La lucha por la Independencia de Panamá de Colombia, que culminó en 1903, no era ajena a los intereses canaleros transístmicos de los Estados Unidos, lo que hizo que, en 1902, el Senado de los Estados Unidos aprobara la propuesta de la construcción del Canal, cambiando su intención de construir el Canal por la vía del Río San Juan, limítrofe entre Costa Rica y Nicaragua, el Gran Lago de Nicaragua, el lago de Cocibolca, y el Estrecho de Rivas, en Nicaragua, que era otro proyecto de construcción canalera que no ha desaparecido del todo.
A inicios de la década de 1910 esta intención se mantenía, lo que se afirmó en el Tratado Bryan Chamorro, entre Estados Unidos y Nicaragua, el 5 de agosto de 1914, a inicios de la I Guerra Mundial, firmado por los presidentes Thomas Woodrow Wilson y Adolfo Díaz Recinos.
Este intento canalero provocó un conflicto diplomático entre Costa Rica, Nicaragua y El Salvador, que impidió su realización.
El Tratado Bryan Chamorro afectaba, por sus alcances, a Costa Rica y El Salvador, que lo cuestionaron ante la Corte de Justicia Centroamericana existente en esa época, lo que hizo que la Corte desapareciera por este conflicto.
La Corte había sido creada por disposición de los Tratados de Paz y Amistad de Washington, mediante la Convención para el Establecimiento de una Corte de Justicia Centroamericana que fue firmada el 20 de diciembre de 1907 en Washington, por Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, y estuvo vigente entre 1908 y 1918, cuando caducó la Convención.
Estados Unidos intervino militar y políticamente en esa década en Nicaragua, creando de hecho un protectorado que provocó movimientos insurreccionales, nacionalistas y antiimperialistas, dirigidos por Benjamín Zeledón en la década de 1910, y por Augusto César Sandino en la década de 1920, hasta el retiro de las tropas estadounidenses en 1933.
En Panamá, el Tratado Hay-Bunau Varilla también dio origen a movimientos separatistas orientados que, fracasados, culminaron el 3 de noviembre de 1903 con la Independencia de Panamá, como se celebra actualmente, dando origen a la llamada época republicana de Panamá desde el siglo XX.
El tratado Hay-Bunau Varilla, con todas sus modificaciones, fue derogado por los presidentes Omar Torrijos y Jimmy Carter el 13 de setiembre de 1977.
Este Tratado también abrió el camino para la construcción del Canal que se terminó en 1914, cuando fue inaugurado, al iniciarse la I Guerra Mundial, situación que hizo que Panamá se declarara “neutral” frente al conflicto bélico hasta 1917, cuando se sumó a los aliados que ganaron la guerra.
El Canal de Panamá desarrolló una “Zona del Canal” bajo dominio de los Estados Unidos, una franja territorial dentro de Panamá que era como un país dentro de otro país. De hecho, se decía que Panamá tenía seis fronteras: la de Colombia, la de Costa Rica, la de los dos océanos y las dos que lindaban el territorio de la Zona del Canal.
Por el Tratado Arias Roosevelt de 1936, firmado por los presidentes Armodio Arias y Franklin Delano Roosevelt, se anuló el principio de intervención militar que tenía Estados Unidos en los asuntos internos de Panamá para establecer el concepto de país protegido en el contexto de la II Guerra Mundial.
Entre 1941 y 1945, Panamá facilitó la ocupación de la Zona del Canal mediante el arriendo de terrenos a los Estados Unidos, que se justificaron por los motivos de la defensa continental antinazi.
La Zona del Canal, con este motivo y posterior a la guerra, se convirtió en un centro militar estratégico de los Estados Unidos para todo el continente.
Allí tuvo su base el Comando Sur de los Estados Unidos, que desplegó un sistema de 16 bases militares de distinto tipo y preparación, para soldados norteamericanos y para el entrenamiento de soldados y cuerpos militares de los ejércitos de todo el continente, especialmente en la llamada Escuela de las Américas, donde se fortalecieron los cursos de contrainsurgencia y contra guerrillas.
Además, allí se preparó a la mayor parte de los dictadores y tiranos del continente en el período de la Guerra Fría, hasta el término de la dominación del Canal por los Estados Unidos, 1945-1977.
El Comando Sur afectaba 31 países del continente con planes de contingencia, de operaciones de diversa materia militar y de cooperación de seguridad militar para el Caribe, América Central y Sur América.
Entre 1945 y 1948, Panamá pidió a los Estados Unidos la devolución de los territorios de la zona, exigiendo la renegociación.
Sin embargo, se impuso la decisión del Departamento de Guerra de los Estados Unidos de mantener de manera indefinida los terrenos, lo que estimuló corrientes nacionalistas panameñas.
En 1947, esto ocasionó grandes protestas (especialmente de los estudiantes universitarios) contra la Asamblea Nacional panameña y se votó negativamente el tratado que quería aprobarse extendiendo por 20 años los contratos de arrendamiento de 13 instalaciones norteamericanas en la zona canalera.
En 1948 se impulsó la llamada Zona Libre de Colón como un área o institución autónoma del Estado de Panamá, con una zona franca.
En 1948, bajo las directrices del Presidente Truman, se fortaleció la preparación militar de las tropas y ejércitos del continente, dentro de una visión de prevención y defensa ante el comunismo internacional, luego de que en Europa, al terminar la II Guerra Mundial, surgieran varios países de tipo socialista.
Ello se materializó con la aprobación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) el 2 de setiembre de 1947, y con la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA), el 30 de abril de 1948.
En 1955, con el Tratado Remón-Eisenhower, se le otorgaron más ventajas económicas y se mejoró el pago de los arriendos por el uso del canal.
La Zona del Canal mantenía de hecho partido o dividido a Panamá, hasta que en 1962, el 12 de octubre, se inauguró el llamado Puente de las Américas, que permitió la unión terrestre de ambas partes del Canal de Panamá, fortaleciendo el viejo sueño de la Carretera Interamericana, considerada la carretera más larga del mundo, cuya construcción se inició en la década de 1930. Esta está interrumpida en la región del Darién, en Panamá, donde no se ha construido todavía ningún trecho carretero, lo que separa a Sur América del resto continental por la vía terrestre.
En 1964, el 9 de enero, de nuevo hubo protestas estudiantiles y populares que se provocaron por la izada de la bandera panameña a la par de la estadounidense en la Zona del Canal, por el acuerdo de los presidentes Roberto Chiari y John F. Kennedy en 1962. Las protestas tuvieron un saldo de 21 muertos y más de 300 personas heridas. El 9 de enero de 1964 se convirtió hasta hoy en una fecha emblemática del pueblo panameño.
En 1965 se volvió a plantear el tema de la Administración del Canal con la llamada Declaración Robles-Johnson, entre los presidentes Marco Aurelio Robles y Lyndon Johnson.
En 1968, el 11 de octubre, se provocó un golpe de Estado contra el presidente Arnulfo Arias Madrid, que condujo a que en el año 1969 el General de Brigada Omar Torrijos asumiera el mando de la República de Panamá, iniciando en los años siguientes un proceso revolucionario de corte nacionalista y populista.
Así, en 1977, Torrijos y el Presidente Jimmy Carter firmaron los Tratados Torrijos-Carter que entregaron la administración del Canal de Panamá al gobierno del Panamá, y obligaron al abandono de todas las infraestructuras militares y civiles que en la Zona del Canal tenía Estados Unidos, obligando también al cambio de sede del Comando Sur de los Estados Unidos a Puerto Rico.
Muerto Torrijos, en un “dudoso” accidente aéreo el 31 de julio de 1981, asumió el gobierno el general de cuatro estrellas Manuel Antonio Noriega en 1983, que, por contradicciones políticas y militares con Estados Unidos, sufrió un bloqueo económico, agudizando una crisis social en Panamá, hasta que el 20 de diciembre de 1989 el ejército de los Estados Unidos invadió Panamá, capturando al General Noriega, a quien sometió ante la justicia norteamericana. La invasión provocó más de 500 muertos.
Como resultado de la invasión, en 1990 el presidente de Panamá Guillermo Endara abolió las fuerzas militares de Panamá, lo que se reafirmó con un referéndum popular el 15 de noviembre de 1992.
En 1999, el 31 de diciembre, bajo el gobierno de Mireya Moscoso, la primera mujer en ejercer la presidencia en Panamá, se asume del control total del Canal de Panamá hasta hoy, situación gravemente amenazada por el presidente Donald Trump.
En el 2016 culminaron las obras de ampliación del Canal de Panamá, idea que venía desde 1930, cuando se había pensado en ampliar la capacidad de tránsito del Canal de Panamá.
Estados Unidos lo había intentado en 1939, lo que se suspendió por el inicio y desarrollo de la II Guerra Mundial.
En la década de 1980-1990, Japón, Estados Unidos y Panamá replantearon el tema de la ampliación del Canal.
La ampliación del Canal de Panamá, con un tercer juego de esclusas, se hizo con la aprobación de un referéndum popular el 24 de abril del 2006, durante el gobierno de Martín Torrijos, bajo la dirección de la empresa española SACYR, abriéndose desde el 2018 al paso de barcos Neopanamax, de gran capacidad de tonelaje.
En la actualidad, el crecimiento del uso del Canal ha destacado el movimiento comercial desde China, lo que ha preocupado a los Estados Unidos, especialmente al actual gobierno de Donald Trump, señalando que ello les provoca un desequilibrio comercial, además de un problema geopolítico por la presencia China en la región.
Trump ha dicho que el Canal en su totalidad administrativa lo controla China, lo que no acepta, y que tampoco es cierto.
Esta situación ha planteado una seria amenaza a Panamá, porque Trump con toda claridad ha dicho públicamente que va a recuperar el Canal de Panamá para que esté en manos de la administración de los Estados Unidos, y si es necesario lo hará por ocupación o intervención militar.
El Canal de Panamá es una de las obras de ingeniería más importantes del mundo, con una extensión de 80 kilómetros, de océano a océano, que acorta las distancias comerciales mundiales de manera significativa, evitando rodear el continente por el Cabo de Hornos.
Los proyectos canaleros del Istmo de Tehuantepec, de la Depresión del Río Atrato y el de Nicaragua seguirán en posibilidad, nada inmediata, mientras el Canal de Panamá seguirá fortaleciéndose.
En el caso del Canal en Nicaragua, el actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsarlo cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se toca el rio San Juan, limítrofe de ambos países.
El 8 de julio del 2014 se anunció, por la empresa China HKND Group, la posible ruta canalera, con la intención de aumentar tráfico y el tránsito interoceánico de barcos con mayor carga de los que pasan actualmente por el Canal de Panamá y para estimular más el comercio de América Latina con China.
En el 2014 se anunció que Rusia colaboraría en este proyecto.
El peligro de la amenaza de Trump de ocupación militar para apropiarse nuevamente de la administración y de la zona del Canal de Panamá es inminente. Puede suceder en cualquier momento en que el presidente Trump así lo estime.
Sabe Trump que no hay condiciones hemisféricas, con la OEA y su Fuerza Interamericana de Paz, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), de impedir una agresión militar de este tipo.
El TIAR quedó inaplicable cuando Argentina lo invocó para enfrentar la ocupación inglesa de las Islas Malvinas, en 1982, en que los Estados Unidos se aliaron con Inglaterra, apoyando su ocupación, dándole la espalda a Latinoamérica y a la OEA.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no desvela a Trump. Existe en el papel como una buena intención de buscar la integración política, económica, social y cultural de la región.
En una situación de agresión militar de Trump a cualquiera de los países latinoamericanos, la CELAC no tiene ninguna capacidad militar de evitarla o enfrentarla.
Una agresión militar de este tipo le permitiría igualmente evaluar sus otros dos objetivos de intervención militar en el continente:
Groenlandia, con el ánimo de incorporarla como parte de los territorios de los Estados Unidos y con la idea de fortalecer su seguridad nacional en esa región, aspecto que ya ha insinuado, motivado por una mayoría poblacional groenlandesa que se pronuncia por la separación de Dinamarca, pero con más del 80% de la población que no está de acuerdo con ser incorporados a los Estados Unidos;
y Venezuela, donde también ha planteado la intervención militar para capturar al grupo gobernante de Venezuela, al que tiene acusado de narcoterrorista.
La geopolítica mundial que traza el presidente Trump sin duda alguna ha cambiado el panorama de las relaciones internacionales, y mantiene amenazas de alterarlas más.
Esta geopolítica incluye la redefinición y renegociación o ruptura de los Tratados económicos y de Libre Comercio que Estados Unidos tiene, por ahora, con Canadá, México, la Unión Europea y la República Popular China.
El Canal de Panamá es más que un sueño de opio de Trump. Es una realidad casi tangible.
En su visión geopolítica internacional, Trump traza un nuevo diseño de las fronteras de los Estados Unidos.
Proyecta la anexión de Canadá, en condición de Estado 51 de la Unión, de los Estados Unidos; proyecta la compra o anexión del territorio dinamarqués de Groenlandia y la “recuperación” del Canal de Panamá, su Zona del Canal, considerando que el Tratado Torrijos-Carter no debió haberse firmado, y que fue ilegal su anulación.
Trump ha señalado clara y reiteradamente sus intenciones de acudir a la intervención militar para lograr estos objetivos y territorios estratégicos para él.
Como parte de esta visión cartográfica, ya ha planteado que el histórico Golfo de México se llame oficialmente para los Estados Unidos como “Golfo de América”, y así se establezca en su cartografía.
Panamá se encuentra en su propia encrucijada por la importancia estratégica, comercial y geopolítica que el canal interoceánico tiene hoy.
Con Panamá están en la encrucijada política, diplomática y militar los organismos internacionales de la OEA y la ONU, sujetos a un proceso de debilitamiento político.
Las políticas internacionales de Trump se orientan a fortalecer su presencia dominante en los organismos internacionales, saliéndose de ellos si le ocasionan un alto gasto a los Estados Unidos, si los países que participan no colaboran proporcionalmente a los gastos de su mantenimiento o si se vuelven críticos hacia las políticas estadounidenses.
No le importa si son organismos sociales, culturales, médicos, sanitarios o de salud, como es la Organización Mundial de la Salud, o si son militares como la OTAN, que la tiene cuestionada.
El actual gobierno de Nicaragua, desde el 2013, ha tratado de impulsar un canal interoceánico cruzando su territorio con participación, principalmente, de capital privado de la República Popular China, lo que no se ha podido concretar del todo, sin afectar la región limítrofe con Costa Rica, aunque en el proyecto inicial no se tocaba el rio San Juan, limítrofe de ambos países.
Recordemos que en 2014 se anunció la intención de la empresa China HKND Group de realizar obras para estimular el comercio de América Latina con China, y que Rusia colaboraría en este proyecto.
El posible Canal chino en Nicaragua no altera hasta hoy a Trump.
A Trump no le preocupa la presencia China en Nicaragua. Sí le preocupa en Panamá, especialmente porque en el 13 de junio del 2017 establecieron relaciones diplomáticas, donde China se ha convertido en un importante cliente comercial y económico de Panamá, siendo el segundo usuario después de Estados Unidos.
El Canal ampliado se inauguró con el paso de un buque chino, de la empresa COSCO.
China es, a la vez, el principal proveedor de la Zona Libre de Colón, la zona franca más importante del continente y la segunda del mundo.
En Colón se ha anunciado la construcción china de un puerto de contenedores y de recepción de gas licuado, con capacidad de atender los barcos Neopanamax.
También se anunció la construcción de un puente sobre el Canal y una terminal de cruceros, ampliando la infraestructura ferroviaria, hasta la Provincia de Chiriquí, en 400 kilómetros y dos vuelos semanales Panamá-Pekín de la aerolínea Air China.
En la economía, la presencia china está en el Bank of China, el Banco Industrial y Comercial, el Exim Bank y el China Development Bank, y la proyección de la Nueva Ruta Mundial de la Seda.
Esta es la preocupación de Trump en Panamá, la presencia que quiere desarticular.
No es la espada de Damocles, sino la de Trump la que está sobre todos nosotros, sobre el mundo que ve Trump.