La fotografía de Aylan Kurdi, un pequeño niño sirio que fue encontrado muerto a la orilla de una playa en Turquía, es una imagen que conmovió al mundo, una imagen que a todos se nos ha quedado grabada en la memoria por ser tan dolorosa. La familia de Aylan solo buscaba escapar de las atrocidades de una guerra absurda entre el estado islámico y los combatientes kurdos, en la búsqueda de una vida mejor. Solo el padre sobrevivió en esta travesía.
Desgraciadamente, esta historia no es única. En todo el mundo, millones de personas migran de sus lugares de origen en busca de mejores condiciones de vida. Según datos de la UNICEF, actualmente son más de 214 millones los que viven fuera de su país de nacimiento. Algunos de ellos son migrantes políticos (personas que migran debido a conflictos sociales o políticos). Son pocas las personas que tienen la fortuna de elegir migrar en busca de nuevas experiencias de vida, para conocer nuevas culturas, por estudios, etc.
La gran mayoría de los migrantes viajan debido a razones económicas, ya que por lo general viven en condiciones de pobreza, les es difícil conseguir un empleo y los que lo tienen no ganan un sueldo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. En México y Centroamérica son muy comunes estos casos. Es por ello que miles de personas tratan de trasladarse a Estados Unidos en busca de oportunidades de empleo y desarrollo. La mayoría de estos migrantes son irregulares, debido a la dificultad de sacar los permisos correspondientes para hacerlo de forma legal. Se calcula que la mayoría de migrantes en Estados Unidos proviene de México con aproximadamente un 56%. Le sigue el 22% proveniente de América Latina.
Dentro de estos migrantes hay una gran cantidad de niños y adolescentes. Muchos de ellos han perdido la vida durante su travesía en busca de una vida mejor tal como le sucedió a Aylan Kurdi. Según un estudio realizado por Guillermo Alonso para el Colegio de la Frontera Norte, han fallecido aproximadamente unos 9.000 migrantes en la frontera de México y Estados Unidos. En su mayoría eran mexicanos y, de ellos, de un 10 a un 20% de los fallecidos fueron niños y adolescentes.
En México se ha discutido en el Senado de la República la posibilidad de recibir a refugiados sirios, una medida que aplaudo, pero también hay que tomar medidas urgentes para que los miles de migrantes y sobre todo los menores nacionales y centroamericanos que cruzan el país rumbo a la frontera norte no sean víctimas de robos, golpizas, secuestros, explotación, violaciones y otros abusos que vulneran los derechos humanos básicos. El Comité de las Naciones Unidas alerto a México sobre este problema, ya que va en aumento. “De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), cada año, alrededor de 40.000 niños y niñas que migran son repatriados desde Estados Unidos a México. De estos, 18.000 viajan solos. Al mismo tiempo, en 2007, 5.771 niños centroamericanos fueron repatriados desde México a sus países de origen”[1].
El problema de la migración afecta a todo el mundo y no va a terminar, así que no seamos una sociedad pasiva ante el sufrimiento ajeno. Todos podemos poner un grano de arena para ayudar a los migrantes que van de paso por nuestro país, podemos acercarnos directamente con alguna fundación para trabajar como voluntarios o donando ropa y alimentos. No importa que sea poco, lo importante es ser solidarios.
Fuentes y más información:
[1] Niños migrantes en las fronteras
La travesía: migración e infancia