Soy periodista, en 2013 terminé mi carrera en la Universidad de Valladolid. Sin trabajo y algo hastiada de obtener solamente contratos en prácticas y mal remunerados obtuve una beca con la que me vine a trabajar a Belfast, en Irlanda del Norte.
Belfast es una ciudad bonita y acogedora y su paisaje y su gente se parecen mucho a los de donde yo soy, Galicia. Eso a veces te hace sentir algo menos de morriña y un poco más “como en casa”. Eso, y también que cada vez somos más los españoles que estamos aquí tratando de buscarnos la vida.
Somos parte de esos “jóvenes aventureros” que nos intentamos labrar en el extranjero el futuro que España no nos ofrece. Somos los que por mucho que nuestro país nos da la espalda, tenemos la esperanza de volver algún día con una oferta de trabajo digna.
Somos esos que “adelgazamos” las listas del paro, esos a los que el gobierno prefiere no mencionar. Es curioso. En Belfast se han celebrado elecciones hace muy poco y todos nosotros hemos podido votar aunque no lo fue así en las de España.
Para votar desde el extranjero había que rogar este derecho antes del 25 de abril, en persona y en tu embajada o consulado más cercano. Ahí está la trampa. Los comicios españoles se llevarán a cabo habiendo impedido el voto de miles de emigrantes. Y digo impidiendo porque nosotros no ejercimos ni ejerceremos nuestro derecho en las próximas generales a no ser que dispongamos del tiempo y el dinero para poder acudir personalmente. Algo imposible para la mayoría de los emigrados.
Mi caso, como el de todos los residentes en Irlanda del Norte, es solo uno de muchos ejemplos alrededor del globo. Para nosotros supone comprar un vuelo a Escocia. Esta es la única solución que nos ofrecen, ya que la embajada en Dublín se desentiende del problema por pertenecer a otro país.
Belfast, capital de Irlanda del Norte, está a dos horas de la capital de la República de Irlanda pero pertenece a Reino Unido. Fue precisamente la división en el norte entre los ciudadanos que querían la reunificación de la isla y los que preferían seguir siendo británicos lo que motivó un conflicto histórico que todavía colea en la actualidad.
Lo que no es comprensible es que esta situación afecte al derecho a voto de los ciudadanos españoles emigrados en esta parte de la isla ya que la única solución que nos dan, al no tramitar nuestros votos Dublín, es ir a nuestro consulado más cercano dentro de Reino Unido. Es decir, a Escocia.
Nos hablan de consulado “cercano” como si ir a Escocia no supusiese comprar un vuelo, viajar y ausentarnos de nuestros respectivos trabajos. Como si no fuésemos a viajar a España si estuviera dentro de nuestras posibilidades.
Luego dirán que no votamos porque no queremos. Presumirán de que los europeos residentes en España o los nacionales de países con acuerdos que lo permitan podrán votar, pero eludirán que los españoles emigrados no lo pueden hacer a menos que tengan la suerte de contar con un consulado o embajada a una distancia razonable.
Bueno, no lo dirán. En realidad ya lo dicen. “Sí que podemos votar”, “sí que tenemos derecho a voto”, solo “tenemos que viajar a Escocia”.