El escritor y dramaturgo Ventura de la Vega Cárdenas nació en Buenos Aires (Argentina) en julio de 1807, hijo de Diego de la Vega, un militar español destinado al Virreinato de la Plata como administrador de la Real Hacienda, y de María Dolores Cárdenas, perteneciente a una noble familia establecida en Buenos Aires desde hacía tiempo. Sus padres decidieron que recibiera su educación en España, por lo que lo enviaron en barco (dos meses y medio de viaje) a tierras hispanas bajo el cuidado de un tío paterno.

A la temprana edad de doce años, desembarcó en Gibraltar y se trasladó a Madrid bajo la tutela de su tío Fermín del Río y Vega, secretario de Hacienda, quien lo recibió con afecto paternal y supervisó su educación. Ventura comenzó asistiendo a clases de rudimentos de latinidad en los Estudios imperiales de San Isidro, impartidas por los jesuitas. Posteriormente, en 1821, su tío lo llevó a un colegio en la calle de San Mateo que enfrentaba dificultades.

La Academia del Mirto de Lista, y confinamiento

Ventura continuó cultivando sus estudios bajo la dirección de Alberto Lista, un erudito sacerdote que impartía lecciones de historia y literatura. Allí se relacionó con compañeros como Espronceda, Segovia, Escosura, Amador, Ortiz y los Usozes, así como con figuras destacadas como Bretón, Larra y Mesonero, compartiendo intereses y estudios similares.

En aquellos años, se fundó la Academia del Mirto, presidida por el sacerdote y poeta Alberto Lista, crítico del liberalismo español, a la que Ventura se unió. Esta academia influyó en su refinado gusto literario, crucial en una época de cambios y transición para la literatura europea. Además, Ventura participaba de reuniones en cafés como el de Venecia y el del Príncipe, que luego sería conocido como el “Parnasillo”, así como en encuentros en las casas de destacadas personalidades como el arquitecto Francisco Mariátegui y el caballerizo del rey Quirico de Aristizábal, donde se fortalecieron sus lazos sociales y sus intereses intelectuales.

Junto a otros discípulos de Lista, Ventura de la Vega formó parte de la Academia Poética del Mirto y, dentro de ella, integró un grupo secreto llamado "Los Numantinos" (alusión a la resistencia de Numancia contra los romanos en Soria), que respaldaba al general liberal Rafael del Riego.

El ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII, don Francisco Tadeo Calomarde, inició una persecución sistemática de los liberales basada en el secreto, la delación y la indefensión total de los acusados. En 1824, este grupo fue disuelto por la policía, resultando en el confinamiento de Ventura de la Vega por un tiempo en el convento de los Trinitarios de la calle de Atocha, junto a otros compañeros.

Durante este periodo, Ventura combinaba su afición por el teatro con la escritura de versos, especialmente de temática amorosa, dedicados a una joven a la que poéticamente llamaba "Laura". Espronceda, quien también pertenecía a “Los Numantinos”, sufrió su primer destierro a los 17 años, cuando se le impuso el exilio de Madrid, una pena que se redujo a tres meses en un convento de Guadalajara, donde su padre estaba destinado.

En la Real Academia de la Lengua

Además de su labor literaria, desempeñó funciones en el Ministerio de la Gobernación (1831-1840), supervisando el Conservatorio de Música, donde conoció a su futura esposa, la cantante de ópera Manuela Oreiro de Lema con la que se casó en 1838, tuvieron un hijo Ricardo de la Vega que alcanzó fama como dramaturgo.

En 1843, fue designado profesor de literatura de la princesa Isabel, y en 1846, ya como reina, Isabel II lo nombró gentilhombre de cámara y secretario particular.

De la Vega mantuvo una estrecha relación con el mundo teatral; fue director del teatro privado de la condesa Eugenia de Montijo a partir de 1843, y comisario del Teatro Español en 1849. Intentó modernizar la producción y representación teatral en España, aunque renunció al año siguiente debido a las críticas y desconfianzas generadas en el medio.

Posteriormente, viajó a Londres y París para asistir a obras teatrales y a las recepciones de la condesa, quien tras su matrimonio con Napoleón III, se convirtió en emperatriz de Francia. Al regresar a Madrid, fue nombrado director del Conservatorio en 1857.

De la Vega, un asiduo de las reuniones literarias del “Parnasillo” en compañía de otros intelectuales y escritores románticos, destacó por su prolífica producción, especialmente en el ámbito teatral. En el año 1841, por ejemplo, llegó a escribir una docena de comedias. Su estilo teatral se alineaba más con los principios estéticos neoclásicos que con el romanticismo, que predominaba en la alta comedia de su época. Una de sus obras más destacadas fue la comedia El hombre de mundo, donde analiza ciertos comportamientos de la burguesía contemporánea. En su estreno en 1845, De la Vega interpretó el papel protagonista.

Fue nombrado académico de la Real Academia de la Lengua, e ingresó el 1 de enero de 1845. Su discurso de ingreso versó sobre una de sus pasiones, el teatro romántico y su caducidad, atacó al romanticismo por su agresividad social, tomó posesión del sillón F mayúscula.

Aquel hombre pequeño y menudo adquirió tal celebridad como dramaturgo que el afamado pintor sevillano Antonio María Esquivel, lo pintó en 1845 como protagonista de una lectura en el Teatro Principal con el colectivo de actores y actrices. Famoso es su cuadro “Los poetas contemporáneos” de 1846.

Años de gloria en Madrid

Tras aceptar varios empleos en Hacienda para sobrevivir, en el año 1841 llegó a escribir una docena de comedias. Su teatro estuvo más cerca de la estética neoclásica que de la neo-romántica, que dominaba en la alta comedia de su tiempo; una de sus obras más conocidas fue la comedia El hombre de mundo, sobre la burguesía, en cuyo estreno (1845) actuó, en el papel de protagonista, el propio De la Vega. En 1846, Ventura de la Vega, ya era una figura destacada en el Madrid de la corte de Isabel II, recibe el nombramiento de gentilhombre de cámara con ejercicio por parte de la reina. En los años siguientes, asciende a intendente general de la Real Casa y su Patrimonio, aunque renuncia a este cargo para aceptar el puesto de secretario particular de la Reina, en sustitución de Donoso Cortés, con un sueldo anual de 40.000 reales.

En octubre de 1847 deja este cargo para ocupar la subsecretaría del Ministerio de Estado, sin embargo, su pasión por el teatro sigue intacta.

En 1849, Ventura acepta el cargo de comisario regio del teatro Español (nombre que ese año recibe el antiguo teatro del Príncipe). Su objetivo es modernizar ampliamente la representación teatral en España, pero se encuentra con la resistencia del mundo teatral, lo que le lleva a abandonar el cargo con sensación de frustración.

Para consolarse, se refugia en la dirección del teatro particular de la condesa de Montijo, organizando funciones privadas para la aristocracia. Además, se dedica a escribir libretos de zarzuelas, como "Jugar con fuego" (1851) y El marqués de Caravaca(1853), con música del maestro Barbieri.

Viajó entonces a Londres, y a París para ver obras de teatro y asistir a las recepciones de palacio de la condesa Eugenia de Montijo, convertida ya, en emperatriz por su matrimonio con Napoleón III, emperador de Francia. A su regreso a Madrid, fue nombrado director del Conservatorio (1857). En 1853, Ventura viaja a París y Londres para asistir a funciones teatrales y eventos sociales, donde se destaca su amiga Eugenia de Montijo, quien se convierte en emperatriz de los franceses. Regresa a Madrid en 1854, en un momento tumultuoso tras la muerte de su esposa a los treinta y seis años. Aunque se aleja un poco de la escritura teatral, sigue vinculado al mundo del teatro y en 1857 es nombrado director del Conservatorio.

A pesar de algunos fracasos, como el estreno sin pena ni gloria de su comedia "Don Quijote" en 1861, Ventura encuentra el éxito con "La muerte de César", una obra que refleja perfectamente el liberalismo del siglo XIX. La inspiración para esta obra surge de la lectura de un poema de Lista, un soneto dedicado a Marco Bruto, y Ventura la presenta ante la reina y sus amigos en Palacio en diciembre de 1862. Sin embargo, Ventura fallece antes de ver el estreno y el éxito de su obra. Su estilo teatral se acerca más a la estética neoclásica que a la neorromántica predominante en la alta comedia de su época. Su retrato, pintado por Madrazo, se puede admirar en el Casón del Buen Retiro. Uno de sus hijos, Ricardo de la Vega, se convierte en un famoso libretista de zarzuelas. Publica El marqués de Caravaca, Madrid, 1853; Don Quijote de la Mancha, Madrid, Ducazcal, 1861.

Falleció en Madrid el 29 de noviembre de 1865. Su viejo amigo, el conde de Cheste, fue quien leyó su elogio fúnebre, está enterrado en el cementerio San Isidro de Madrid, donde solamente aparece gravado su nombre.

Conclusiones

Nos encontramos ante un argentino criollo hijo de español y de una argentina hija de españoles, que fue escritor y autor teatral de éxito en la España del romanticismo. Llegó a ser académico de la RAE, de esta lengua común español o castellano que hablamos cerca más de 500 millones en el mundo. Es un orgullo para los españoles que un argentino, fruto de nuestras conquistas y mestizaje, llegara a tan altos estamentos sociales y en la dramaturgia.

Obras

Obras digitalizadas de Ventura de la Vega en Biblioteca Digital Hispánica.