Muchos escritores, filósofos, religiosos y personas corrientes han escrito y hablado sobre el amor. Es el tema más tratado en la historia de la humanidad desde todas sus vertientes. Miles de teorías y argumentos intentan dar las claves de algo que todo el mundo ansía, de algo que todo el mundo quiere sentir, ese amor que te hace desprender energía, que te hace ser mejor persona, que te ilumina y te hace sentir el más especial del planeta. Todo el mundo quiere experimentar ese tipo de amor, pero cada vez más gente dice no saber o no haber experimentado eso, o que le cuesta mucho, o que lo ve misión imposible.
Osho, un filosofo hindú estudioso de las religiones cuenta en su libro Aprender a amar que el amor es una forma de ser, una actitud, algo que empieza en uno mismo.
El amor primero parte de la libertad individual; si uno es libre y amoroso con los demás recibe amor, es capaz de encontrar el amor.
En el amor no se pide nada a cambio, sólo se da y al dar se recibe el triple. Cuando no esperas nada, el resultado es 100% satisfactorio, porque te aportará mucho. Al no esperar cuando algo viene es alucinante. Y mucha gente se preguntará ¿esto es muy difícil? No, porque cuando tú eres amor das, porque estás lleno. El acto de compartir, aparte, te hace estar más centrado.
En el amor tampoco se debe pedir nada, porque entonces te conviertes en un mendigo. Si algo debe desaparecer de tu vida debes dejar que se marche, sin apegarte, ya que eso significa que esa persona ya no eres tú y tiene un camino diferente al tuyo.
El amor es una meditación: el hombre se vuelve un Dios y la mujer una Diosa al que hay que adorar, no hay otra opción.
Por eso el amor te da libertad, porque te deja ser quién eres y ves en la otra persona un reflejo de ti mismo, no puedes parar de darle las gracias por enseñarte cosas que desconocías de tu persona. Así el amor se lleva el ego y te da el centro, te hace tomarte la vida con alegría y diversión, como un chiste maravilloso. Se puede y se debe vivir en una eterna luna de miel. Si lo que necesitas es separarte de vez en cuando para volver a sentir por esa persona, ¡hazlo!, pero sin reproches ni miedos. Eso no quiere decir que en el amor no haya momentos malos, sí que los hay: luchas, ira, celos… pero no hay que hacer nada más que observarlos y separarse del amado cuando estas pasan. Decir la verdad: “Ahora no puedo aportar nada positivo porque siento celos, así que me marcho hasta que se me pase, hasta que vea las cosas más claras y por mí mismo”.
No hay lugar para obsesionarse con el miedo, porque si no nunca se resolverán los problemas. Hay que pensar que nunca se repiten los mismos patrones porque todo está en constante fluir, en movimiento, siempre todo es nuevo.
Los defectos que se producen en todas las parejas son siempre los mismos:
Uno de los típicos es cuando uno de los miembros de la pareja tiene que sentir telepatía por el otro, entender su situación aunque no le hayan contado nada.
Otro es cuando trasladas la negatividad a tu pareja; en esos momentos como he apuntado antes es mejor desmarcarse, alejarse.
Hay que romper, también, con los patrones del pasado con las viejas experiencias. Cada persona es un mundo, una nueva aventura, una nueva historia preciosa e irrepetible.
Hay que pensar que en el amor siempre falla algo, que no puede ser perfecto. Es cierto que el amor no conoce la satisfacción total, porque es como un río y siempre está en constante movimiento.
No podemos tener como objetivo en la vida el amor, porque es algo que surge del inconsciente. Si se hace algo directo, si quieres conseguir algo de manera reiterada, fallarás. Así que si la cosa no fluye, déjala que siga su camino, sin impedimentos, porque si no lo dejas sufrirás y el sufrimiento se volverá una adicción. Si crees que amas a esa persona que se quiere marchar y crees que será imposible olvidarla, piénsala cada día, cada instante, todo lo que puedas y con mucha fuerza, deja que desborde tu amor hacia él o ella y entonces cuando menos esperes se habrá ido de tu mente. Y vuelve a ser feliz, porque sólo las personas felices atraen a personas felices a su lado.
No se puede sentir compasión por el ser amado, eso no es amor; el amor es empatía, el ponerse en la piel del otro y sentirla tuya. La compasión es deprimente, sitúa a las personas por encima de las otras.
Otro de los fallos típicos del mundo de la pareja es hacer sentir al otro que tiene la culpa de lo que te pasa; eso es imposible, es irreal, los problemas y las debilidades son de uno mismo y nada tienen que ver con la pareja.
Así que si queremos sentir el amor de verdad, llenémonos de amor. Compartamos el amor. Demos sin parar. Fluyamos. Y sobretodo, seamos libres siendo nosotros mismos.