El término pinkwashing se refiere a políticas de Estado favorables a la comunidad LGBTIQ+ para tapar violaciones a los derechos de otros grupos sociales que están relacionados con el país. En el caso de Israel se acusa que sus posiciones favorables a este colectivo tienen como idea cubrir la violación a los derechos contra la población palestina, algo nada más alejado de la realidad.
Lo que no quieren confirmar es que la sociedad israelí, en un alto porcentaje, no tiene problemas con la población diversa, recordando que Tel Aviv ha sido catalogada como la capital gay friendly a nivel global y que, además, miembros de este colectivo han ocupado importantes cargos del gobierno tanto a nivel nacional como internacional.
De hecho, de acuerdo con una encuesta realizada por Canal 13 de Israel en 2023, cerca del 61% de la población apoya la igualdad de derechos entre las comunidades LGBTIQ+. Incluso, el porcentaje entre judíos religiosos es mucho mayor que el de no judíos ciudadanos del país, según quedó manifiesto en una nota del medio Jerusalem Post.
Lejos de cualquier apreciación de carácter religioso que se pueda hacer y que no es materia de debate, la acusación de *pinkwashing” por parte de Israel no es solo absurda, sino falaz y viene a ampliar el léxico políticamente correcto de aquellos que bajo cualquier circunstancia buscan desacreditar a Israel como Estado democrático, que, aunque imperfecto, ha hecho grandes avances en integrar aun a poblaciones que han decidido tomar el camino hostil, y en este caso puntual no me refiero al colectivo LGBTIQ+, sino a la población árabe-israelí quienes se denominan a sí mismos como palestinos en Israel, siendo más grave el tema con aquellos que poseen cédula israelí y son ciudadanos de derecho.
Con respecto a la acusación de pinkwashing, es conveniente mencionar cuál es el comportamiento de la misma zona con este colectivo. Por ejemplo, el informe de Amnistía Internacional del año 2023 dejaba entrever que en el mundo musulmán en general existen cuatro países donde se les aplica la pena de muerte a personas adultas que tienen relaciones sexuales consensuadas con miembros de su propio género, estos son Arabia Saudita, Irán, Sudán y Yemen, tres de los cuales están ubicados en la misma zona que Israel.
En el siguiente cuadro se puede observar cuáles son los niveles de aceptación a las comunidades LGBTIQ+ entre los diferentes países de Oriente Medio y el Norte de África, donde incluso la población palestina —por la que los movimientos de boicot y colectivos gay en países de la Unión Europea llaman a expulsar a Israel de toda actividad en la que se pueda involucrar— está en territorios donde la discriminación a los colectivos diversos está socialmente aceptada.
Fuente: Elaboración propia con datos de ONG.
Un detalle llamativo al respecto de la situación palestina es que una organización no gubernamental palestina llamada alQaws, para la diversidad sexual y de género en la sociedad palestina, quienes son muy críticos con Israel, tienen entre sus centros de funcionamiento principales Haifa, Jerusalén, Jaffa y Ramallah, o sea que su mayor funcionamiento se ubica en territorios israelíes y solamente uno en territorio bajo administración palestina.
En un artículo del año 2018 publicado en varios medios incluyendo el diario La Gaceta se manifestaba ese nivel de persecución contra la comunidad gay palestina en los siguientes términos:
En la sociedad árabe-palestina, la homosexualidad es denunciada y estigmatizada. La homosexualidad es ilegal bajo el régimen de Hamás en Gaza, y decenas de gais palestinos han huido a Israel por miedo a la persecución y el hostigamiento. En la Margen Occidental, las leyes de la Autoridad Palestina (AP) tampoco protegen los derechos de los palestinos gais. También en el año 2023, fue asesinado y decapitado Ahmad Abu Marhia, en Hebrón, acusado de ser homosexual. De acuerdo con la nota publicada por la BBC, Marhia habría esperado en Israel al menos dos años para recibir la aprobación para una solicitud de asilo, ya que su vida corría peligro, debido a las amenazas de muerte que recibió por parte de miembros de su comunidad.
(BBC, 2023)
Y esto no se reduce únicamente a ciudadanos de a pie entre los palestinos, de acuerdo con Jaled Abu Toameh, ya que en el 2016 se habría dado un caso de asesinato contra un líder militar.
En 2016 Hamás ejecutó a uno de sus altos mandos militares, Mahmud Ishtiwi, de 34 años, tras haber sido declarado culpable de "comportamiento inmoral", referencia apenas velada a la homosexualidad. Ishtiwi, al que se ejecutó con tres disparos en el pecho, habría tenido una vida segura si hubiese sido ciudadano israelí. Si hubiese vivido en Israel, incluso podría haber participado en el desfile del orgullo gay en Tel Aviv sin tener que ocultar su identidad. Pero vivía en Gaza, entre personas que consideran que la homosexualidad es un pecado castigable con la muerte y obraron en consecuencia.
En este tema se demuestra una doble moral. Esto sencillamente desenmascara que no se trata de un tema de querer tapar la compleja relación entre israelíes y palestinos que ha llevado a constantes enfrentamientos, estando en desventaja la población palestina por cuanto no cuentan con soberanía; resultado de interminables oportunidades por el conflicto al que fueron llevados desde la partición de los territorios y que los han condicionado a una situación de marginalidad obviadas por sus propios hermanos árabes, como ha sido mencionado en otro artículo en esta misma revista.
Llamar pinkwashing a un comportamiento de un Estado que garantiza los derechos de sus minorías en verdad es un acto desesperado de aquellos que pretenden forzar una crítica basados en una concepción binaria de la interseccionalidad, donde obligatoriamente todo lo positivo que ven de un grupo con el que sienten “animadversión” se transforma en una forma de blanquear sus acciones, porque la crítica se convierte en un elemento con solo dos opciones.