El mes pasado se izó la bandera de los Estados Unidos en La Habana en la apertura oficial de la embajada estadounidense en Cuba, símbolo de la restauración de relaciones diplomáticas entre los dos países. Pocas semanas después, la bandera de Cuba tomó su puesto debido en el inmenso Hall of Nations del Kennedy Center de Washington, D.C., en un día que se celebraban los frutos de otros esfuerzos diplomáticos y la comunidad que nació entre jóvenes que cruzan espacios sobre tablas con ruedas.
Fue un momento emocionante entre muchos que se dieron como parte del festival Finding a Line, que del 4 al 13 de septiembre presentó funciones de jazz en vivo, patinaje y otras actividades, y para el cual inclusive fueron construidas especialmente varias pistas de skate en los predios exteriores del Kennedy Center.
De esos diez días, una jornada completa se le dedicó a Cuba, patrocinado en conjunto con la organización Cuba Skate. Fundada por el joven patinador Miles Jackson hace cinco años en su época universitaria (cuyo dominio del español da testimonio de sus doce viajes a Cuba), la organización de Cuba Skate promueve el intercambio cultural a través de apoyar la naciente comunidad y cultura del skate en Cuba, cuyos aproximadamente 200 patinadores, después de medio siglo de embargos y restricciones, carecen de los mínimos recursos para el deporte.
Jackson habla con gran cariño de sus socios del skate, sus ‘aseres’, y el efecto que le causó conocerlos y presenciar sus talentos y su pasión por el deporte cuando vivió en Cuba tres meses como estudiante. Cuenta Jackson que la izada de la bandera cubana en el enorme Hall of the Nations (donde también lucía una exposición con decenas de patinetas pintadas por artistas) lo impactó bastante: “Fue increíble. Hemos llevado muchas tablas, muchos zapatos y equipo a muchos chicos cubanos, pero el que suba esa bandera, no es que signifique que va a haber más patines, pero representa el progreso y la normalización y lo que está sucediendo entre nuestros dos países.
Neftalie Williams, miembro de la facultad de la University of Southern California, forma parte de la Mesa Directiva de Cuba Skate. Además, es escritor, fotógrafo, patinador y perito en el uso del skate como instrumento de diplomacia. Williams comenta que el evento de Finding a Line encajó perfectamente con la cultura global de skate, cuyas normas incluyen crear comunidad con otros y explorar nuevos espacios dentro de los cuales se forman nuevas amistades en esos espacios, lo que él describe como actos naturales de diplomacia pública.
A la par, el skate se da en interacción con los medios, ya que normalmente se documentan los movimientos y los trucos en vídeos con escogida curación musical. La música, dice Williams, forma parte del ADN del deporte, ya que uno patina a una canción que hace que el cuerpo se mueva bien y que tenga flow.
De allí que el festival fuera creado y curado por un jazzista, Jason Moran, Director Artistico para el Jazz del Kennedy Center, en coordinación además con Garth Ross, del Kennedy Center, no es hecho sorprendente. Moran dio varios conciertos al lado de las pistas especiales construida para el festival. Explica Williams que además, el jazz con su icónico elemento improvisatorio es un acompañamiento idóneo para el deporte, ya que los movimientos del patinador son siempre improvisados y la improvisación es parte de la manera en la que el patinador ve el mundo.
Para el día de Cuba Skate, tocó el jazzista cubano Pedrito Martínez con su agrupación, ofreciendo acordes a la par de los cuales jóvenes de todas edades parecían mecerse y colgarse del aire mismo al compás de sabrosos ritmos afrocubanos.
Añade Williams que la cultura skate da posibilidades de que uno se exprese de nuevas maneras en diversos espacios compartidos, dando como ejemplo el que los patinadores estén compartiendo el espacio con el Kennedy Center como parte del festival. Además, dice, las generaciones mayores, las que tienen poder, deben entender que con el skate están dándoles a sus propios hijos una manera de crecer y florecer: “Se trata de forjar nexos con jóvenes en todas partes del mundo. ¿Quién no quiere que sus hijos se consideren ciudadanos globales?
El día del festival organizado con Cuba Skate fue un lindo día músical y un gran día para la cultura skate en ambos países. El único bemol en la experiencia, comenta Jackson, fue que a los tres chicos cubanos que invitaron a participar en ese gran día se les negaron las visas (vinieron en su lugar otros tres que ya viven fuera de Cuba). Cuenta que le ha parecido que las discusiones sobre las relaciones diplomáticas que se han restablecido entre los dos países frecuentemente se centran en las posibilidades del turismo y los negocios que pudieran llevar a cabo los norteamericanos en Cuba, además del intercambio personal en cuanto a doctores y científicos.
Mas dice Jackson que el skate es una vía que puede ser un instrumento muy efectiva del intercambio cultural: “...No hay contacto e intercambio que sea más directo, de persona a persona, que el skate”.
A pesar de la ausencia de los tres patinadores que residen en Cuba, Jackson se siente positivo respecto al futuro. Las cosas sucederán, “poco a poco”, dice, y los eventos como los del Kennedy Center los califica de “cruciales”. Añade que los anglosajones tienen mucho que aprender de los cubanos: “Nos falta la comunidad, acá siempre andan metidos en los teléfonos. En Cuba los chicos hablan, andan, hablan con los viejos, esto nos falta a los ‘yuma’ (extranjeros). Espero que en los años que vienen, que el cambio que viene para Cuba, sea mejor, para su independencia; no es para turismo, o desarrollo, es para los cubanos”.
Enalces de interés
La música de Pedrito MArtínez figura con otros músicos cubanos en este programa de Beat Latino.
Este video del Kennedy Center muestra la función el día de Cuba Skate.