La tecnología ha invadido nuestra sociedad en todos sus aspectos. Basta darse un paseo en el transporte público de cualquier ciudad para percatarse de que todo el mundo esta absorto en diversos aparatos electrónicos como el smartphone, la tablet o el libro electrónico (ebook), y que estos han ido ganando terreno a otros entretenimientos como la lectura de la prensa escrita o incluso el de los libros en formato papel. Sin embargo, el paso de los años ha venido a mostrar que, si bien es cierto que estos aparatos ya forman parte de nuestro día a día, esas ideas que vaticinaban el fin del libro impreso están cada vez más lejos de cumplirse.
En la actualidad, aunque el libro electrónico es un buen acompañante y ha encontrado un hueco en el mercado, las ventas de libros en este formato no han llegado a superar a las de su homólogo más tradicional. De hecho, durante el 2015, según Nielsen Bookscan, se han vendido 587 millones de libros en papel más que en 2014 lo que viene a verificar que el formato electrónico de momento no va a sustituir al papel.
El informe de Nielsen confirma también que uno de los terrenos en los que el formato en papel gana sin dudas es el de la literatura dedicada al público juvenil y en países como España el formato digital goza de muy poca aceptación, siendo que la mayoría de los lectores de entre 18 y 24 años (el 80% aproximadamente) sigue prefiriendo el formato en papel.
No es de extrañar que ante estos datos, y sobre todo por el freno del crecimiento en ventas de los formatos electrónicos, el gigante de Internet Amazon haya llevado a cabo la apertura de su primera librería física en la ciudad estadounidense de Seattle y planee la apertura de otra en la ciudad de San Diego, en el estado de California.
Aunque existen varias razones para preferir el formato ebook como la comodidad o la capacidad de llevar varios libros en un aparato de apenas 200 gramos, el libro electrónico encarna ciertas dificultades que puede que lleven a los lectores a decantarse por el papel.
Un libro electrónico requiere un cierto aprendizaje, el lector tiene que saber acceder a los libros y descargarlos bien en su ordenador, sincronizando ambos aparatos, o directamente en el e-reader o la tablet, para lo que se requiere también un acceso a Internet y además una tarjeta para el pago, cosa que los lectores más jóvenes no tienen.
Los más fans del libro tradicional siempre esgrimen los argumentos más nostálgicos como que el formato electrónico no tiene ese olor a libro nuevo y que no sirve para colecciones si lo que de verdad te gusta es tener libros en los estantes. Además, hay que destacar que parece ser que la lectura en papel ayuda a que se retenga mejor la información y es por eso que los estudiantes prefieren las ediciones impresas.
Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que el formato digital da acceso a millones de libros en varios idiomas y que para las traducciones en papel muchas veces hay que esperar bastante y también está el hecho de que ediciones digitales son más baratas.
Ambos formatos tienen sus pros y sus contras, pero está claro que el digital aún está lejos de desbancar al papel ya que los verdaderos amantes de los libros, aun teniendo un libro electrónico, continúan comprando ediciones impresas.