James Ellroy dijo de ella que era una de las seis mejores crime movies del cine norteamericano. A mí no me lo pareció ni de lejos cuando la vi en su estreno en 2007. Principalmente por un problema de expectativas equivocadas. Pero es de esas películas que quedan aparcadas en la memoria e intuyes que merecen una segunda oportunidad. Algún día.

Bien, ese día llegó ocho años después, tras ver la excelente Gone Girl (2014), también de David Fincher. Y ahora no puedo más que alabar el juicio de Ellroy con la fe del converso. Zodiac no es solo la mejor película de David Fincher sino un ejemplo casi perfecto de cine procesal.

Hay muchos aspectos de la narración cinematográfica que en Zodiac se muestran de forma sobresaliente. A partir de un material sumamente complejo, repleto de pistas falsas y callejones sin salida, Fincher conduce una investigación apasionante a lo largo de un periodo de veinte años y que ni siquiera ha concluido a día de hoy. Mucho menos en 2007.

La sensación que deja Zodiac tras su primer visionado es enormemente frustrante. Pero es que así de frustrante es la historia real del asesino del Zodiaco[1].

El asesino del Zodiaco en los medios

El asesino del Zodiaco fue un asesino en serie que aterrorizó el área de San Francisco entre finales de los sesenta y primeros setenta. No era el primero ni sería el último en la larga lista de serial killers de Estados Unidos. Pero al Zodiaco lo distingue en su descarada búsqueda del estrellato mediático. Los famosos criptogramas[2] que mandaba a los medios y su presunta intervención por teléfono en un show televisivo en directo dispararon la paranoia acerca del asesino en 1969. Lo que habría conseguido de tener Internet a su alcance.

Los asesinatos probados del Zodiaco son cinco, aunque él llego a atribuirse más de una treintena. Oficialmente no volvió a matar desde 1969 pero continuó comunicándose con los medios y el público norteamericano durante varios años más. La investigación nunca encontró un culpable definitivo más allá de pruebas circunstanciales contra varios sospechosos. Jamás se detuvo o enjuició a nadie. El caso, a día de hoy, continúa abierto.

Lógicamente, el Zodiaco se convirtió en un mito completamente integrado en la cultura estadounidense, tan aficionada a esta clase de personajes. La producción en torno al personaje abarca numerosos documentales, libros, películas y reportajes. Una ingente cantidad de material que aporta, básicamente, confusión[3] en lo que no deja de ser un apasionante misterio.

Películas sobre el Zodiaco ya había unas cuantas para cuando Fincher abordó la historia. Principalmente de serie B, pero entre todas ellas destaca la excelente Dirty Harry (1970) de Don Siegel. Estrenada cuando la amenaza del Zodiaco aún era patente, el icónico personaje de Clint Eastwood se encargaba de un asesino en serie que era una copia sin disimulos del Zodiaco.

Los obstáculos legales que en la vida real impedían al detective Dave Toschi conseguir una orden de registro contra el enormemente sospechoso Arthur Leigh Allen eran una tontada para Harry Callahan, evidentemente. Eastwood solucionaba el asunto del Zodiaco a base de Magnum 44 y soltando una de sus frases míticas: "do you feel lucky, punk?".

La producción de Zodiac

Lo que no han faltado han sido decenas de documentales y libros con todo tipo de teorías sobre la identidad del Zodiaco. De entre todos ellos, los más destacables son los de Robert Graysmith[4], uno de los protagonistas de Zodiac[5] y en cuyo trabajo se ha basado el guión de James Vanderbilt. Vanderbilt había leído el libro de Graysmith cuando se publicó en los 80 y escribió el guión de Zodiac tras conocer personalmente a Graysmith. Phoenix Pictures se interesó en él y se lo hizo llegar a Fincher en 2003.

Resulta que Fincher había sido uno de los niños que en 1969 subían con miedo al autobús escolar por si el Zodiaco se decidía a cumplir su promesa de masacrar un trasporte escolar, ampliamente difundida en los medios de la época. La psicosis que vivió la ciudad durante un tiempo fue de órdago. La experiencia dejó una huella en el pequeño Fincher y se interesó inmediatamente cuando el proyecto se cruzó en su carrera profesional.

El caso es que director y guionista llevan a cabo durante unos meses una investigación en la que revisan archivos y entrevistan a testigos y diversos protagonistas de la historia. La idea de Fincher es evitar las especulaciones infundadas y tener como biblia los informes policiales. Cuentan con la colaboración de las dos víctimas supervivientes del Zodiaco y algunos de los hombres que investigaron el caso durante más de una década.

La película se presupuesta en 74 millones de dólares que recaudaría justamente en su exhibición cinematográfica, aunque acaba por adquirir una reputación como película de culto. Se rueda con una, entonces, nueva cámara digital –Thomson Viper- y se publicita como la primera gran producción rodada enteramente en ese formato. Solo que realmente no es así: los asesinatos del Zodiaco fueron rodados en película tradicional.

Zodiac termina su rodaje bajo presupuesto: 115 días en los que se realizan hasta 70 tomas[6] de una misma escena. Fincher, el perfeccionista, pone al límite la paciencia de un reparto de peso formado por Robert Downey Jr, como el periodista obsesionado por el Zodiaco Paul Avery; Jake Gylleghan, como el caricaturista obsesionado con el asesino en serie Robert Graysmith; y Mark Ruffalo, como el detective Dave Toschi, también dedicado en cuerpo y alma a la investigación.

El Zodiaco de David Fincher

Si tuviera que relacionar las virtudes de esta película con alguna otra sería con JFK (1991). Aquella película de Oliver Stone que recreaba la investigación del asesinato de Kennedy con un dominio del medio narrativo como no se le ha vuelto a ver. Stone sumergía al espectador en una trama tremendamente enrevesada, repleta de datos e interpretaciones dispares de la que han surgido todo tipo de teorías. Pero mantenía la historia enfocada en todo momento y al espectador en ella mientras desplegaba con una tremenda seguridad todo tipo de recursos visuales y trucos narrativos.

Un logro similar consigue Fincher. Sin la parte de experimentación narrativa que es lo que a priori le pega a alguien como como el director de El Club de la Lucha (1999). Pero lo primero, para enmarcarlo.

Zodiac es una película coral en la que el principal actor narrativo es el puzzle que intentan componer los protagonistas. Como van estudiando cada una de las fichas y desechándola o encajándola, aparentemente, en su sitio. Para llegar a una composición final que no puede mostrar la imagen completa porque faltan piezas y, algunas, después de todo, no encajan donde se supone deberían hacerlo.

Es un viaje fascinante mientras dura. Fincher, que ya había epatado al mundo dos veces para entonces, deja de ser el Fincher de Fight Club y Seven (1995) para convertirse en un director de corte clásico. Un tipo con un respeto absoluto por la historia que cuenta, que se olvida de los trucos y filigranas habituales y pone el perfectamente estructurado guión de Vanderbilt en imágenes con tanta elegancia como eficacia. De manual.

La película estructura su narración a través de cuatro personajes principales: el Zodiaco –que en los créditos aparece interpretado por tres actores diferentes y ninguno de ellos es el principal sospechoso que presenta la cinta-, Graysmith, Paul Avery Y Dave Toschi.

El Zodiaco impulsa la primera media hora de la película en la que suceden todos los asesinatos atribuidos de forma oficial. A partir de ese momento, el principal detective del caso encabeza la narración compartiendo protagonismo con Paul Avery. Mientras que Graysmith conduce la historia en su última parte, cuando todos los demás han abandonado la investigación.

Muy acertadamente, la evolución de cada uno de los personajes se narra a través de hechos siempre vinculados a la investigación que impulsa la historia. Lo que ayuda a evitar que el ritmo decaiga o la historia se aleje de lo que realmente quiere contar.

Junto al detallismo y el enfoque de Fincher en la investigación es lo que consigue que Zodiac transmita una sólida sensación de verosimilitud en todo lo que cuenta. Pero esto no deja de ser cine y se toma algunas licencias que sorprenden cuando se descubren. Por ejemplo, en la presunta intervención del Zodiaco en un show televisivo de la época podemos comparar lo que realmente sucedió y la visión de Fincher[7]. Zodiac presenta a Leigh Allen como el sospechoso más probable de haber cometido los crímenes del Zodiaco. También deja a otros sospechosos envueltos en la duda pero, al igual que conseguía Oliver Stone en JFK, Fincher te deja convencido de su enfoque.

Si en aquella salías absolutamente convencido que todo pichiblás estuvo pringado de alguna forma en uno de los magnicidios del siglo pasado, aquí sales sin terminar de entender por qué Toschi y compañía no le ponen las esposas a Leigh Allen en la primera y única entrevista que le realizaron. Ya sé, el ADN reconstruido no coincide. Pero la abrumadora cantidad de pruebas circunstanciales desafían las leyes de la probabilidad. Yo estoy con Fincher. Y por su jeta. Chungo, claramente[8].

Referencias

[1]La historia del asesino del Zodiaco
[2]Criptogramas del asesino del Zodiaco
[3]Noticias que rodean al caso
[4]Libros de Robert Graysmith
[5]La película
[6]El rodaje
[7]Intervención del asesino en un programa de televisión
[8]Leigh Allen