El asesinato inhumano del exmilitar venezolano Ronald Ojeda, al que Chile dio refugio y comprometió su integridad, ha traído muchas especulaciones y consecuencias, internas y externas.
Se le otorgó refugio, no asilo. Ambas tienen prácticas y normas diferentes. El primero, se concede sin expresar motivos, decidiéndose por el gobierno que lo otorga. Suele ser temporal. El asilo en cambio -sea territorial o diplomático- obedece a normas jurídicas precisas y deben cumplirse los requisitos generales, o de tratados multilaterales o bilaterales vigentes, que son: Existir un estado de conmoción interna en el país del que lo solicita, y procede únicamente, si es perseguido por razones políticas, no delictuales. Algunos países, y entre ellos Chile en su momento, añaden el que exista peligro inminente para la vida del solicitante.
El asilo diplomático procede solo en embajadas, no en consulados, donde se extienden al asilado, las inmunidades de estas misiones para sus funciones. Los privilegios, normalmente buscan recíprocas facilidades, y se acuerdan bilateralmente según la práctica entre ambos estados.
En el caso del refugio -del que gozaba Ojeda- hay obligaciones para el país que lo concede, principalmente su protección y resguardo; y para el refugiado, no intervenir en lo interno del país otorgante, ni hacer campaña contra su procedencia.
Lo ocurrido, hasta ahora, restringe las especulaciones que usualmente rodean estos hechos. Se barajó un auto-secuestro, lo que estaría descartado, pues terminó muerto. Se ha señalado como responsables, a narcotraficantes del Tren de Aragua u otros criminales; pero, sin cobrarse rescate, en una operación de alto costo y riesgos, y planificada hasta sus menores detalles, pudiendo eliminar al objetivo con un simple disparo en cualquier parte, resulta desproporcionada. A menos, de que se haya querido mostrar poder y de que pueden operar en cualquier lugar. Usuales en la acostumbrada confusión que acompaña el siempre enredado, secreto, y opaco mundo de las operaciones de inteligencia. Se suelen utilizar agentes insospechados y también a delincuentes, para ocultar los verdaderos mandantes o autores.
Finalmente, entre tantas hipótesis, queda una versión más plausible, basada en la simple deducción de a quién benefició o perjudicó la operación, que no es extraña en estas disciplinas, y por quien tendría el mayor interés de acallar al exmilitar, y enviar un poderoso mensaje a otros opositores: el régimen de Venezuela.
Estos servicios jamás reconocen su accionar, menos aquellos de contrainteligencia, pues quedarían vulnerables, al evidenciar sus métodos, sobre todo si ocurre en otro país, para poder seguir operando sin ser rastreados.
Seguramente no habrá ninguna reacción oficial venezolana, a menos que pesquisas profundas, de largo tiempo, y llevadas con toda la cautela, logren encontrar la verdad, y esta se divulgue. Usualmente si se descubre, tampoco se dice que han sido identificados, pues es la mejor manera de controlar y anticipar tales operaciones. Los autores, seguramente han abandonado Chile.
En todo caso, la responsabilidad normalmente se atribuirá al país donde ocurrió, o se culpará a criminales o a adversarios políticos, para que se debata localmente, y se oculte la acción extranjera. A ello han apuntado las declaraciones de Diosdado Cabello, negando todo involucramiento y responsabilizando a anteriores gobiernos chilenos, con burlas y menosprecio a nuestra seguridad, para mayor confusión.
Lo ocurrido, hace recordar los muchos casos de la era soviética, que eliminó o atentó contra muchos disidentes, traidores o enemigos, en varios países, principalmente europeos, utilizando todo tipo de armas y procedimientos. Nunca reconocieron nada, y los involucrados prefirieron atribuirlos a la pugna de la guerra fría de entonces.
Por lo visto, el régimen venezolano, podría seguir empleándolos, bien instruido por los servicios cubanos de innegable presencia y colaboración en la actual Venezuela, aprendidos a su vez de los soviéticos, actuando directamente o por medio de delincuentes a su servicio. Sucedió en Chile, con el consecuente desprestigio e impunidad, buscando derivar la atención hacia hechos puramente delictuales, vinculados al narcotráfico. Se intenta culpabilizar o dejar pruebas, que han sido delincuentes los autores, o se han cometido por personas insospechadas. Lo buscado en estas operaciones, para desviar la atención o confundir a todos. Un acto que deja más sospechas que certezas, pero que definitivamente nos perjudica.