La industria forestal en Chile, el segundo sector de exportaciones del país después de la minería del cobre, basa su modelo de negocio en la producción de celulosa a bajo costo, valiéndose de:
- Fuertes subsidios estatales
- Alta especialización en mono-cultura de pinos y eucaliptos (que crecen rápidamente en relación a la celulosa producida),
- Externalización irresponsable de costos en forma de contaminación ambiental, agotamiento de las fuentes naturales de agua, aumento del riesgo de incendio, reducción progresiva de la biodiversidad del suelo del bosque, reducción de las áreas cubiertas de bosques autóctonos, además de la rápida erosión de las tierras y el mayor riesgo de aluviones. La destrucción del medio ambiente en estas condiciones representa un costo inestimable.
- Uso exagerado de herbicidas e insecticidas para favorecen la mono-cultura, que implica nuevamente contaminación ambiental y envenenamiento de aguas del subsuelo.
- Explotación de los trabajadores.
- Subordinación de los intereses y el bienestar de las comunidades locales a sus propios intereses de rápida ganancia.
- La falta de una cobertura asegurativa y prevención suficiente que proteja a los trabajadores y a las comunidades locales en caso de tragedias ambientales, enfermedad y/o accidente.
Este modelo predador, por definición insostenible desde un punto de vista social, económico y ecológico, es el modelo por excelencia de un capitalismo retrógrado que caracteriza la economía del país y se basa en la extracción indiscriminada de recursos naturales para venderlos a bajo costo en el mercado internacional, sin que exista ningún tipo de compensación, redistribución y protección de las comunidades locales, como si los bienes naturales del país fuesen propiedad de unos pocos. Los propietarios de estas actividades extractivas pueden asegurarse rápidas y altas ganancias sin pensar absolutamente en una reinversión social, educacional, de infraestructura y/o a nivel de reforestación y sustitución sostenible de los recursos naturales enajenados.
Esta tipología de actividad económica produce el enriquecimiento de unos pocos a corto plazo y el empobrecimiento de las mayorías junto a un empobrecimiento progresivo del país, como resultado de la explotación exagerada de los recursos naturales, la erosión de la tierra, la eliminación de los bosques autóctonos, la contaminación ambiental con todas sus implicaciones y las tensiones sociales creadas.
Existe una alianza implícita entre los beneficiarios directos de este modelo económico (que en realidad son unos pocos grupos) y el gobierno del país, independientemente del color político de los gobernantes del momento. Esta alianza implica entre otras cosas una reducción de los impuestos, la aprobación de leyes favorables a la actividad de explotación de los recursos naturales, inversiones con capitales públicos en la infraestructura necesaria para promover la actividad, además de subsidios injustificables, junto a la aceptación de la contaminación ambiental que representa, más allá del problema de la desvalorización económica de los bienes naturales, determinada por la rápida enajenación de recursos no sustituibles, un enorme deterioro de la salud pública y un aumento del costo y reducción de calidad de los alimentos para la mayoría de población.
El sistema económico chileno, altamente concentrado y sin control estatal eficiente -al contrario, con un apoyo incondicional a las actividades predadoras e inmorales de los conglomerados económico-financieros- hace del país una realidad corporativista de tipo parasitario que lleva progresivamente a un colapso general del sistema-país, determinado por la desigualdad social, la incompetencia, el agotamiento de los recursos naturales, la falta de inversiones en actividades sostenibles, la falta de renovación de los recursos extraídos, la contaminación progresiva, las tensiones sociales y los graves problemas de salud que esto causa. A ello se unen las tragedias hidrogeológicas motivadas por la erosión y los cambios climáticos. Esta situación se agrava por otros factores como la corrupción de la clase dirigente y una falta total de visión y perspectiva, que permita superar los problemas apenas descritos del modelo económico del país.