¿Nos alimentamos solo por necesidad básica o por diversión? No hay respuesta certera para esta pregunta. La alimentación es holística.

Si bien a lo largo de la historia nuestra alimentación se basa según varios aspectos, tales como lo son el medio en que nos desenvolvemos o la cultura. Si bien es cierto que esto involucra netamente nuestra forma de alimentarnos, puesto que nos indica qué preparaciones son las correctas para nuestro diario a vivir, uno de los factores a considerar, y no menos importante, es también la parte económica que posee cada ser para la adquisición de alimentos.

Siempre existe la mala información de que alimentarnos sano tiene un costo elevado, pero esto no se ve reflejado si logramos comer la cantidad adecuada y también conseguir lo que necesitamos en un lugar de compras que cuyos precios sean aceptables.

La selección de alimentos también impacta en la forma en que nos enfrentamos en la vida. Desde que nacemos sabemos que la mejor elección es recibir leche materna, no solo porque sigue el curso natural, si no por los numerosos beneficios que conlleva recibirla, en la parte inmunológica, digestiva, emocional, etc. Pero ¿qué ocurre cuando continuamos creciendo?

La selección de lo que comemos se va dirigida a nuestros tutores de cuidado, porque ellos son los que tienen que conseguir los alimentos, por tanto, dependemos netamente de su conocimiento para poder alimentarnos de la mejor manera. Y es ahí donde los factores sociales, económicos, emocionales, de salud y otros juegan un rol importante, sobre todo en la parte preescolar donde adquirimos hábitos alimentarios provenientes de nuestro ambiente familiar.

Ingresando a la etapa escolar, los establecimientos educacionales también pueden generar cambios positivos y negativos en el ámbito alimentario, puesto que existen venta de alimentos dentro de estos, y también las llamadas colaciones o meriendas, donde muchas veces la selección son alimentos procesados o ultra procesados, que nos generan impactos negativos en la salud. No es solamente malnutrición por exceso, sino que la forma de nutrirnos no es la más adecuada, y no nos permite obtener los nutrientes necesarios para un crecimiento optimo.

Es por esto por lo que a partir de la infancia es fundamental tener conocimientos necesarios para que llegando a edad adultez logremos que nos alimentemos de una manera más natural y saludable, que sea alimentos que nos potencien nuestra salud, y prevenir enfermades crónicas ligadas a la nutrición, tales como lo son mundialmente conocidas la diabetes, hipertensión y dislipidemia, que, si bien son cotidianas de renombre, bajar su porcentaje es un serio sinónimo de salud.

Es por esto por lo que con hábitos saludables podemos lograr un sinfín de mejoras en nuestro organismo, potenciarnos con vitaminas, minerales, fibra, macro y micronutrientes esenciales que provengan de alimentos saludables para nuestra salud. Consumirlos de manera equilibrada puede disminuir la incidencia de enfermarnos, y prevalecer la salud. Escoger alimentos en huertos sin químicos ni productos dañinos, bajar el consumo de alimentos procesados y ultra procesados. Comer porciones adecuadas, horarios óptimos, variedad de alimentos, consumo de agua, actividad física diaria. Todo ello puede conllevar a una vida con menor probabilidades de enfermaros, y potenciar nuestro sistema inmune.

Lograr cambios, aunque sean mínimos, desde un inicio en nuestro cotidiano puede tener grandes significancias a futuro. Dar la importancia a cómo nos alimentamos, y qué es lo que hacemos para mejorar día a día, es el comienzo de una vida más cercana a la salud, a respetar nuestro cuerpo, queriendo cuidarlo a través de los alimentos. Somos lo que comemos, y cómo nos cuidamos de nosotros mismos, y de quienes dependen de nosotros. Lograr organizar nuestra alimentación y potenciarnos desde ella será la significancia de una buena salud.