Desde tiempos más allá que remotos, existe una terapia que emplea piedras determinadas para alcanzar la salud y el equilibrio del individuo.
Parece que hoy en día las alternativas terapéuticas inundan nuestra vida cotidiana: masajes, herbodietética, reflexología, hidroterapia, shiatsu... La oferta para alcanzar el bienestar general no tiene límite de tal modo que la elección en muchas ocasiones se convierte en agotadora; los dolores corrientes a los que lamentablemente nos enfrentamos con más frecuencia de la que nos gustaría pueden considerarse no de mucha gravedad pero sí molestos, constantes y deprimentes.
Un simple dolor de espalda, de lumbares -¿quién no ha pasado por él?- no sólo nos puede dejar inmovilizados por un ataque agudo sino que si llega a cronificarse puede suponer un completo desajuste físico y mental. La molestia, por leve que sea, si es continua, acaba con la moral y el buen ánimo hasta del más valiente y es en este punto donde hay que detenerse.
La salud implica el estado armónico del físico, orden en la mente y tranquilidad de espíritu. Y, en este sentido, cada uno debe atreverse a probar la terapia con la que más afinidad tenga, con la que mejor resuene, aunque hay que situar cada cosa en su sitio: no olvidemos que la medicina alopática también tiene sus muchos beneficios y que, llevados por la sensatez, si tenemos que tomar un antibiótico para superar una infección, debemos hacerlo. Las terapias naturales ayudarán a paliar los efectos secundarios del antibiótico y a mantener nuestro equilibrio energético pero no despreciemos nunca a los médicos ahora que la tecnología y la ciencia han llegado tan lejos.
Una buena manera de integrar cuerpo, mente y alma, los tres vértices que apuntalan una salud óptima, se define con la cristaloterapia. Desde el mismo comienzo de los tiempos, los cristales han simbolizado luz, armonía y sanación; de hecho, fueron los habitantes de las civilizaciones de Lemuria y Atlántida los que más experiencia y conocimientos aportaron a la Humanidad, en relación a la utilización de los cristales, tanto en sanación como en tecnología. A su vez, los egipcios -quienes los colocaban en las envolturas de sus momias para mantener la energía de sus centros energéticos e incrementar la ayuda en el viaje al otro mundo-, los aborígenes australianos, los taoístas, los babilonios, los asirios, e incluso los indios norteamericanos, entre otros muchos pueblos, se acercaron a los cristales para incrementar el estado de bienestar del individuo.
Sin embargo, es ahora cuando esta terapia está empezando a ser rescatada de aquellas épocas tan remotas pero con un sentido más amplio y equilibrado, donde ya se comprende que los cristales son puentes dirigidos hacia el contacto con nuestra sabiduría interior y el desarrollo de nuestra conciencia; es más, cuando aplicamos cristales a nuestro físico estamos incidiendo sobre nuestro campo electro-magnético, o, en otras palabras, sobre nuestra aura, imprimiendo en ella energías de una vibración muy elevada que eventualmente se van integrando en el cuerpo a través de los chakras (centros energéticos) y meridianos. Bajo este contexto, no hay que olvidar que el objetivo fundamental de un tratamiento con cristales es despejar, equilibrar y armonizar el aura con el cuerpo reestableciendo el adecuado flujo energético que debe existir entre ellos.
De todos modos, si lo que deseas no es una terapia sino un cristal determinado que te aporte todos sus beneficios en relación a malestares cotidianos, estados de ánimo negativos e incluso con expectativas más concretas, como la entrada de dinero en el hogar o el éxito en el negocio -tan necesarios en esta actual crisis mundial- una muestra especialmente indicada puede ser la siguiente:
– La amazonita se trata particularmente para reducir la ansiedad, sobre todo para personas que sufren desequilibrios nerviosos. También es muy útil para el tratamiento del reúma, de los dolores de las articulaciones y del lumbago, la inseguridad y el nerviosismo.
– La malaquita es la llamada piedra del equilibrio porque ayuda a canalizar las propias energías y dirigirlas hacia un objetivo determinado. Ahuyenta las pesadillas y los malos sueños, ajusta desarreglos emocionales y situaciones de crisis. Simboliza la inteligencia y favorece la inspiración, siendo reconocida como símbolo de la creatividad.
– El cristal de roca se reconoce como limpiador y neutralizador de las energías negativas. Es nuestro mejor aliado para la meditación y para el tratamiento de todas las enfermedades ya que absorbe las radiaciones nocivas.
– El ojo de tigre limpia el organismo a todos los niveles y refuerza la fe en uno mismo. Es la llamada piedra de la libertad puesto que proporciona una gran fuerza interior de la que emanan firmes decisiones. Es recomendable para las personas introvertidas y faltas de estímulo.
– El cuarzo verde es muy indicado para el tratamiento de afecciones del hígado y los intestinos, así como para aliviar el dolor de muelas. Es buen aliado a la hora de la meditación y tratamiento de todas las enfermedades -al igual que el cristal de roca-, siendo reconocido como piedra de la salud.
– La corneola es adecuada para el tratamiento de la depresión y del decaimiento, indicada para las personas que de alguna forma necesitan que se les infunda actividad y de gran ayuda para superar la timidez. Eficaz en el tratamiento de la diabetes y de los trastornos cardíacos.
– El cuarzo rosa es el mineral más relajante de todos. Un pequeño fragmento nos proporciona un gran bienestar, felicidad física y emocional. Cura la angustia, abre el corazón al amor y al afecto, nos ayuda a expresar los sentimientos con calma, predispone a la sensibilidad y fortalece el carácter.
– El jade es la piedra de los sentimientos y de las emociones; además, desde tiempos remotos se ha utilizado para atraer la buena suerte en los juegos de azar y en los negocios. Simboliza modestia, caridad, justicia, valor, sabiduría y fortuna. También es muy indicado para el tratamiento de las afecciones oculares, problemas de vesícula y para el dolor de riñones.
– La amatista es el mineral más regenerador de energía y con efectos sedantes. Proporciona alivio en los momentos de angustia, equilibrando también el cuerpo ante las alteraciones del sueño. Además, destaca en los tratamientos del asma y en los trastornos cardíacos.
– El jaspe rojo se utiliza desde la antigüedad como afrodisíaco y estabilizador amoroso; siempre fue considerada la piedra de los sentimientos intensos, la pasión y de las grandes emociones. A su vez, resulta de fuertes vibraciones energéticas beneficiosas para los que padecen de timidez y falta de decisión y es muy indicado en el caso de enfermedades hepáticas.
– El ágata verde atrae la buena suerte en asuntos amorosos. De gran poder vibratorio, equilibra y favorece en los negocios aportando esperanza en relaciones económicas y de dinero. También es adecuada en el tratamiento de la depresión y del decaimiento.
– Al lapislázuli se la conoce como la piedra de la comunicación. Ayuda a pensar racionalmente, despierta la mente a una conciencia superior y es muy utilizada para la meditación. Desplaza la melancolía y es muy indicada para tratamientos de las afecciones del bazo.