Con 40 años has conseguido la mayoría de los objetivos que te has propuesto. Tienes una empresa, profesión estable y estás casado. Sin embargo, algo te falta. Sientes que necesitas algo más para ser feliz. No sabes dónde encontrar la respuesta. Y, si la tienes, consideras que se encuentra fuera de tu alcance. Quizás el coaching ontológico pueda ser una solución a tu problema.
Estos son el posible perfil de una persona que decide conocer el coaching ontológico y las inquietudes que se plantea antes de probarlo. La sensación dominante suele ser la de querer cambiar y no saber cómo llevarlo a cabo.
El coaching ontológico es una metodología en la que, a través de un proceso de reflexión y experimentación, se llega a una transformación del ser. Crea así nuevos espacios que dan lugar a novedosas maneras de ver, ser y hacer. “Cada uno de nosotros nos manifestamos en tres dominios: lenguaje, emoción y corporalidad. Y todos ellos deben estar en coherencia” explica para Wall Street International Soledad Dueñas, coach ontológica especializada en liderazgo y gestión del cambio individual y en equipos. “Y el coaching ontológico puede actuar sobre cualquiera de ellos para producir un cambio global”.
Es por eso que durante los últimos años esta metodología se ha posicionado como referente mundial para todas aquellas personas que desean mejorar su vida o se replantean un cambio profundo. El coaching nos sitúa como protagonistas de nuestras vidas y nos aleja de nuestra posición de víctimas de las circunstancias. Genera un cambio en el observador que dé lugar a su propia transformación personal. Cada vez son más las empresas que recurren a él para aplicarla a sus trabajadores. Según una encuesta realizada por la International Coaching Federation, un 45% de los ejecutivos en Europa y Estados Unidos lo utilizan. Fernando Javier Hindi, Master Coach Profesional y miembro de la Asociación Argentina de Profesionales del Coaching, explica también para Wall Street International que durante el Primer Congreso de Coaching Ontológico en Latinoamérica “definimos nuestra profesión como aquella que está comprometida con expandir el potencial personal, organizacional y social dentro de un marco constructivista, y una perspectiva sistemática”.
“Todas las técnicas aplicadas en el coaching son experienciales” añade Àngels Solà, coach Co-Activa. “El coach es un acompañante en el proceso transformacional del coachee”. Para ello, las técnicas utilizadas por el coach ontológico, a las que se les denomina “procesos” van desde la indagación, que consiste en realizar preguntas ponderosas y abiertas que inviten a la reflexión, así como la toma de conciencia para identificar nuestros valores, hasta procesos como juegos de cambios de roles o visualizaciones. “El coach va ofreciendo al coachee, persona que acude al coaching ontológico, lo que él va necesitando en cada momento” sostiene Soledad Dueñas. “Por eso, es tan importante la experiencia del coach para una buena elección de las herramientas a utilizar para la toma de conciencia del coachee como para llevar a cabo la nueva forma de actuar en el mundo”.
De esta manera, el coach acompaña al coachee en una transformación que consta de tres niveles de profundidad. El primero se da cuando el coachee expande su capacidad de acción a través de proceso de preguntas. El segundo sucede en el momento en el que ocurre un cambio de observador, es decir, cuando los juicios que el coachee tenía fijos sobre una situación o sobre sí mismos, cambian por otros más posibilitadores. Y por último se alcanza un tercero cuando se da una transformación del ser. “Decimos que esto ocurre cuando el coachee cambia aquellas creencias profundas que definen quién es, desde dónde interpreta su mundo y desde dónde define lo que es posible o no para sí mismo” añade Fernando Hindi, quien también es director de la Grow Consultora de Buenos Aires. “Descubrí que puedo ir más allá de lo que podía y que el cambio era posible” confiesa la periodista Andrea Avero, quien experimentó un curso de dos meses de Coaching Ontológico en la Grow Consultora. “Sobre todo me di cuenta que había estado toda mi vida haciendo el papel de víctima y no el de responsable”.
En un proceso de coaching, las emociones están siempre presentes por lo que es relevante tomar conciencia de ellas y aprovecharlas, al mismo tiempo, para facilitar el proceso y aprendizaje. De esta forma, es imprescindible la escucha activa del coach para que el coachee se sienta acompañado y confiado. “Lo más importante es que las emociones no se controlan” matiza Soledad Dueñas “se entienden y se gestionan porque todas son necesarias según la situación que se dé. Son como una ventana que nos aporta información y nos sirve para saber qué puerta nos abre en cada momento”.
Actualmente, el coaching ontológico se ha expandido y sus servicios e impacto llegan a distintos ámbitos desde el profesional, al deportivo, pasando por personas que se dediquen al arte, la política o hasta aspectos vinculados con la salud. Se han hecho desarrollos muy interesantes durante los últimos años que posibilitan que existan muchas circunstancias por las que se le pueda recomendar a alguien probarlo. “Considero que hay un amplio y extenso abanico de situaciones personales donde el coaching sería muy efectivo” afirma Àngels Solà “recomendaría probar un proceso de coaching a quienes deseen conocerse con profundidad para desde allí conseguir resultados “extraordinarios” en sus vidas”. A lo que Soledad Dueñas añade que “En todos los casos, se necesita una nueva manera de percibir el mundo para ampliar las posibilidades de acción y conseguir las metas que uno pretende alcanzar”.