Procedentes del sánscrito, sus cuatro colecciones refejan el conocimiento que Dios revelaba oralmente a los sabios elegidos entre el 1.500 y el 1.000 antes de Cristo.
Aunque Internet y los distintos medios telemáticos se hayan erigido actualmente como fuente de toda información, no cabe duda de que los textos pertenecientes a épocas remotas siguen inspirando todo tipo de curiosidad. Sí es cierto que el mundo editorial y el del papel impreso -¿quién no recuerda esas mañanas dominicales en las que se desayunaba en familia con el periódico y las revistas del día discutiendo las noticias que creíamos más importantes?- parecen ir a la deriva ante el apogeo de la informática y unos dispositivos de los que todos, más o menos, hacemos uso cotidiano: el Ipad, el Iphone, el smart, la tablet...
Sin embargo, el peso de la tradición sigue siendo incuestionable. La sabiduría de los textos antiguos continúa emergiendo a través de la espiral del tiempo para llegar a nosotros, tan inmersos en la vorágine del ruido y la prisa, en una especie de remanso donde podemos disfrutar del conocimiento y de una cultura que en numerosas ocasiones superan las directrices que al día de hoy nos gobiernan.
Un buen ejemplo de texto antiguo se define con los Vedas. Estos documentos sagrados, que forman la base del hinduismo y que una vez traducidos del sánscrito se conocen como Libros del Conocimiento, forman cuatro colecciones según las cuales Dios se revelaba oralmente a los sabios elegidos. De hecho, en ellos se incluyen un gran número de himnos dedicados a los dioses, plegarias para recitar en los sacrificios, canciones, exorcismos, encantamientos y, en fin, una serie de creencias con las que se puede navegar a fondo para reconocer el inicio mismo de una religión que en la actualidad cuenta con millones de adeptos.
El libro más antiguo y el más conocido es el primero, el Rig-Veda, constituido por 1.028 himnos compuestos entre el 1.500 y el 1.000 antes de Cristo y dirigidos, entre otras deidades, a Indra -que en esa época era considerado el dios principal aunque más tarde se identificó como el dios de las tempestades y de los vientos- y a Agni, dios del fuego. La adoración a la naturaleza o, lo que es lo mismo, la representación de cada deidad, es una constante en este documento; de hecho, el verdadero valor de la colección es la presentación más temprana que se recoge de la mitología indo-europea: Varuna simboliza el mar; Surya, el sol; Ushas, el amanecer; los Maruts, la tormenta... No obstante, en el mismo libro también se puede hallar información relacionada con los ritos funerarios que se daban en la era védica, acertijos y referencias históricas.
Por su parte, el Sama-Veda o "Veda de cantos" consiste en 1.549 estrofas cuyo propósito era servirle al sacerdote que presidía el sacrificio como libro de texto; los himnos debían ser cantados de acuerdo a ciertas melodías, de ahí el nombre de la colección. En cuanto al Iayur-Veda o "Veda de Oraciones para Sacrificios", su objetivo también era práctico pero, a diferencia del Sama-Veda, fue compilado para ser aplicado no solamente al ofrecimiento sino al ritual de sacrificio en su totalidad.
En cuanto al Atharva-Veda o "Veda de los Sacerdotes del Fuego" difiere ampliamente de los demás Vedas ya que no es de carácter esencialmente religioso ni guarda conexión con el ritual del sacrificio. Más bien, consiste en una variedad de hechizos y encantamientos cuyo propósito es tanto bendecir como maldecir; es decir, contiene amuletos contra enemigos, demonios, hechiceros, animales dañinos y enfermedades pero también incluye sortilegios para obtener beneficios como asegurar el amor, una vida familiar feliz, salud y longevidad ¡¡e incluso para la buena suerte en el juego! En este sentido, hay que tener en cuenta que las supersticiones eran bastante comunes entre las masas de aquellas épocas tan remotas.
Unos cinco siglos después de los Vedas se empezaron a componer escrituras, las llamadas Upanishads, que -a diferencia de los Vedas, cuyos himnos no guardaban demasiado interés por la espiritualidad- explicaban el aspecto místico de la realidad, la naturaleza de Dios y la relación entre el alma y la materia. Estos tratados se volvieron los verdaderos Vedas de los religiosos hindúes y fueron los que generaron los seis dárshanas o sistemas principales de pensamiento del hinduismo. También se incorporaron un gran número de obras, como los Puranas, tenidas en gran estima y que, hoy en día, son mejor conocidas y ejercen mayor influencia sobre los hindúes que los Vedas propiamente dichos. Se trata de una colección enciclopédica de historia, genealogías, tradiciones, mitos, leyendas y religión.
A la literatura anterior hay que añadir dos grandes epopeyas que han dejado su particular influencia en la senda espiritual de todo hindú. De un lado, el Ramayana, que nos presenta al dios Vishnú, "el preservador", en su séptima encarnación representando al príncipe Rama; la misión de Rama sobre la Tierra es salvar a la Humanidad del mal, representado éste por el gobernante de los gigantes, el rey Raván.
La otra gran epopeya es el Mahabharata que, sin duda, tiene mayor influencia. En esta obra, Vishnú, en su octava encarnación aparece como Krishna y expone sus doctrinas en una sección llamada Bhagavad-Gita (La Canción del Señor). Este documento poético ha ganado lectores por todo el mundo, es más, tan sagrado consideran los hindúes al Mahabharata, que creen que leyéndolo "destruye todo pecado y crea virtudes". Y precisamente al comienzo, al abrirse el Mahabharata, se hace la afirmación de que el hecho de recitar una sola estrofa es "suficiente para borrar mucho de lo malo".