Ubicada en el noreste de Italia, en los faldeos de los Alpes, y considerada la puerta de las Dolomitas, Bolzano (Bozen en alemán) que nació por iniciativa del Obispo de Trento a finales del siglo XII, es una ciudad que une la vivacidad y la fantasía mediterráneas al rigor y la disciplina germanas, ya que las vicisitudes histórico-políticas que ha tenido que soportar en el curso de su historia se han plasmado en todos los aspectos del desarrollo ciudadano, desde la comida a la cultura.
Como la ciudad es pequeña, es fácil recorrer el centro en poco tiempo, partiendo quizás de la plaza “Walther”, que sería como el salón principal de Bolzano, ya que aquí se realizan el mercadillo de Navidad, el Mercado de las Flores y la Fiesta de la ciudad. Su nombre no se debe a un militar, ni a un “condottiero”, sino a un trovador medieval de origen alemán, Walther von der Vogelweide, (1168 -1228), que recorría estos caminos hace unos 900 años y cuya estatua se yergue en el centro de la plaza.
Los cambios de nombre de la plaza reflejan la historia de la ciudad: después de la derrota del Imperio Austrohúngaro tras la Primera Guerra Mundial y consiguiente anexión del Tirol del Sur al en ese entonces Reino de Italia, la plaza cambió nombre por primera vez; pasó a llamarse Rey Victor Manuel III, y en 1935, en plena era fascista, la estatua del trovador fue retirada.
En los años 50, tras la derrota del fascismo y del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, la plaza nuevamente cambió de nombre, se llamó “Madonna”, en honor a la Virgen: en pocos años volvió a su antiguo nombre y la estatua del poeta alemán retornó a su lugar primitivo. La histórica plaza ha visto desfilar numerosos ejércitos que han ocupado la ciudad: bávaros, austrohúngaros, nazis, fascistas, hasta el actual ejército italiano.
Hoy, cuando se han alejado los ecos guerreros, en la plaza se celebra el Mercado de Navidad, y la tradicional Fiesta de las Flores los días 30 de abril y 1 de mayo: es una fecha muy esperada por los habitantes de la ciudad, porque aquí empieza una verdadera exposición de flores que se exhiben en todos los balcones, terrazas, jardines e incluso en los alfeizares de las ventanas: geranios, petunias, claveles, fucsias ofrecen verdaderas “cascadas” de colores.
En una de las esquinas de la Plaza Walther está la catedral de Bolzano, dedicada a la Virgen: a mediados de 1948, durante los trabajos de restauración de la Iglesia -que había quedado casi totalmente destruida tras los bombardeos aliados de 1944-, bajo el suelo se encontraron las bases de otras tres iglesias que cubrían un arco de más de 17 siglos. Mas aún: incluso se descubrió una lápida con inscripciones de edad romana, es decir, más de 700 años a.C. Interesante el Museo de la catedral que se inauguró hace apenas unos años.
Via dei Portici, (Calle de los Pórticos) una de las calles principales, que ha llegado casi intacta hasta nuestros días, es el núcleo originario y corazón mercantil de Bolzano. Su trazado se orientó en dirección este-oeste para resguardarla de los terribles y heladísimos vientos que llegan desde el norte.
Siguiendo esta calle encontramos la Piazza delle Erbe (Plaza de las Yerbas) el interesante mercado de la ciudad donde no solamente se venden los frutos de la tierra, sino el punto de reunión de jóvenes (y menos jóvenes) que por diferentes razones gravitan en este lugar… las 24 horas del día: los comerciantes que llegan en la mañana a instalar su mercadería generalmente se encuentran con los “sobrevivientes” de la “movida” que se retiran a sus casas. Fundada en 1277, ya desde entonces era el centro económico de la ciudad.
En el centro de la plaza, la Fuente de Neptuno, construida en 1777 y considerada una de las 100 fuentes más bellas de Italia, fue construida en el lugar donde durante siglos los campesinos condenados eran expuestos al desprecio público.
El “Monumento a la Victoria” es un ininteresante ejemplo de recuperación de un espacio muy cuestionado, situándolo al interior de su propio contexto histórico: edificado a principios de la era fascista, entre 1926 y 1928, este edificio construido en mármol recordaba la victoria italiana contra el Imperio Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial y la consiguiente anexión del Tirol del Sur.
Considerado, por lo tanto, un monumento fascista, tras la caída de ese régimen en muchas ocasiones se pensó en destruirlo, ya que representaba la visión nacionalista y fascista del pasado, basada en el heroísmo y el sacrificio por la Patria. Después de muchas discusiones, en 2014 se decidió crear una exposición permanente que se llama “BZ ’18 – ’45: un monumento, una ciudad, dos dictaduras”, en referencia al nazismo y al fascismo.
Una visita imperdible es el Museo Mercantil, construido en los primeros años del siglo XVIII como Palacio Mercantil: es posible adentrarse en la época de oro del comercio internacional que fue fundamental para el desarrollo social y económico de la ciudad.
El Museion
“Es una astronave encallada en las montañas”, la frase, del artista Francesco Vezzoli describe como una fotografía el Museo de Arte Contemporáneo de Bolzano: el Museion, este cubo de metal y vidrio de 54 metros de altura, 23 de ancho y 25 de largo que comunica el centro histórico de Bolzano con la ciudad nueva y con los prados que circundan el río Talvera, uno de los dos que atraviesan la ciudad y cuyos puentes, dos curvas paralelas y oscilantes, son verdaderas esculturas que forman parte de la arquitectura del Museo y le otorgan movimiento.
Fundado en 1985, es uno de los Museos de Arte Contemporáneo más importantes de Italia, con sus 4.500 obras expuestas en recorridos temáticos y una idea innovadora: cada año un importante artista “huesped” propone una muestra temática ya sea con las obras del Museo, ya sea con sus propias obras.
En 2016 el guest curator fue el italiano Francesco Vezzoli, un artista que no solamente ha representado a su país tres veces en la Bienal de Venecia (2001, 2005, 2007), sino que en diversas performances ha involucrado personajes como Lady Gaga, Mila Jovovich o Sharon Stone, por citar solamente algunos nombres.
El artista bromea no solamente con el Arte (con mayúscula), sino también con la Historia, (también con mayúscula), y en sus obras se encuentra la antigüedad, el cine, el poder. En un juego de superposiciones entre pasado y presente se originan las dos muestras de “Museo Museion”, que un montaje imponente y refinado permite percibir como una instalación enorme y única.
En un curioso diálogo histórico-artístico, el artista ha reelaborado una parte de las obras de la colección permanente del Museo, llevándolas a “dialogar” con obras maestras de la historia del arte universal: los marcos de célebres cuadros de Miguel Angel, Rafael, Caravaggio o Ingres, entre otros. han sido pintados en hojas de oro a trompe-oeil en torno a las obras de la colección del Museo.
También el artista ha intervenido en la arquitectura interior del edificio: en el tercer piso, paredes blancas impiden parte de la vista del paisaje circundante: nace de este modo lo que los expertos denomina “White cube”, un “no lugar”. Y es aquí donde Vezzoli juega irónicamente con la tradición clásica, la historia y la mitología, que se entrelazan con su propia biografía como en el autoretrato Antiguo-No antiguo, donde ha cambiado solo la cabeza (que representa al artista) mientras ha dejado intacta el busto de un magistrado de la antigua Roma, o el busto-Vezzoli que hace morisquetas al sátiro.
En otro conjunto de obras, la reapropiación de lo antiguo se produce gracias a la policromía: una serie de antiguos bustos marmóreos con gorritos de colores, tejidos por el mismo Vezzoli. La obra del artista no solamente se refiere al arte antiguo, sino también a la mitología contemporánea con las dos estatuas a tamaño natural de Sofía Loren, transformada en musa al estilo del pintor metafísico Giorgio de Chirico.
Después de haber visitado la ciudad, recorrido sus calles y admirado sus museos, es imposible no llegar hasta uno de los bares, terrazas o locales de la ciudad para probar alguna de las especialidades de la zona, enormemente apetitosa, ya que la tradición culinaria teutónica se une al sabor mediterráneo con estupendos resultados: insuperables los klose o knodel, albóndigas de masa compuesta por diferentes ingredientes, o los schlutzkrapfen, raviolis gigantes, rellenos con espinacas y ricota. Para postre, por supuesto el strudel de manzana.