Este 23 de abril se conmemoran 400 años de la muerte de William Shakespeare, que entre todos los poetas y dramaturgos es considerado uno de los más importantes y notables. Shakespeare vivió en un periodo de transición, que podría ser denominado el “renacimiento inglés” y además, su lengua fue un puente entre el inglés que siguió el “Old English” y el inglés moderno o quizás una versión prematura de este último, “early new English”, donde las reglas gramaticales y la sintaxis no estaban bien establecidas, concediendo un margen de libertad superior al poeta, que le permitió también de constituirse como modelo para todas las generaciones sucesivas.
William Shakespeare fue el “template”, el molde con el cual se fundó la poesía y el drama de una nueva lengua y un nuevo modo de escribir, reelaborando el “soneto” y presentando nuevas formas y expresiones que han alimentado a los poetas de todas las lenguas desde entonces. Shakespeare no fue sólo el molde lingüístico y de forma, sino también de contenido, ya que las condiciones de vida cambiaban rápidamente y liberaban al individuo, haciendo que este fuese cada vez más el dueño de su propio destino y sentimientos. A estos aspectos se une la gran capacidad expresiva del poeta que fue como una luz que nos hizo descubrir nuevas realidades a través del lenguaje y los sentimientos. Su fuerza, precisión, claridad y musicalidad son difícilmente superables.
Estas circunstancias sociales y económicas, determinadas por los cambios, abrieron las puertas a todos los problemas existenciales de la vida moderna y también a una nueva dimensión del amor. Su “to be or not to be” es una expresión profunda y sintética de las dudas que acosan la vida moderna con todas sus opciones, posibilidades y riegos. La poesía de William Shakespeare está henchida de aspectos antes considerados efímeros e irrelevantes, como la fragilidad de la belleza, la pasión, la búsqueda de lo estético y el descubrimiento de una nueva dimensión: la intimidad sentimental.
El amor es el tema donde convergen deseos, pasiones, altruismo, orgullo personal y también rencor y destrucción. La gente de ese entonces descubre una nueva consciencia, espacio de vida y modo de ser, donde el destino inicia a abrirse y cada uno puede expresarse con una libertad mayor. La sociedad se especializa, surgen nuevas profesiones, la vida tiene como escenario siempre más la ciudad en vez del campo y los conflictos y las rivalidades se hacen siempre más visibles y fuertes.
Durante este período tiene un auge enorme el arte, la representación teatral y también los negocios, el comercio y la política, que como drama deja la estrechez del palacio y envuelve siempre más la vida pública. La técnica y nuevos métodos artesanales y de construcción hacen entrever lenta y prematuramente la vida moderna y es en estas circunstancias en que se manifiesta la genialidad del bardo de todos los bardos, dando lengua y forma a nuevas expresiones desconocidas de humanidad.
Shakespeare es Shakespeare por haber sido profundo, directo, expresivo y sobre todo por haber sido el primero en acuñar las palabras y expresiones que darían forma a la nueva y precoz modernidad. Sus diálogos, sus dramas se fundan en reflexiones y problemáticas que concierne el cómo vivir y entender la vida, cuando esta no está completamente dictada desde arriba y el concepto de individuo adquiere nueva substancia, convirtiéndose en protagonista.
Antes de Shakespeare todo era público y controlado por los pocos señores del poder y es con Shakespeare que descubrimos definitivamente los sentimientos personales y la consiguiente intimidad. Su poesía ya no es el canto a los héroes, o una elegía, o una glorificación de la belleza natural, de los reyes y los dioses. Su poesía es la representación de la intimidad y del drama de vivir, querer y amar con todas las dificultades, dolores y conflictos que esto implica. Y así podemos decir que Shakespeare fue el primer poeta de la libertad individual y de la naciente intimidad en una lengua y forma completamente nuevas y con imagines que determinarían el ver, sentir y el pensar.