Resulta curioso que cuando buscas una idea para un artículo, o mejor dicho, cuando esperas expectante a que una idea te golpee súbitamente, en realidad lo que encuentras, si tienes éxito, es una pieza de puzle; una especie de nexo que consigue que las ideas que habías tenido anteriormente se sostengan unas con otras, como si de la piedra central de un arco se tratase –Dovela Clave, por si alguien tenía curiosidad por saberlo-.
Digo esto porque fue exactamente lo que me sucedió el otro día. Iba conduciendo y escuchando la radio cuando un anuncio consiguió captar toda mi atención. El corte en cuestión publicitaba un curso de filosofía por fascículos, y tras oírlo pensaba para mis adentros a modo de mofa: "¡Aprenda las claves de la existencia de la forma más cómoda y sencilla con nuestro nuevo curso de Philosophy for Dummies!".
Aún así volví a pensar en esa frase y ya no en tono de broma, sino tomándomela bien en serio; “la ley del mínimo esfuerzo” fue la idea que vino después y que a su vez desencadenó en el recuerdo de los atrofiados humanos que aparecían en la película Wall-E. Fue esto lo que me llevó a la idea principal de este artículo mensual:
El futuro es ahora
Anda que no habré escuchado veces esa frase, pero he de confesar que hasta ahora no le había sacado todo su jugo. Sin duda este eslogan fue ideado –ya tiene solana- a modo de auto-palmadita en la espalda de la humanidad, como diciendo “lo hemos conseguido, somos el todopoderoso ser humano capaz de los logros tecnológicos y científicos más increíbles; somos los más avanzados y mejores, la ciencia ficción ha dejado de ser un sueño y esa sociedad idílica basada en la tecnología está ya al alcance de nuestra mano; en resumen, somos la hostia”.
A decir verdad, no les falta razón al afirmar que por fin hemos conseguido alcanzar -y en muchos casos sobrepasar- a la ciencia ficción, pues a diario me fijo en pequeños detalles a mi alrededor y recuerdo de inmediato esas películas en donde nos pintan un futuro negro en el que la humanidad ha fallado como especie. Cierto es que en aquellas obras en las que se nos muestra un futuro poco esperanzador, el autor pretende hacer una crítica de la sociedad actual exagerando ciertos aspectos con el ánimo de transmitir al espectador las posibles consecuencias que tendría la perpetuación de esos comportamientos sociales en un hipotético futuro. Teniendo en cuenta esto, es más que lógico que se encuentren muchos paralelismos entre esos futuros y el hoy en día, pero creo que hemos llegado a un punto en el que más que paralelismos podemos ver realidades.
Recientemente, andando por un supermercado, me fijé en que cada pasillo tenía una tele con sonido en la cual emitían constantemente anuncios relacionados con la mercancía de ese mismo pasillo. A medida que avanzaba, se intercalaban frases en el ambiente enrareciéndolo sobremanera; "déle a su mascota todo el cariño que se merece con los piensos…". "Conozca la revolución para los suelos de su casa…". "Disfrute de su tiempo de descanso con los nuevos colchones…" y así un largo etcétera. Esto no solo me recordó de nuevo a la película Wall-E, sino que también trajo consigo de vuelta la sensación que tuve hace años de estar en el universo de Desafío Total cuando instalaron las televisiones en los vagones del Metro de Madrid.
Así que una vez puesta la premisa, dejé volar la cabeza comparando esos futuros desastrosos de las obras de ficción y el panorama actual. Me fijé en que no hace falta irse a Terminator o Asesinos cibernéticos para encontrar robots en el campo de batalla, o que al igual que en La fuga de Logan las personas son consideradas socialmente útiles mientras sean jóvenes y guapas; ya no hace falta ver Minority Report o Juez Dredd para ver un mundo en el que te asignan culpabilidades de antemano y en el que la policía te sentencie. Hoy vemos una diferencia de clases y unos impedimentos de acceso a los recursos para las clases bajas que nada tienen que envidiar a Gattaca o Elysium. Sin ir más lejos, recientemente hemos podido ver la creación de campos de refugiados al estilo de District 9, o los problemas xenófobos retratados en Alien Nation. Pongo la televisión, y veo una banalización de las tragedias que me trae inmediatamente a la mente Starship troopers, y a pesar de que hoy tenemos una mayor comunicación global, veo cómo cada día más información es prohibida al estilo de Días cruciales y bueno, ya si pensamos en La naranja mecánica nos damos cuenta de que hace bastante tiempo que dejó de hablar del futuro.
Ecosistemas personales
Cada una de estas comparaciones que iba imaginando me hubiese dado para un artículo, pero llegué a una que me pareció, no sé si más interesante, pero sí más extravagante. Recordé nuevamente el “órgano de ánimos” que aparecía en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, el cual era personal de cada individuo y cuya función era la de infundir el sentimiento que esa persona quisiese; si querías alegría, tristeza, satisfacción con tu propia vida o simplemente querías subirte la libido no tenías más que pulsar un botón. Esto me recordó a su vez una entrevista que le realizaron a Arturo Pérez-Reverte en la que decía que hoy en día tú eliges poner Salvados o Sálvame; si extrapolamos esa afirmación al mundo de Internet, vemos cómo cada persona, con su máquina personal, selecciona lo que quiere ver, de lo que se quiere informar, a lo que quiere jugar, si quiere charlar o si quiere ver vídeos. En definitiva, un órgano de ánimos que nos proporciona lo que nosotros le ordenemos.
Siguiendo esta idea, me percaté de que a fin de cuentas toda la amalgama de información que ve una persona en Internet acaba convirtiéndose en una especie de “ecosistema intelectual” de ese individuo. Dependiendo de las preferencias personales, unos usuarios se mueven por ciertos sitios de la red mientras que otros navegan por lugares completamente diferentes y veo cómo se van creando grupos sociales virtuales dependiendo de esas corrientes de movimiento por la red. Es lógico pensar que todo lo que ve un persona por Internet acaba influenciando en gran medida su manera de ver el mundo, pero siguiendo con el hilo de los posibles futuros planteados por la Ciencia Ficción, quise llevar este razonamiento algo más lejos.
Disyuntiva evolutiva
En este punto vino a mi cabeza la película El Tiempo en sus Manos –basada en la novela de H.G. Wells La Máquina del Tiempo- en la que se nos presenta un futuro en el que la raza humana se ha dividido en dos especies: los Morlocks y los Eloi. También me vino el guiño a esta obra que aparecía en la serie Futurama, en el que las dos razas resultantes son una especie de simios sin cerebro y otra raza de humanoides pequeños con un alto grado de inteligencia y ética.
Me pregunte si no sería posible que, dentro de miles de años, la raza humana se pudiese dividir en diferentes especies. Para que eso tuviese lugar, pensé, tendría que darse el caso de que existieran unos ecosistemas muy dispares que forzasen una disyuntiva en la evolución del ser humano; fue aquí cuando me di cuenta que quizá no tuviese que ser necesariamente un ambiente físico, sino que bien podría ser un ambiente enteramente intelectual que a su vez podría acabar condicionando tu vida a nivel físico a través de fomentar en el individuo unas actividades por encima de otras. La pregunta que me vino casi inmediatamente fue: ¿podría Internet llegar a convertirse en el catalizador de la evolución humana?
Puntos de vista
En este punto prefiero dejar esa pregunta en el aire y que sea el propio lector quien se haga sus conjeturas al respecto, pero volviendo a El tiempo en sus Manos y partiendo de la premisa de que esa división evolutiva en sucedió, en la película nos pintan a los Morlocks como “los malos”; unas criaturas simiescas que devoran a los Eloi. Estos, por su parte, viven despreocupados en la superficie, comiendo frutos y felices en la mayor de las ignorancias.
Desde un principio se nos presenta a los Eloi como unas pobres víctimas de las que se aprovechan los Morlocks, pero si lo pensamos bien, la realidad es que de las dos especies, la que estaba más evolucionada era la de los Morlocks, pues he de señalar que los Eloi no solo eran su presa, sino su ganado. Los Morlocks se ocupaban de que a los Eloi no les falte de nada; vivían en una sociedad organizada y sí, de vez en cuando se comían a los Eloi, pero tampoco recuerdo ver más mamíferos aparte de los Eloi –extinguidos tras la última gran guerra-, lo que convertía a estos en el único ganado existente, (aunque se podría pensar que los Morlocks podrían haberse limitado a comer frutas y vegetales al igual que lo Eloi, voy a ceñirme a las premisas que nos da la historia y dejar ese aspecto aparte).
Por lo tanto se podría pensar que la supervivencia de los Eloi dependía de los Morlocks, ya que hasta que vino el viajero del pasado, no eran capaces de valerse por sí mismos. De igual manera, tras la destrucción de los Morlocks –extinción, me atrevería a decir- necesitaron a este viajero, sus conocimientos y capacidad de razonamiento, muy superiores a los de los Eloi, para valerse por si mismos. Y es que no hay que olvidar que el viajero del tiempo y los Eloi son distintas especies de ser humano, con distintas capacidades.
Podríamos decir que al final los Eloi, ayudados por el viajero del tiempo, hicieron lo que los “malos” no habrían hecho nunca: la exterminación de la otra especie. Los Morlocks jamás habrían querido extinguir a su ganado, que en definitiva eran sus recursos, y hasta es posible que sin los Morlocks, los Eloi se hubieran extinguido ellos solos.
Los Morlocks vivían tranquilamente en su sociedad cuando sin saberlo y de la noche a la mañana se les declaró la guerra y los exterminaron a todos. Ahí lo dejo.
Al final, ese breve anuncio radiofónico del curso de filosofía consiguió hacerme filosofar sin entregarme ningún fascículo, pues me ayudo a darme este paseo mental que espero hayáis disfrutado y que quizá os ayude a sembrar una pequeña duda sobre quiénes son unos y otros, Morlocks y Eloi, en la sociedad actual. Yo personalmente, tengo mis serias dudas.