San Telmo no es para recorrerla en un solo día. Este barrio de edificios antiguos, sede del casco histórico de Buenos Aires, respira historia en cada rincón. Su nombre proviene de Pedro González Telmo, conocido como el patrono de los navegantes, y comenzó a poblarse durante los siglos XVII y XVIII, época en la cual lo llamaban “Barrio del Puerto”.
Como un camaleón que cambia la piel, cada domingo San Telmo se transforma. Mi travesía comenzó precisamente ese día. A pesar de estar en pleno otoño argentino, hacía un calor inusual. La pantalla de mi celular marcaba 27 grados, una tarde espléndida para recorrer la Feria de Artesanos que se adueña de la calle cada domingo.
La Feria de San Telmo: una feria con historia
La cita con mi amiga era a la 1 de la tarde. A pesar de estar tan cerca, ninguna de las dos había recorrido antes esta feria. Calles y calles repletas de puestos forman parte del panorama inicial y constituyen una gran atracción turística en sí.
Durante el recorrido pudimos encontrar un poco de todo. Desde piedras energéticas, como cuarzos y turmalinas, hasta elementos representativos de la cultura argentina, como el mate y el fileteado porteño. Para quienes no escucharon hablar de ello, se trata de un tipo de arte decorativo y popular que nació en Buenos Aires a principios del siglo XX y que se caracteriza por el uso de los colores fuertes. Desde el año 2015 fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En cuanto al origen de la feria su historia es muy particular y se remonta a 1970, cuando los mercados de pulgas eran algo totalmente desconocido. Por aquella época no existía internet ni redes sociales, por lo cual conseguir artesanos para materializarla era todo un reto y ese objetivo se logró de la forma más insólita.
A cargo del proyecto estuvo el arquitecto José María Peña, quien en el año 1968 fundó el Museo de la Ciudad para documentar cómo vivían los porteños mediante la recolección de donaciones de vajillas y objetos. Junto con la gente del museo llevaron a cabo el plan.
Con el visto bueno del intendente publicaron un aviso en 3 famosos diarios con el objeto de conseguir feriantes que quisieran vender sus cosas. Fue así como consiguió 28 personas de las 30 que necesitaba. Las otras 2 fueron dos amigas de una de sus hermanas. 54 años después la feria sigue más vigente que nunca.
Mafalda, un ícono
La esquina de Chile y Defensa no es una simple esquina. Sin importar qué día de la semana uno la visite siempre se encuentra rodeada de curiosos, en su mayoría turistas, que exhiben sonrientes sus cámaras fotográficas mientras forman filas interminables. Y la razón está más que justificada.
Desde el año 2009, la estatua del popular personaje Mafalda, inaugurada por el artista Pablo Irrgang, reposa sonriente sobre un banco. En el año 2014 y en conmemoración de su 50 aniversario también se instalaron para hacerle compañía las estatuas de Manolito y Susanita.
A tan solo 10 metros, sobre Chile 371, se encuentra la casa donde vivía su creador Salvador Lavado, más conocido como “Quino” y la cual lleva una placa recordatoria que reza la leyenda “Aquí vivió Mafalda”.
Farmacia de la Estrella, la primera farmacia de Buenos Aires
“Si querés conocer un pedacito de la historia de Buenos Aires tenés que visitarla”, me dijo una amiga durante una charla, mate de por medio. Había oído hablar mucho sobre la Farmacia de la Estrella, la farmacia más antigua de Buenos Aires, y ya que me encontraba en San Telmo no quise perder la oportunidad de ir.
En la unión de las calles Defensa y Alsina se levanta su emblemática fachada. Su historia data del año 1834, cuando la fundó el bioquímico y boticario italiano Pablo Ferrari tras un encargo de Bernardino Rivadavia, quien fuera el Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Hoy sigue en pie y abierta al público
Funcionó como una droguería ya que contaba con laboratorio propio en los que elaboraban sus propios medicamentos. Frascos antiguos en exhibición dan cuenta de aquellas épocas.
Aún conserva gran parte de su mobiliario original, entre estanterías de nogal, relojes y frescos en sus cielorrasos quienes son testigos mudos de 190 años de historia. Personajes como Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini e Hipólito Irigoyen hacían reuniones en el subsuelo del boticario.
Hoy la farmacia goza de una gran popularidad y cuenta con una gran afluencia de turistas de distintas nacionalidades que se dan cita para conocer este patrimonio porteño.
El Zanjón de Granados: historia de un descubrimiento
Como dije antes, San Telmo no se recorre en un solo día; es por eso que, para conocer “EL Zanjón de Granados”, realicé una segunda visita. Adquirí la entrada de forma previa y, 7 días después, volví al lugar.
Aquel domingo me levanté temprano, ya que el horario de entrada del tour era a las 11, el primero de la mañana. Llegué a la puerta del Zanjón sobre la hora, casi corriendo, debido a que las cuadras repletas de feriantes parecían interminables. Afortunadamente no había comenzado.
Tras esperar unos minutos, apareció Julián, nuestro guía, con un curioso cartel colgado sobre su ropa: “Narrador de historias, storyteller”. Fue un detalle que me encantó.
Nos dio la bienvenida y nos agradeció por estar allí y acto seguido explicó de qué manera se iba a desarrollar el recorrido, qué es lo que veríamos y un poco de su historia. A continuación, les voy a transmitir lo que nos contó.
En principio, el lugar había pertenecido a una familia aristocrática, la familia Miguens, en cuya mansión vivían 6 esclavos africanos y, posteriormente, hacia el año 1900, se convirtió en conventillo. En el año 1985, Jorge Eckstein compró la propiedad con la idea de instalar un emprendimiento gastronómico.
Sin embargo, durante las excavaciones y bajo los escombros descubrió una casa del año 1830 y, bajo esta, el sistema de desagües pluviales más antiguos de la ciudad de Buenos Aires.
Durante su remodelación, la madera del fondo de la casa cedió y se encontraron las ruinas de una cisterna donde se almacenaba el agua. Según cuentan, las familias de la época querían purificar el agua y para lograrlo utilizaban las tortugas marinas que vivían allí.
Al profundizar más se descubrió una segunda cisterna y distintas piezas históricas; luego hallaron algo inesperado: un túnel de más de tres metros de alto que contenía la corriente del agua luego de la lluvia que inundaba la ciudad.
Eckstein comprendió entonces el valor que tenía este lugar y la importancia de su preservación. Hoy es un museo que se encuentra abierto al público para visitas guiadas.
Como curiosidad, cabe destacar que el surgimiento del nombre “Zanjón de Granados” posee varias versiones. Una de ellas que es la que figura en el registro histórico indica que en la esquina de Defensa y Chile existía un puente para cruzar un arroyo en el cual las hermanas Granados vendían sus pastelitos. Otra versión similar afirma que ellas vendían sus pastelitos de membrillo en la manzana entre Defensa y Chile y el zanjón atravesaba la finca en la que vivían.
El mercado de San Telmo: de inmigrantes y algo más
Si hay algo que no se puede dejar de visitar en San Telmo es su mercado, y hacia ahí me dirigí.
Fue inaugurado en el año 1897 por Juan Antonio Buschiazz, la segunda persona en obtener el título de Arquitecto en la Ciudad de Buenos Aires. Nació como un mercado comunitario cuya idea se expandió a distintos puntos de la ciudad y hoy en día su construcción conserva su estructura interna original con una gran cúpula y techos de vidrio y chapa.
En su interior convergen distintos aromas y sabores que lo convierten en un polo perfecto para quienes quieran experimentar la oferta gastronómica del lugar. Se pueden hallar pequeños puestos de comida tanto de origen nacional como de origen peruano, francés, mexicano, entre otros.
El mercado se estableció con la intención de abastecer de víveres a las nuevas olas de inmigrantes que llegaban al país; es por eso que quienes guardan las historias más interesantes son esas verdulerías y carnicerías que los vieron pasar a lo largo de los años.
Pero no todo se trata de comida. También se pueden encontrar diversos anticuarios con objetos retro. Desde teléfonos a disco hasta vinilos de colección o incluso revistas de viejas épocas, cuadros y esculturas que inyectan su impronta al lugar. Sus pasillos siempre están repletos de gente entre locales y extranjeros que buscan pasar un buen rato con familia o amigos.
Galería Solar de French: algo más que un paseo de compras
Parece una simple galería, pero es mucho más que eso. Esta antigua casona ubicada en Defensa 1066, alberga una parte de la historia argentina, ya que allí en 1774 nació Domingo French.
French fue uno de los protagonistas de la Revolución de Mayo de 1810 que estableció el primer gobierno patrio. Junto a su amigo Antonio Beruti fueron jefes de la Legión Infernal (también conocida como “Los Chisperos”) un grupo de acción que presionó al Cabildo para sacar al rey.
Con el paso de los años, la edificación se fue desgastando porque el cuerpo del frente de la construcción era del siglo XX y fue en ese entones que decidieron preservar el patrimonio. Rebautizada “Solar de French”, en la actualidad funciona como centro comercial y tiene varios locales. Al ingresar se puede apreciar un cuadro que da cuenta de la participación de French y Berutti en los acontecimientos históricos.
A diario una gran cantidad de personas visita el lugar, ya que hay un rincón único adornado con paraguas de colores que es el favorito a la hora de sacar fotos para las redes sociales.
La Casa Mínima: la construcción más estrecha de la ciudad
No quería finalizar mi recorrido por San Telmo sin conocer la famosa “Casa Mínima”. Con tan solo 2,50 metros de ancho es considerada la más angosta de la ciudad. Su fachada consta de una puerta, una ventana en el primer piso y un balcón. La pequeña casa aún conserva sus materiales originales de principios del siglo XIX.
En cuanto a su origen, existen diferentes teorías. En principio se pensó que allí había vivido un esclavo liberto, y bajo este supuesto la Casa Mínima atrajo a cientos de curiosos.
Sin embargo, estudios posteriores demostraron que esto era solo un mito y que en realidad la construcción formaba parte de una estructura mayor. Sus primeros dueños y habitantes de la propiedad, los Lezica Peña, transformaron este caserón en un conventillo hacia fines del 1800 debido a que la llegada masiva de inmigrantes europeos lo convertía en un negocio rentable.
También levantaron una pared separada del resto de la propiedad para crear una especie de espacio privado. Fue así cómo, en 1890, surgió la Casa Mínima, tal cual se la conoce hoy. Un dato llamativo es que, en el año 1994, Jorge Eckstein, quien fuera también el dueño del Zanjón de Granados, la rescató de su estado de abandono. Hoy se puede elegir realizar visitas guiadas tanto al Zanjón como a la Casa Mínima o una combinación de ambas.
A San Telmo siempre es recomendable volver, ya que una sola visita no será suficiente para conocer su historia. Aquella que habla de inmigrantes, patriotas y revoluciones y que forma parte de nuestra historia argentina.