Si preguntaran a un grupo de personas qué es lo primero que se les pasa por la cabeza al escuchar la palabra “psicópata”, el resultado sería algo así como: asesino, Hannibal Lecter, calculador, inteligente, violencia... Y algunas podrían estar cerca de la realidad con lo que dicen, pero otras, sin embargo, no estarían más que reproduciendo una ficción creada por Hollywood para vanalizar el asesinato premeditado.
En los últimos años estamos asistiendo a un aumento en el número de productos grabados con la temática “asesinos difíciles de atrapar”; películas y series de televisión americanas, sobre todo. Si la temporada de una serie tiene 24 capítulos, en cada uno atrapan a un asesino en serie diferente, cada uno más original y teatral que el anterior. Si una película tiene un protagonista asesino, se le creará un aura de inteligencia, sofisticación en algunos casos, que están dando a estos delincuentes una imagen de superdotados, como si tuvieran mentes privilegiadas, brillantes. Parece que en Estados Unidos hay tres cosas típicas: la bandera, la tarta de manzana y los asesinos psicópatas con mucho tiempo libre. Y a nadie le parece extraño esa simplificación, esa manera macabra de exponer el asesinato diariamente en la televisión desprovisto de toda emoción empática hacia la víctima. Solo se indaga en las consecuencias de la muerte para vislumbrar el camino que ha marcado el sospechoso, como si en el asesinato importara más el asesino que el asesinado; y así se crea una profesión más.
Incluso yo no me podría excluir del grupo de personas que se ha puesto y disfrutado delante de una pantalla al ver las peripecias sofisticadas de algún asesino en serie, incluso simpatizado con alguno de ellos en una irónica puesta a prueba de los límites empáticos. Series como Dexter, el colmo del asesino en serie, porque directamente era un asesino de parte de “los Buenos”, que solo mataba a otros asesinos porque tenía un código.. Así que aplaudimos un comportamiento así, llevados por una argumentación sensata y cinematográfica, cuando en realidad no sería más que la personificación de la silla eléctrica tomada como un instrumento para la cohesión social cuando no es más que un instrumento de muerte, porque las sociedades también pueden regirse por planteamientos psicópatas que se vendan como adornos de la libertad.
La verdad es que puede haber psicópatas que sean asesinos, pero no es la violencia lo que define a un psicópata, ni todos los asesinos son psicópatas, ni todos los psicópatas son asesinos o violentos. Todo lo demás es pura basura sensacionalista, morbosa y cruel, solo que reproducida en HD.
Aún obviando lecturas alejadas de la realidad, es complicado adentrarse en una definición consensuada, porque no hay evidencias físicas o genéticas que puedan identificar una psicopatía. Solo se pueden analizar conductas y quizás ver el funcionamiento del cerebro de estos individuos en directo. Aún así, algunas de las características generales serían la dificultad para desarrollar empatía o arrepentimiento y conducta antisocial. Se suele tener como cierto que los psicópatas no tienen emociones, pero según los últimos descubrimientos eso no sería del todo correcto y se podría decir que tienen una capacidad general para sentir emociones de todo tipo, pero a un nivel muy bajo. Así que aprenden a fingirlas como parte de un proceso socializador.
Hay estadísticas lanzadas por algunos estudiosos del tema que situarían el número aproximado en un psícópata entre cada 100 personas. Dicho así parece preocupante, descorazonador incluso. Porque esas personas no se distinguen del resto; es más, muchos tienen vidas normales, incluso convencionales se podría decir, todo el pack que se pudiera esperar. Pero aún así, otros muchos, siendo personas incapaces de la empatía, de ponerse en el lugar del otro y saber cuál es realmente su sufrimiento, incapaces de arrepentirse cuando tarde o temprano se equivoquen irremediablemente como cualquier otra persona, y siendo personas que se sienten cómodas en posiciones de poder. ¿a qué tipo de profesiones aspirarán? ¿a qué querrían dedicarse para sentirse realizados?
A mi se me ocurren algunas profesiones donde podrían pasar desapercibidos... como en política, donde a la falta de empatía con el pueblo se le llamaría “ser fiel a los idearios” y la falta de arrepentimiento sería considerado “éxito electoral”. También pasarían desapercibidos algunos psicópatas en las plazas de toros, o en los escalafones altos o bajos de los estamentos militares, donde una persona podría lanzar una bomba presionando un botón, irse a la cama a dormir a pierna suelta y recibir una medalla al día siguiente sin ni siquiera pensar más allá del tiempo en papeleo que le podría costar la acción, y aún así no sería ilegal, sería eficiente. Piensen si no, ¿qué tipo de personas podrían robar dinero a indefensos ancianos a través del banco en el que confían si detrás no hay toda una industria basada en la psicopatía comercial, en la falta de empatía institucional, en el nunca arrepentimiento? ¿O acaso no es el capitalismo un proceso psicopático de las ciencias económicas? Lo que sea por conseguir paso a paso un cada vez mejor estatus social en el grupo. Y aunque es la tendencia, no se les puede llamar enfermos, simplemente son así, son el tipo de personas que una sociedad tendría que excluir para el buen funcionamiento de la misma, pero sin embargo es, precisamente, ese tipo de gente quien controla el mundo y mueve los hilos.
Miren a Donald Trump. Si a mi me preguntaran seriamente, yo respondería sin ningún tipo de duda que esa persona es un psicópata de libro, y tiene tanto dinero que no le importa gritarlo a los cuatro vientos, controlando los flujos de pensamiento racista para ser aplaudido por un número inesperado de personas. Pero, ¿cómo es posible que Estados Unidos se planteé siquiera tenerlo de candidato? Parece surrealista, como si los estadounidenses hubieran perdido una apuesta...
Influye en todo esto también un problema muy antiguo. Hay división de opiniones al respecto: ¿qué aparecieron antes, los líderes o los seguidores? Me parece una pregunta muy interesante. Y yo diría que, evolutivamente, los seguidores aparecieron antes, porque sería un proceso consciente de autoprotección. Si seguían al individuo más fuerte o al mejor cazador, tendrían más oportunidades de comer ese día y de aprender algo para el día siguiente. Precisamente, que sea de esta manera crea la figura del líder natural, que no busca el liderazgo, sino que lo tiene por sus características, se lo atribuyen. Aunque no consideraría la figura del líder como algo realmente social hasta que el liderazgo pasó a ser buscado, reclamado, votado, en lugar de natural, y ahí está la brecha.
Si la mayor parte de la sociedad tiene una tendencia innata a buscar líderes y los psicópatas son personas, en gran parte, que buscan precisamente ese liderazgo en forma de control; no es difícil de entender ahora cómo se han podido llevar a cabo tantos actos atroces de seres humanos contra seres humanos a lo largo de los milenios a través de gobiernos, no sería difícil de entender por qué hay tantos incendios cada año si no hubiera personas a las que les despreocupa el dolor ajeno, que no son capaces de sentir el dolor que causa en otra persona, que disfruta sólo viendo su destrucción, su manipulación, su control, por el simple hecho de poder hacerlo.
La tortura, sin ir más lejos - y digo sin ir más lejos porque no es tan lejana en nuestras modernas sociedades elitizadas -, es un método de exposición pública de la psicopatía como justificación gubernamental ante el propio miedo, un método de violencia que sería un concepto de pesadilla inalcanzable para Walter Benjamin; sin más, el dolor ajeno convertido en la salvación de toda una sociedad, incluso la censura evidente de pensamientos y acciones que alteren el poder psicopático y paranoico de los gobernantes. Esta última sería la ley mordaza, por ejemplo, y todas las leyes anteriores basadas en la obsesión manipuladora; un instrumento de control social, limitador, un catalizador para evitar que no veamos la realidad más que a través de unos ojos sin empatía, porque el proceso que viven nuestras sociedades de excesiva burocratización es la constatación de los procesos psicopáticos llevados a las instituciones para evitar que nadie esté manchado de culpa, ni de dolor.. así, un gobierno opresor puede acabar con las manos limpias y ser reelegido, porque entre el dolor de una familia que se queda en la calle y ese gobierno hay un océano de leyes y procesos diseñados para no alterar con culpa el pulso de la mano que firma los papeles, diseñados también para que la sociedad vea exculpatoria esa distancia creada, esa psicopatía de la modernidad donde nadie es culpable, nadie tiene malas intenciones, nadie se llena los bolsillos a costa de nadie y donde, aún así, hay pobres en las calles, oprimidos sin la esperanza de una voz y muertos sin historia, ni derecho a reclamarla...
Psicopatías de andar por casa, de telediario pactado y vuelos a Panamá, de industria armamentística, de ministros petroleros, de reuniones secretas y apretones de mano. Psicopatías de campaña electoral, psicopatías de sillones y cloacas de moncloa, de voto preparado, de votante olvidado, de corbatas y silencios amenazados.