El Gobierno inglés ha anunciado que va a cerrar las centrales eléctricas de carbón antes de 2025. La medida ha sido calificada por el ejecutivo británico como “una de las mayores y más eficientes contribuciones” del Reino Unido para reducir las emisiones de gases contaminantes. La secretaria de energía inglesa, Amber Rud, ha calificado de “perverso” continuar dependiendo del carbón, que en la actualidad proporciona casi un tercio de la electricidad que consumen sus compatriotas. Asimismo, ha anunciado que el gas se va a convertir en el suministrador energético “central” del país, por lo que se ha proyectado construir nuevas plantas alimentadas con gas en la próxima década. En palabras de la responsable de energía británica, el Reino Unido fue el primero en utilizar el carbón para alimentar su revolución industrial y ahora va a ser la primera economía importante en escapar de sus” garras”.
Este plan del Gobierno inglés ha sido bien acogido por los defensores del medio ambiente que, no obstante, han criticado el énfasis en el gas en lugar de optar por las energías renovables. De una manera muy gráfica, el activista Simon Bullock, de la organización ecologista “Amigos de la Tierra” ha criticado esta nueva estrategia, al considerar que “cambiar carbón por gas es como si un alcohólico cambia dos botellas de whisky al día por dos botellas de Oporto”.
Si bien el gas contamina menos que el carbón, los ecologistas sostienen que quemarlo libera cantidades significativas de dióxido de carbono y recomiendan invertir más bien en energías renovables como la solar o la eólica.
Este anuncio de acabar con el carbón como fuente de energía en Inglaterra se produce antes de la celebración este mes de diciembre de la cumbre sobre Cambio Climático de la ONU en París (COP21), destinada a alcanzar un nuevo acuerdo dirigido a reducir las emisiones globales de carbono y erradicar de forma paulatina los combustibles fósiles.
Esta nueva medida impulsada por el Gobierno inglés contrasta con la apuesta por las energías renovables que David Cameron hizo tras ganar las elecciones el pasado mes de mayo. Desde entonces, son varios ministros de su Gobierno los que ya han anunciado recortes a programas de apoyo a la energía solar, generación eólica en alta mar, biomasa y de eficiencia energética en general.
Coincidiendo con el anuncio del ejecutivo británico de acabar con el carbón como fuente de energía, se ha hecho público el informe Atlas del carbón publicado por la fundación Heinrich-Böll y “Amigos de la Tierra”. En él se denuncia que este mineral fue en 2014 el responsable de la emisión del 44% del total de emisiones de CO2 y más de un cuarto de todos los gases de efecto invernadero. Según esta última organización, la Unión Europea se resiste a la eliminación progresiva de esta fuente de energía porque “es presa” del poderoso lobby del carbón industrial.
En el informe también se señala que la demanda global de carbón "sigue al alza" y va a seguir creciendo un 2% cada año hasta 2019. La mitad del consumo mundial se concentra en China, el mayor consumidor e importador global de carbón. Resulta también llamativo que la empresa King Coal (“El rey del carbón”) genera más del 40% del total de la energía en Alemania. Un total de 35 grandes empresas productoras de carbón son responsables de un tercio de las emisiones globales desde 1988, según el informe. Sin embargo, los ecologistas sostienen que el consumo de carbón para producir energía va a decaer "a medio plazo" y que "incluso en China hay signos de que el consumo ha llegado a su máximo". En Estados Unidos, las empresas de carbón están al borde de la quiebra debido al cambio en el mercado hacia las energías renovables y otras fuentes de energía. En el lado opuesto están India y Rusia, que siguen dependiendo del consumo de carbón para mantener el crecimiento económico.
Desde “Amigos de la Tierra" y la fundación Heinrich-Böll consideran que un aumento de la proporción de energía renovable en la UE es compatible con los requisitos de las economías industrializadas. Añaden que dicho incremento tendría "efectos importantes" en la innovación y el empleo. Sin embargo, denuncian que la UE sigue destinando casi 10.000 millones de euros al año a subvenciones a las empresas que realizan actividades vinculadas con el carbón.
La extracción y quema de carbón provoca daños irreversibles en el medio ambiente y la salud de las personas. Tan solo en la Unión Europea, los problemas relacionados con la salud cuestan más de 40.000 millones de euros al año. “El Atlas del Carbón 2015 demuestra que no existe el carbón limpio”, afirma Jagoda Munic, presidenta de Amigos de la Tierra Internacional.