La sierra de Collserola abarca más de 11.000 hectáreas distribuidas entre nueve términos municipales: Barcelona en el lado mar; Esplugues de Llobregat, Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern, Molins de Rei y el Papiol por el lado del rio Llobregat (oeste); Sant Cugat del Vallès y Cerdanyola del Vallès por el lado norte, perteneciente a la comarca del Vallès; y por el lado del río Besòs (este) otra vez Barcelona y Montcada i Reixac.

La sierra de Collserola tiene una forma ligeramente rectangular, con una dimensión desde los puntos más alejados de 17 quilómetros de largo por casi 6 quilómetros de ancho. Collserola fue declarada Parque Natural en octubre de 2010, protegiendo legalmente un ámbito de cerca de 8.500 hectáreas.

En el entorno de Collserola se concentra casi el 50% de la población de Catalunya, no sólo de los municipios que tienen parte de su término municipal, sino de todo un conjunto de ciudades metropolitanas de Barcelona, municipios importantes que han marcado de forma profunda la evolución de la sierra.

En Collserola se han desarrollado áreas de ocio, por ejemplo, el centenario parque de atracciones del Tibidabo, en la cumbre de la sierra, pero también los clásicos merenderos repartidos en torno a diferentes fuentes y bonitas zonas naturales. Dentro de Collserola también podemos encontrar urbanizaciones de antiguas segundas residencias, hoy en día convertidas en casas privilegiadas en contacto con la naturaleza; y escuelas, antenas de todo tipo, líneas eléctricas, cementerios, instalaciones deportivas, etc.... Todo ello, junto a una importante red de comunicaciones que atraviesa y rodea Collserola (autopistas, carreteras, ferrocarriles, funiculares, túneles...), me ha llevado muchas veces a considerar Collserola como el Central Park de la conurbación metropolitana de Barcelona, habitada por más de cuatro millones de habitantes.

La cima más alta de la sierra es el Tibidado (512 m.), pero también destaca por altitud el pico de Can Pascual (470 m.), el Puig d’Olorda (435 m.), el pico de Valldaura (422m.), el Puig Madrona (346 m.) y la cima de Sant Pere Màrtir (384m.); todos ellos excelentes miradores del mar, la gran ciudad de Barcelona, la llanura del Vallès, y los ríos Llobregat y Besòs.

La etimología del término Collserola proviene del idioma catalán antiguo: “coll” que significa un puerto de montaña y “erola” término que encarnaba un pequeño claro de cultivo en plena montaña. Como el camino histórico, con más de mil años, que atravesaba la sierra y conectaba Barcelona con el importante monasterio medieval de Sant Cugat del Vallès, pasaba por un “coll” y una “erola”, el camino pasó a llamarse de Collserola, y con ello dio nombre a toda la sierra. Actualmente el antiguo camino medieval, hoy convertido en una amplia carretera de montaña (BV-1417), todavía atraviesa Collserola por frondosos pinares y hondos valles, y a su pie se erigen miradores hacia la gran ciudad de Barcelona en el lado sur.

Collserola está perfectamente conectada a todos los municipios que forman el área metropolitana de Barcelona, no sólo con ferrocarriles, funiculares y carreteras, sino también a través de una gran red de senderos pedestres y ciclistas que permiten disfrutar de sus bellezas y encantos naturales. Entre los senderos, podemos encontrar los de Gran Recorrido (GR), de más de 50 quilómetros de distancia, y los de Pequeño Recorrido (PR), de menos de 50, ambos implantados por la Federación de Entidades Excursionistas de Catalunya, siempre perfectamente señalizados y bien mantenidos. Entre los principales GR que atraviesan Collserola, el autor que firma este articulo les recomienda el GR 6, que nos lleva de la ciudad de Barcelona a la sierra de Montserrat; el GR 92, que atraviesa todo el litoral catalán, desde los Pirineos hasta Ulldecona; y el GR 173, que relaciona la comarca del Vallès con Collserola.

Y entre la gran cantidad de PR, les recomiendo el PR C-35, que permite circular desde el rio Llobregat al rio Besòs por la cima de la sierra; PR C-38, por el antiguo camino medieval de Sant Cugat del Vallès; y el PR C-171, un balcón natural con vistas a Barcelona.

Caminando por los senderos de Collserola, a veces a pie de pista, pero otras veces escondidas en angostos valles, podemos encontrar casi doscientas fuentes, cada una de ellas con sus particularidades históricas, e incluso con aguas de diferentes características minerales. Entre ellas destacan la fuente Muguera, cerca de los acueductos de Torre Baró; la fuente de Mitja Costa, que en el siglo XIX tenía gran prestigio por sus cualidades minerales; la magnífica fuente de Can Borni, cerca de los jardines de esta masía; la fuente de la Salamandra, próxima al Tibidabo; la fuente del Racó, que ha originado un parque en su alrededor; la fuente Groga, famosa por las cualidades curativas que se le atribuyen desde hace ciento-cincuenta años; la fuente de Can Lavallol, cuya agua era antiguamente comercializada en botellas en Barcelona; la fuente de Can Ferriol, cerca de la iglesia románica de Santa Creu d’Olorda, y un largo etcétera.

Y ahora que ya hemos explicado brevemente como es Collserola, ¿qué es lo que me permite comparar esta montaña con el Central Park de Manhattan? Evidentemente no es el tamaño, puesto que el parque de New York tiene una superficie de 341 hectáreas, frente a las 8500 de Collserola. Ni tampoco su catalogación, puesto que el primero es urbano y el segundo es un parque natural. A mi criterio, a pesar de las diferencias evidentes, hay algo que une el Central Park con Collserola, y ese algo es el uso que de él hacen los ciudadanos. Para los barceloneses, que no disponemos en la densa ciudad de Barcelona de un gran parque urbano, Collserola cumple dicha misión a la perfección. No hay ciudadano que no se haya aventurado, aunque solo sea ligeramente, por alguno de sus caminos forestales, o haya hecho una pequeña excursión hasta alguna de sus numerosas fuentes.

Al atardecer, legiones de barceloneses trotan por sus caminos, practicando jogging o en bicicleta. Y los fines de semana, las familias conquistan sus cimas, ya sea ascendiendo caminando desde los barrios a pie de montaña, o subiendo por los funiculares del Tibidabo y de Vallvidrera. La gran área metropolitana de Barcelona no se estructura alrededor de la ciudad, sino alrededor de la sierra de Collserola, convirtiendo el parque natural en un auténtico parque metropolitano.

El gran uso lúdico de Collserola puede llevar a cabo problemas de masificación en la sierra, y es responsabilidad del Consorcio del Parque Natural de Collserola, habilitar políticas de disfrute ciudadano del parque natural, que coexistan con el mantenimiento de los valores naturales, históricos y culturales de la sierra, garantizando la sostenibilidad de dicho espacio.

El excursionismo ha estado siempre una escuela de sensibilización y de estima hacia la naturaleza, y en este sentido Collserola permite a los habitantes metropolitanos barceloneses un aprendizaje constante del entorno natural. Los ciudadanos, además de disfrutar de Collserola, debemos exigir a las autoridades públicas, en este caso al Consorcio del Parque Natural de Collserola, que proteja la sierra de un uso inadecuado que merme sus cualidades naturales, que blinde los entornos más sensibles, y que trabaje para establecer un marco ideal para el uso público de Collserola, en el cual los usuarios se desplacen por itinerarios delimitados, y que libre de su interferencia una buena parte del espacio natural para preservar la biodiversidad de Collserola.

Seguro que es complicado, pero es nuestro reto, para que Collserola pueda seguir siendo el Central Park de Barcelona, sin merma de sus valores naturales, históricos y culturales.