.
Curiosamente, en Bogotá la discusión está en si se debe regular el graffiti. Desde que el alcalde Enrique Peñalosa asumió su cargo, se habló de la necesidad de permitir que los artistas pinten en los muros que estén autorizados. Algo curioso, teniendo en cuenta que muchos grafiteros suelen hacer lo suyo en la noche, de manera inesperada, o con autorización de los dueños porque estos los contratan.
Al mismo tiempo, nuevos intentos por afianzar el arte urbano toman fuerza: hace un año que se abrió la galería Visaje Graffiti, en la que exponen varios de los artistas mencionados y muchos otros. A su vez, se ha establecido un comercio de obras con mercados como El Antídoto, que también atrae talento internacional.
Los artistas siguen buscando muros en avenidas, casas, edificios y lugares abandonados para plasmar las piezas que llenan de color una ciudad que ha recordado así a Gabriel García Márquez o al comediante asesinado Jaime Garzón.
Daniel Virgüez, realizador audiovisual colombiano radicado en Francia y parte de la gente que realizó Latino Graff, considera que la gente “no ve en perspectiva esto que está pasando ahora con el arte en Colombia”.