La criminalización del pensamiento y la opinión no es algo nuevo en Venezuela, pues viene desde los tiempos de Chávez, quién se empeñó en impulsar un marco legal para el control de la información en los medios de comunicación. Algunos quizá recordarán la Ley Resorte, una que marcó un precedente para todo el plexo normativo que vino después. Todas las leyes que la sucedieron fueron el fruto de la radicalización del oficialismo, quienes alcanzarían su punto más alto con Nicolás Maduro y su Asamblea Nacional Constituyente.
A pocos días de la elección presidencial en este país, la oposición tiene en sus manos todas las actas para demostrar su victoria, un elemento probatorio menester para alegar que hubo un fraude electoral a nivel internacional. Ante este hito histórico, el madurismo ha optado por recrudecer la aplicación de sus leyes —todas inconstitucionales—, abusando de la fuerza y sin respeto por el principio de proporcionalidad. Ya no solo buscan apresar a dirigentes políticos, están yendo por testigos electorales y hasta creadores de contenido. Tal es el caso de Brayan Lucena, un joven al que le dictaron orden de aprehensión por un vídeo hasta inocentón donde muestra su descontento con el resultado.
A este panorama nacional, debemos sumarle el rol de Instagram, que de manera intencional o por medio de su Inteligencia Artificial viene eliminando comentarios relacionados al tema Venezuela. Un caso muy sonado es el de Neutro Shorty, un músico venezolano que por mostrar las noticias más recientes del país —con el fin de burlar el cerco comunicacional— tuvo que despedirse de la monetización de su cuenta y hasta se le retiró el contenido que había republicado. Todo terminó en un shadowban que lo llevó a crearse una cuenta de respaldo. A las pocas horas, el cantante denunció que su segunda cuenta también fue castigada por la red social de la misma manera.
Como el caso de Neutro Shorty hay muchos más, todos relacionados con artistas venezolanos, cuando muchos de ellos solo tienen la intención de visibilizar lo que sucede dentro del país y darle voz a quienes no pueden pronunciarse en el territorio nacional. Hago énfasis en que las medidas para castigar a la disidencia se han recrudecido y pocos quieren arriesgar su vida hasta con el más simple TikTok. Esto es una muestra de que el régimen de Nicolás Maduro se siente amenazado y quiere tomar todo el control del país cuanto antes, cueste lo que cueste y sin medir el daño. La gravedad es tanta que el mandatario anunció la apertura de dos cárceles para meter a la nueva población carcelaria: más de mil doscientas personas, según anunció Nicolás Maduro en una cadena nacional.
El miedo a terminar en la cárcel es uno de los motivos principales por los que existe un silencio en las redes sociales los últimos días, y por si esto no fuera suficiente, los artistas venezolanos también denuncian estar siendo silenciados por Instagram. Una medida injusta que está haciendo un gran daño a las pocas libertades que tienen los venezolanos. Muchos de ellos no pueden siquiera mandar una apelación ante esto.
Estamos ante una escalada de persecución, es necesario poder denunciar lo que sucede en nuestro país cuanto antes. Esperamos que Instagram y Facebook puedan ser aliados de la libertad permitiendo la difusión de noticias en los próximos días, sería de gran ayuda para proteger a nuestros compatriotas y generar mayor presión internacional. Si quienes estamos en el exterior no podemos servirles de voz a nuestra gente, estarían silenciando a todos los venezolanos. Incluso en redes sociales que alardean de ser herramientas para la democratización de la información.