Hay varios tipos de personas cuando hablamos de ideales: por un lado están los que creen en una causa de forma pasiva, después tenemos a quienes luchan por ella y, finalmente, nos encontramos con quienes hacen de ésta su forma de vida. Este último es el caso de Åsa Trulsson, una sueca de tan sólo 30 años que ha dedicado su poco convencional trayectoria profesional a desafiar los estereotipos de género.
Conocí a Åsa durante el evento “First European Celebration of Women in Computing” – la Primera Celebración de las Mujeres en Informática – que tuvo lugar los pasados días 25 y 26 de Abril en Bruselas, y al cual asistió como ponente, invitada por el proyecto de la Comisión Europea “FACE Entrepreneurship”. Con una trayectoria profesional que va desde el ejército hasta la empresa privada, pasando por la diplomacia, esta imparable sueca ha trabajado en países como Arabia Saudí, Irak y Bosnia Herzegovina como experta en desarrollo y emprendimiento.
"Me uní al ejército sueco porque, cuando tenía 16 años, descubrí que el servicio militar era obligatorio sólo para los hombres y no para las mujeres. No podía creer que esto siguiera sucediendo, especialmente en Suecia, que se supone que es un país donde prima la igualdad de género. Cuando por fin lo asumí, me sentí personalmente ofendida y decidí que, si iba a luchar por los derechos de la mujer, primero tenía que hacer mi parte cuando se trataba de esta responsabilidad. Formar parte del ejército amplió mi visión en cuanto a mis limitaciones. Cuestioné mis miedos y los superé, a la vez que me di cuenta de que siempre somos más fuertes de lo que pensamos", confiesa Åsa.
A día de hoy, Trulsson es la Responsable de Relaciones Corporativas y Gubernamentales de Harbour Space, una Universidad de Tecnología y Diseño recientemente fundada en Barcelona por un equipo de 16 mujeres con el objetivo de promover el emprendimiento y la educación tecnológica entre las jóvenes generaciones europeas.
El número de jóvenes que se gradúan en informática y telecomunicaciones en Europa se está reduciendo, mientras que las altas tasas de desempleo se mantienen y las vacantes para las que se requiere alta formación en estos campos siguen aumentando. Como consecuencia de esto, se espera que Europa se enfrente a una situación en la que miles de puestos de trabajo no puedan ser cubiertos a la vez que se reduce la competitividad del sector.
Según Åsa, "estamos construyendo una sociedad cada vez más dependiente de la tecnología y, por desgracia, el número de personas que conocen y comprenden esta tecnología se está reduciendo. Es necesario que todo este poder y conocimiento no se concentre en un reducido grupo de persona y por tanto hay que difundirlo entre un sector amplio que incluya a las mujeres ".
Cuando echamos un vistazo a las estadísticas de género en el emprendimiento, otra de las principales fuentes de empleo a día de hoy, nos topamos con que el número de mujeres que montan su propio negocio es casi la mitad que el de hombres, y que tan solo el 19% de las startups tecnológicas han sido fundadas por mujeres.
Antes de unirse a Harbour Space, Åsa trabajó para la Agencia Sueca de Cooperación Internacional en Bosnia Herzegovina, donde ayudó a organizar el primer Hackathón femenino y a fundar la primera incubadora de startups en Sarajevo. "Pusimos en marcha un fondo de inversión para startups y pronto nos dimos cuenta de que el número de mujeres solicitantes era, de lejos, mucho menor que el de hombres. Sin embargo, la calidad de sus propuestas era mucho mayor, con lo que al final terminamos con una tasa muy alta de mujeres que ganaron la concesión, en comparación con el número total de solicitudes".
Åsa también manifiesta su preocupación por la desigualdad de género en el ecosistema de startups sueco, argumentando que "Aunque Suecia está a la vanguardia en emprendimiento, las tasas de mujeres son muy bajas. La cantidad de mujeres que fundan su propio negocio es la mitad que la de los hombres, posicionando al país por debajo de la media europea”. También señala que esto puede estar relacionado con las políticas sociales del gobierno, que son un gran apoyo cuando se trabaja por cuenta ajena, pero se ven reducidas en gran medida cuando se trata de empresarios autónomos. "El estado proporciona grandes beneficios de seguridad social, permisos de maternidad y cosas por el estilo pero, cuando el trabajador se convierte en empresario, se pierden la mayoría de ellos".
Åsa destaca que, dado el desafío mundial del empleo y que el espíritu empresarial es un elemento clave para la creación de puestos de trabajo y el desarrollo de las economías, es esencial para que las mujeres puedan participar activamente en las actividades económicas de sus países o regiones y que se implementen políticas que fomenten la igualdad de género. “Mi trayectoria puede parecer poco habitual, pero sigue una constante: mi pasión por desafiar los estereotipos y las convenciones. Creo que debemos esforzarnos por salir de los convencionalismos más a menudo, ya que es sumamente enriquecedor descubrir que somos capaces de hacer cosas que concebíamos imposibles”, concluye.