Hay programas de televisión que vienen y se van fugazmente y que difícilmente serán recordados de alguna manera. Y otros que pasaran a ser parte de nuestras vidas durante todas las temporadas que estén al aire y aún después de terminadas seguirán siendo relevantes.
En el año 1997 salió al aire una serie que marcaría una época, un antes y después y a pesar de haber terminado en el 2003, ya casi 13 años después sigue siendo referencia. Y es que Buffy, la cazavampiros, que ya es una serie de culto para muchos y que fue protagonizada por Sara Michelle Geller, ha sido nombrada como la serie de culto más grande de la televisión. No es la primera ni la última vez que los medios, una gran legión de seguidores fieles y los premios más relevantes del mundo del espectáculo le otorgan menciones altamente importantes.
¿Por qué una serie puede llegar a llamar tanto la atención y lograr que nuevos seguidores se adhieran a su universo de aventura? Tendrá algo que ver el hecho de que su protagonista se sale de lo que normalmente se veía hasta ese momento, la chica rubia animadora de secundaria es la fuerte, ágil e invencible mata vampiros y demonios, al igual de salvar en muchas ocasiones al mundo de un Apocalipsis.
Ver una figura femenina llena de poder y presencia en el memorable papel protagónico fue y sigue siendo algo refrescante y un modelo a seguir para las futuras series, ya que siempre era visto como lo normal a los superhéroes del sexo masculino rescatar a las damiselas en peligro.
Joss Whedon comenzó esta idea creando el guión para una película con el mismo nombre, pero no tuvo el éxito esperado. Más tarde tendría su momento de redención cuando le dieron la oportunidad de presentarla como una serie para televisión para la audiencia más joven; pero esta no sería una serie vana y tonta, tendría mucho más que eso.
Al principio de sus episodios parece ser la típica serie de terror, comedia y drama adolescente sin ir más allá, pero poco a poco sus guionistas van formando y dándoles mayor profundidad y humanidad a sus personajes. Ejemplo de ello los últimos dos capítulos de la primera temporada, donde lo oscuro y aterrador se hizo notar con el encuentro de la heroína y el primer villano relevante de la serie. Luego, continuaría a pasos agigantados episodios llenos de diálogos inteligentes, humor y de elementos con el que las personas pueden sentirse muy identificados con sus personajes bastante cercanos y tridimensionales aunque vivan en un universo no muy parecido al nuestro, plagado de vampiros, demonios y cazadoras.
Un episodio para recordar y uno de mis favoritos es "Pasión", el episodio número 17 de la segunda temporada, donde se puede apreciar de manera contundente que la serie de Joss Whedon era mucho más que un producto vacío y sin poco agarre. Ese fantástico y memorable episodio, en el que el personaje de Ángel al perder su alma y convirtiéndose nuevamente en el vampiro despiadado que fue años atrás, marca un punto de inflexión al asesinar a la señorita Calendar y da las primeras muestras de que estamos ante una producción que es mucho más de lo que aparenta. El monólogo intrigante del personaje de David Boreanaz que abre y cierra el episodio, el momento en que asesina terriblemente a la profesora y cómo al final del episodio el novio de esta, Giles, el guardián y mentor de Buffy, vuelve al lugar del crimen son una demostración de televisión de alto estándar tanto en guión como en interpretación. A partir de esa temporada en la que se dará forma a la trágica e inolvidable historia de amor imposible entre Buffy y Ángel. De esta manera la serie irá ganando muchos más puntos a su favor en todos los niveles posibles hasta convertirse en la obra de culto que es hoy.
Por eso Buffy, la cazavampiros es una serie única e imprescindible y que continuará así por muchos más años y por lo que sin duda debería estar en tu lista para ver sin falta.