Pocos movimientos contraculturales han sido tan influyentes y contradictorios como el punk, que recibe en estos días y hasta fin de año un reconocimiento en el cuadragésimo aniversario de su explosión en Londres.
Se respira un aire festivo y de júbilo por todo el Reino Unido este año, donde no paran de sucederse distintos homenajes y celebraciones.
El destino caprichoso hizo que los años terminados en 6 contengan acontecimientos clave en la historia de los países que lo conforman. Así, un hito fundamental ocurrió en 1066, cuando en la batalla de Hastings, el ejército normando comandado por William II vence al de Harold II e Inglaterra pasa a ser gobernada por los franceses. En parte, la lengua inglesa le debe a ese acontecimiento (y los estudiantes se lo agradecen) el hecho de haber pasado de ser sintética (la relación de las palabras en la oración se determina por las inflexiones, como en el latín o alemán) a analítica (donde el orden de las palabras junto con un uso extensivo de preposiciones y verbos auxiliares son los que marcan las relaciones), y el aporte de un vocabulario vasto, sobre todo en términos relacionados con el ámbito gubernamental, administrativo y eclesiástico.
En 1616 deja el mundo terrestre William Shakespeare y se inmortaliza como uno de los autores fundamentales de las letras universales. Tres siglos más tarde, sucede un hecho imprescindible para la posterior independencia irlandesa. Durante la semana santa se produce el “Easter Rising”, que deja de saldo cientos de arrestos y la ejecución de 15 líderes del movimiento independentista irlandés, con Patrick Pearse a la cabeza.
El castillo de Windsor se viste de gala en mayo (si es que algún mes del año no lo estuviese) para celebrar el nonagésimo aniversario del nacimiento de la reina Elizabeth II y, ya en un terreno más popular, se festeja este año el cincuentenario de la única copa del mundo obtenida por la selección nacional de fútbol, un triunfo muy cuestionado, por cierto, debido a fallos arbitrales polémicos a favor de los locales durante las instancias finales del campeonato. Los argentinos le debemos a aquella competición y a Antonio Rattín, el entonces capitán del seleccionado, una de nuestras más importantes épicas futboleras del periodo anterior a Kempes y Maradona.
Sin embargo, otro suceso que se celebra por estos días, también en relación estrecha con la reina y la bandera inglesa, ha cobrado recientemente notoriedad y algo de difusión en los medios de comunicación: los 40 años del movimiento punk en Londres. El género musical, como bien sabemos, no nació en el Reino Unido aunque fue desde aquí desde donde más rápido se propagó hacia el resto del mundo, logrando una influencia que sobrepasó largamente los límites de la música.
Discutir qué es el punk me parece estéril y anacrónico. Sus contradicciones se debaten desde su propio génesis y seguir cuestionando 40 años después qué es o qué debería ser, si sigue siendo contracultural o ya es una rama más del mainstream artístico, es tan innecesario como la polémica traída por Joseph Corré, hijo de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, principales estrategas y propagandistas del movimiento. Visiblemente ofuscado con la serie de homenajes y eventos que se están realizando en la capital del Reino Unido, el empresario fundador de Agent Provocateur (empresa cuyas trilladas publicidades mis ojos onanistas a veces agradecen) prometió quemar su colección de material punk, aparentemente valuada en 5 millones de libras, en protesta al apoyo que estos homenajes reciben por parte del gobierno de Londres, la lotería nacional e incluso la mismísima reina. El acto se llevará a cabo el próximo 26 de noviembre, cuando se cumplan 40 años del lanzamiento del single Anarchy in the UK, de los Sex Pistols.
Sin embargo, como decía más arriba, esas mismas contradicciones ya se debatían en aquella época cuando los grupos se hacían populares y comenzaban a firmar contratos con empresas multinacionales (Sex Pistols con EMI, The Clash con CBS, por citar dos de los ejemplos más resonantes y polémicos). Si Johnny Rotten cuestionaba la pertenencia de su majestad a la raza humana en el himno generacional God Save the Queen, la respuesta parece llegar ahora y con el mismo tono irónico que caracterizó la lírica de todo el género: ahora los aceptamos, ahora ya tienen mi bendición oficial, parece decir la reina, mientras sorbe un poco más de Earl Grey y revisa los preparativos de su cumpleaños.
Una vez leí en una revista una anécdota de Joey Ramone en el set de filmación de la película Rock and Roll High School, que viene a cuento, me parece, con la empresa que se propone Joseph Corré. Antes de filmar la escena donde los padres de los alumnos queman una pila de discos, encontraron al cantante de Ramones revisándola minuciosamente, seleccionando y retirando material de ella. No recuerdo cuáles fueron sus dichos exactamente, pero sí que sostuvo algo así como que los buenos discos no deberían ser quemados, que era una verdadera pena, que alguien podría disfrutar de ellos, como lo había hecho él. Palabras más, palabras menos, el concepto era ese.
Una visión interesante y lúcida, y especialmente aplicable en esta era en la que la información tiende a compartirse y viralizarse. Porque sabemos que aunque muchas cosas hayan cambiado en los últimos 40 años, ahí afuera siempre hay un pibe que no encaja, que no se siente parte, que pasa las tardes solo. Y también hay una chica que no habla con sus amigas, que sufre porque no tiene las formas que exige la lencería que vende Corré, y no le gusta lo que está de moda, y se siente una mierda por eso. Todas las generaciones de adolescentes pasaron por lo mismo, y el punk ayudó como ningún otro movimiento a fomentar aquello de que, con ganas y actitud, todo lo puede hacer uno mismo. De ahí que cuanto más se difunda, cuanto más se dé a conocer la influencia que este movimiento tuvo en miles de jóvenes de todo el mundo, mucho más fructífero y real será su legado, mucho más alentador su futuro. El shock social se produjo cuando se tuvo que producir, los Pistols insultando en el programa de TV de Bill Grundy, su concierto por el Támesis durante el vigésimo quinto aniversario de la reina, por mencionar algunos de los más recordados.
Después, el sistema salvaje hizo lo de siempre: chupó, absorbió y moldeó todo a su imagen y semejanza. Pero nosotros, que nos habíamos cansado de cantar “I fought the law, and the law won”, ya habíamos entendido el mensaje.