“Compartimos una visión y entendemos el arte como medio para expresar nuestra angustia interna ante tal degradación, en una sociedad de la que también nosotras participamos”. Aunque ésta pueda parecer una reflexión de uno de los grandes filósofos de este siglo, o del anterior, lo cierto es que la cita pertenece a dos jóvenes – Ana y Raquel – de apenas 23 años que ya pueden denominarse ‘artistas’. Y no por el hecho de que hayan sido capaces de terminar la licenciatura de Bellas Artes o por montar una exposición recientemente, sino porque han llegado a plasmar y expresar todos sus sentimientos e inquietudes internas a través del arte.
Una concepción que, en este primer proyecto que afrontan unidas – rasgo, en sí mismo, que es característico y singular de la esencia de la exposición –, parte de una fuerte crítica hacia la sociedad actual. “Hablamos sobre el nihilismo, el hecho de que en este mundo, que está tan lleno de cosas materiales, la sociedad se ha desmaterializado cada vez más y hacemos también una crítica al hedonismo y el hombre masa”. En este sentido, y a través del filósofo y crítico francés, Gilles Lipovetsky, estas dos jóvenes intentan plasmar mediante un lenguaje sencillo, un concepto que no lo es tanto en sí mismo. “Representamos la desustancialización del ser, pero a través de un discurso sencillo, ya que si empleas una forma compleja, para explicar un concepto también difícil de entender, al final el que se acerca a la obra no va a entender nada, y lo que queremos es que la gente entienda la crítica que hacemos”.
Este proyecto comenzó el pasado año en una clase de litografía de último año de carrera. Ambas debían presentar un proyecto y se dieron cuenta de que la base, lo que hablaban y criticaban era, esencialmente, lo mismo. Ana lo mostraba desde un punto de vista más reflexivo, y Raquel, desde una perspectiva de impacto. No obstante, las dos llegaban a lo mismo: la realidad de la sociedad y del mundo en el que convivimos día a día, aunque, cada vez más, de manera más individual. Percepciones que, además, se deben también al propio ‘background’ de cada una de ellas. Ya que mientras Raquel se criaba en un ambiente reivindicativo y de lucha para conseguir un objetivo común; Ana lo hacía en unos ambientes culturales en los que se le exigía llegar hasta ciertos niveles de pensamiento, opinión y defensa de las propias ideas para alcanzar unas metas.
Conscientes de que es un arduo camino – ya que un estudio reciente refleja que Bellas Artes es una de las carreras con menos salidas laborales y profesionales, tan sólo un 25% – y de que la competencia es mucha y diversa, continuarán discurriendo por él. Ya que, como ellas mismas defienden, “lo que más importa de nuestra obra es la obra en sí”. Y aquí, la clave, es la palabra ‘nuestra’.