Carmen de Burgos y Seguí (Colombine) una mujer moderna y reivindicativa, escritora, primera reportera española de guerra en los años de la guerra de África, valiente y con una indomable voluntad de hacerse un hueco en el mundo masculino de las letras, nació el 10 de diciembre de 1867 en Almería. Hija de José de Burgos Cañizares y de Nicasia Seguí Nieto, Carmen fue la primogénita de diez hermanos. Pasó su infancia en el cortijo familiar en el agreste entorno de Rodalquilar, un pueblo en la sierra de Cabo de Gata (una tierra volcánica de singular belleza, donde crece el esparto y los barronales, rica en pesca y con minas de oro). Tierra nacida del fuego con minas de cuarzo aurífero en la caldera volcánica, localidad donde su padre, vicecónsul de Portugal, tenía tierras y minas. Lugar evocado como idílico por Carmen en varios de sus escritos. En el cortijo familiar creció feliz y recibió su primera educación. No muy lejos se encuentra la bella playa del Playazo y el castillo de San Ramón (S. XVIII), que forma parte de una batería de cuatro cañones que defendían el litoral desde el Cerrico Romero. Camino al Playazo se halla la Torre o Fuerte de los Alumbres del s. XVI.
Rodalquilar se encuentra en una tierra árida que formó un semicírculo en una zona que en su pasado fue volcánica, casi como un anfiteatro natural. Durante la década de 1950, esta región fue el escenario de la explotación de minas de oro. En respuesta a la necesidad de oro en España después de la guerra civil, Francisco Franco visitó Rodalquilar el 2 de mayo de 1956 para inaugurar una nueva planta de fundición de la empresa nacional Adaro, Planta Denver. En ese momento, la población de Rodalquilar contaba con alrededor de mil habitantes. El Caudillo destacó la importancia social de esta instalación para la comarca, ya que traería empleo y recursos. Poco después, España se uniría a las Naciones Unidas. Sin embargo, la Planta Denver se cerró en 1966 debido a su falta de productividad.
A pesar de los cambios y desafíos, Rodalquilar ha conservado su belleza natural, que es característica del Parque Natural del Cabo de Gata. En la actualidad, se ha convertido en un destino preferido tanto para turistas extranjeros como nacionales.
Carmen de Burgos, al regresar a su Almería natal, experimentó desencanto al notar las diferencias sociales entre la burguesía ilustrada a la que pertenecía y la mayoría de la población almeriense, que vivía en la pobreza y carecía de educación. Muchos eran pescadores que vivían en cuevas en la Chanca o en las playas del Zapillo. La biblioteca de su padre se convirtió en su refugio y su tesoro. A pesar de las dificultades, Carmen decidió casarse a temprana edad, pero su matrimonio resultó ser infeliz y abusivo. Obligada a huir de su esposo machista, se trasladó a Madrid junto a su única hija, María Dolores (1895-1939), que le quedó de los cuatro hijos que tuvo...
Carmen luchó por obtener una educación, estudiando de noche y a escondidas para obtener el título de maestra. Tenía la responsabilidad de criar a dos bocas más en su familia. Esto refleja la importancia de la formación para las mujeres, ya que, sin educación, su determinación y esfuerzo no eran suficientes para progresar en la vida.
Carmen describió en uno de sus libros su infancia en Rodalquilar:
Me crie en un lindo valle andaluz, oculto en las estribaciones de la cordillera de Sierra Nevada, a la orilla del mar, frente a la costa africana. En esta tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar, se formó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo. Nadie me habló de Dios ni de leyes, y yo me hice mis leyes y me pasé sin Dios. Allí sentí la adoración al panteísmo, el ansia ruda de los afectos nobles, la repugnancia a la mentira y los convencionalismos. Pasé a la adolescencia como hija de la natura, soñando con un libro en la mano a la orilla del mar o cruzando a galope las montañas. Después fui a la ciudad… y yo que creía buena a la humanidad toda, vi sus pequeñeces, sus miserias…
A pesar de los desafíos, Carmen se convirtió en una intelectual, docente, periodista, escritora, viajera, feminista, conferenciante y agitadora cultural. A los dieciséis años, se casó con Arturo Álvarez Bustos, un periodista local, pero este matrimonio se volvió desafortunado debido al machismo de su marido. Carmen tuvo cuatro hijos con él, pero solo sobrevivió su hija María. Ante las humillaciones y la incapacidad de su esposo para asumir responsabilidades, Carmen decidió abandonarlo y estudiar magisterio en clases nocturnas. Obtuvo el título y enseñó a niñas pobres en el colegio Santa Teresa mientras trabajaba en la imprenta de su suegro.
A pesar de sus problemas personales, Carmen logró escribir su primera obra, Ensayos literarios, en la que reflejó el espíritu de la generación del 98. Este libro fue editado en Almería y dedicado a su tío, don Agustín de Burgos, senador del Reino. Carmen siguió fiel a su instinto de supervivencia y trazó nuevos caminos en las letras y el periodismo, ya que tenía una hija que mantener. Su matrimonio fallido inspiró sus poemas sobre el desamor, que reunió en Notas del alma y logró publicar en Madrid.
Se instala en Madrid
Carmen mostró un especial vínculo con las damas de la realeza a lo largo de su vida y prosiguió su carrera periodística en la vibrante ciudad de Madrid. En 1903, se convirtió en la primera redactora de un periódico, el Diario universal, bajo el seudónimo de Colombine. Dos años después, trasladó su columna al Heraldo de Madrid, donde también se destacó como la primera corresponsal de guerra en Melilla en 1909. Desde 1907, comenzó a publicar en El cuento semanal de Eduardo Zamacois, donde sus relatos breves cosecharon un gran éxito.
Conocida como «la dama roja», Carmen desafiaba las convenciones sociales de una sociedad española conservadora. A pesar de ser desterrada a Toledo por el gobierno conservador de Maura, Carmen siguió siendo una trabajadora incansable. En sus crónicas, denunció el expolio de obras de El Greco, lo que más tarde inspiraría su magistral novela Los anticuarios. En Toledo, enfrentó desafíos en su carrera docente, pero demostró ser una profesional comprometida.
Así, Carmen de Burgos dejó una huella imborrable en la historia como una destacada figura intelectual, periodista y feminista en una época en la que las mujeres afrontaban numerosos obstáculos en busca del éxito profesional. Su valentía y determinación la llevaron a abrir nuevos caminos en los campos de las letras y el periodismo.
En Madrid, la maestra y periodista también se dedicó a cultivar tertulias literarias. En un domingo de abril de 1908, conoció al escritor precoz Ramón Gómez de la Serna, veintiún años menor que ella. Iniciaron una relación literaria fecunda que también se entrelazó con el amor. Carmen de Burgos ya había publicado Cuentos de Colombine, que se convirtió en una gran revelación, siendo traducido al francés y al inglés. La crítica la elogió y auguró un futuro como gran novelista.
Carmen aumentó su iniciativa al fundar y dirigir la revista mensual Revista crítica, que incluyó la sección pionera de «Letras sefarditas» para redimir a los judíos expulsados por los Reyes Católicos. La directora y destacados intelectuales, incluyendo entre ellos a Benito Pérez Galdós, defendieron su importancia cultural y mercantil a través de la Asociación Hispano-Israelita, promovida por Carmen. A pesar de contar con firmas como la de Juan Ramón Jiménez, las dificultades económicas llevaron al cierre de la revista. No obstante, Carmen continuó defendiendo la causa sefardí en Prometeo, el mensual creado por don Javier Gómez de la Serna, padre de Ramón. El joven talentoso, su admirador, le pidió que escribiera su semblanza en sus páginas. En su Autobiografía, Carmen expondría sus «muchos yoes».
La polifacética andaluza continuó sin descanso: empezó a traducir obras de gran impacto, como La inferioridad mental de la mujer. En el prólogo, refutó al autor, el polémico psiquiatra alemán Paul Julius Moebius. Además, editó manuales prácticos de éxito en el extranjero, tales como La mujer en el hogar, Nuevos modelos de cartas, y ¿Quiere usted ser amada?. Imprimiendo en todo ello un aire culto y ameno, aunque algunos colegas se burlaban de ella, acusándola de ser una mujer corpulenta que escribía recetas de cocina.
Mientras tanto, era demandada por la nueva colección de novelas cortas El cuento semanal, que estaba conquistando al público español. Su primer relato, «El tesoro del castillo», la llevó de regreso a sus raíces de infancia. Además, Rodalquilar se convirtió en su Arcadia de lo que ella consideraba un lugar privilegiado para escribir y sobre el que escribir como en Los inadaptados, una obra extensa, valiente y rural que forjó con el corazón y el alma en su tierra, conmovida por trágicos sucesos familiares.
Corresponsal de guerra en Melilla
En el verano de 1909, un creciente malestar se apodera de España debido a la movilización de jóvenes, en su mayoría desprovistos de recursos, para enfrentar los ataques de las tribus cabilas del Rif, en el norte de África. Carmen de Burgos intuye dónde reside la noticia. Se convierte en la primera enviada de guerra, desplegando crónicas conmovedoras desde la ciudad de Melilla, en una hazaña sorprendente que la llevó a adentrarse en suelo español. Para evitar exponer a la pequeña María a riesgos innecesarios, su leal compañera, su hermana Catalina, la acompaña en esta ardua empresa. Bajo el seudónimo de Colombine, Carmen escribe una breve narración titulada «En la guerra», una obra compuesta de once partes, ilustrada por Agustín y publicada en El cuento semanal el 29 de octubre de 1909. En este contexto nace su ferviente antibelicismo al contemplar el sufrimiento de los heridos en los improvisados hospitales de campaña.
La fama de Carmen trasciende fronteras, llevándola a convertirse en conferenciante en la lejana Argentina. Aunque disfruta de la alegría de encontrarse en el ámbito hispanohablante de América, no cesa en su afán de criticar las notorias injusticias sociales que observa en la tierra de la Pampa. Esta travesía, aunque larga y desafiante, da origen a nuevas obras narrativas, entre las que destacan Malos amores y Sorpresas.
Primera Guerra Mundial
En su tercer viaje a Europa, acompañada de su hija María Dolores, estalla la Primera Guerra Mundial en 1914. Carmen de Burgos se ve inesperadamente detenida en Alemania, bajo la sospecha de ser una espía al servicio del Imperio ruso. Su valentía y la intervención de la diplomacia española la libran de un posible fusilamiento. Cada experiencia vivida en ese convulso contexto, tanto las horrendas como las conmovedoras, le inspiran a escribir crónicas vibrantes y novelas breves que son alegatos en contra de la guerra, destacando obras como El permisionario y El desconocido, además de su icónico libro Peregrinaciones,que narra su periplo desde el Cabo Norte en Noruega hasta Portugal.
En 1917, surge su gran novela ambientada en Madrid, La rampa. En esta obra, la mujer de la sufrida clase media toma el protagonismo, enfrentándose a penurias económicas y a la discriminación de género. Este enfoque en el protagonismo femenino se refleja en numerosos relatos cortos, como El hombre negro, El abogado y El Artículo 438.
Carmen de Burgos denuncia la injusticia del sistema, donde un marido que mata a su esposa supuestamente infiel recibe una pena leve de alejamiento, mientras que una mujer en una situación similar es condenada a largos años de prisión. Personas mencionadas en sus escritos la demandan judicialmente, aunque resulta absuelta. Sin embargo, Colombine ya sabe que «vivir es luchar». «¡Vivamos!» se convierte en otro de sus lemas. Sus dos últimas obras preferidas, junto a El novenario, Los huesos del abuelo y La mujer fría, son seleccionadas a pedido de Prensa Popular para la compilación Mis mejores cuentos, ya que, al escribirlas, Carmen de Burgos sintió la «aspiración a una obra de justicia».
El movimiento feminista en los años veinte
En 1921, Carmen lideró la primera manifestación femenina frente al Congreso de los Diputados para reivindicar la igualdad jurídica con los hombres. En 1927 publica su gran tratado feminista mundial, La mujer moderna y sus derechos. Es la primera en reclamar el control individual de la natalidad y reivindica de nuevo el derecho de la mujer a votar y ser votada. Ha evolucionado desde posturas tibias —las que le permitían las circunstancias— hasta luchar contra la discriminación de la mujer en los códigos y en la enseñanza. Pero la pionera tendrá que esperar una década para lograr el voto femenino, tras la valiente defensa de Clara Campoamor, en el Congreso de los Diputados. Aunque incomprensiblemente muchos han olvidado a Carmen de Burgos, no faltan periodistas españoles y extranjeros que destacan su labor precursora en este y demás avances alcanzados por la Segunda República.
El amor de su hija María Dolores con Ramón Gómez de la Serna
En 1908, Carmen de Burgos se estableció como profesora en Madrid, donde impartió diversas asignaturas, incluyendo Historia, Geografía, Lengua Castellana, Ética, Derecho y Legislación Escolar. Durante ese mismo año, tuvo la oportunidad de conocer a un joven Ramón Gómez de la Serna del que se enamoró perdidamente.
Ramón Gómez de la Serna, conocido por su creación de las «greguerías», una forma de escritura breve que él mismo definió como «metáfora más humor», también se sintió atraído por Carmen de Burgos. Su relación amorosa comenzó en 1909 y se prolongó durante dos décadas.
Inspirada por la seguridad económica que le brindaba su salario como maestra y emocionada por su nueva relación, Carmen fundó la Revista crítica con la intención de promover la cultura sefardí y las nuevas tendencias literarias en España.
Durante su regreso a Madrid, en diciembre de 1929, Ramón Gómez de la Serna recibió una oferta tentadora para estrenar su obra vanguardista Los medios seres, durante la cual tuvo un fugaz romance con la actriz María Dolores Álvarez, hija de Carmen de Burgos. Esta intensa aventura duró 25 en París, dejando a Carmen de Burgos devastada por la traición de quienes más quería: su hija y su joven amante. A pesar de ello, Carmen continuó apoyando a su hija María Dolores, quien enfrentaba problemas de salud por supuestas drogas, y ocasionalmente, tuvo que rescatarla y proporcionarle cuidados médicos costosos en España y el extranjero.
El zarpazo no le impide seguir escribiendo: Quiero vivir mi vida, con prólogo de Gregorio Marañón, es su novela más innovadora por el estilo y el argumento; versa sobre la intersexualidad. Colombine también es capaz de emular el estilo picaresco español con Vida y milagros de Andresillo Pérez; defender la emancipación de la mujer en ¡La piscina, la piscina!; el perdón, en Perdónanos nuestras deudas. Su confianza en el amor se refleja en Puñal de claveles, cerrando su prolífica etapa nijareña. Esta narración se basa en el crimen de Níjar en el Cortijo del Fraile y precedió al estreno de Bodas de sangre de Federico García Lorca, de éxito en Buenos Aires en 1932. Su última gran novela, El último contrabandista, fue completada en 1920.
Colombine en América y su legado
Carmen de Burgos, una figura destacada en el ámbito del feminismo global, trascendió las fronteras europeas y continuó su incansable viaje por el Nuevo Mundo. A través de los elegantes reportajes publicados en La esfera, un respetado semanario cultural, plasmó sus experiencias en diferentes etapas de su vida en países como Panamá, Colombia, Bolivia, Perú, Chile, Brasil, México, Cuba y Argentina. No solo exploró estas tierras, sino que también las convirtió en musas inspiradoras de sus novelas cortas más emblemáticas, como La misionera de Teotihuacan, El dorado trópico, y Guiones del destino.
Sin embargo, su versatilidad literaria no se limitó a viajar y narrar. Cuando se transformó en «Perico el de los Palotes» para escribir crítica literaria en El heraldo de Madrid, Carmen de Burgos desplegó su humor, demostrando que la sátira era una parte integral de su vida. En entrevistas, tanto dentro como fuera de España, bromeaba acerca de su inmensa obra, comparándola con un «catálogo» debido a la abrumadora cantidad de títulos variados que había producido.
En resumen, su legado literario consta de casi cien novelas cortas, cuentos, micro relatos, una decena de novelas extensas, traducciones, manuales prácticos, ensayos, biografías, prólogos, conferencias, libros de pedagogía, de viajes, y su participación en obras colectivas. Todo esto, además de aproximadamente diez mil trabajos periodísticos publicados tanto en Europa como en América.
Logia masónica femenina de adopción
En diciembre de 1931 se creó la primera logia femenina de adopción con el nombre de «Amor». Esta logia de Madrid representa la tendencia emancipadora de la masonería durante la Segunda República. Dicho taller fue instalado el día 2 de diciembre de 1931 bajo los auspicios de la logia Mantua de Madrid, pues era imprescindible que toda logia femenina fuese patrocinada por una logia regular; es decir, una logia masculina. Dicha logia perteneció a la Gran Logia Española. En la tenida de instalación fue afiliada Carmen de Burgos que ya pertenecía a la masonería anteriormente. Se citan a estos efectos, a Clara Campoamor, Victoria Kent o Margarita Nelken. Sin embargo, aunque en los expedientes personales de Clara Campoamor, Margarita Nelken y Victoria Kent que se encuentran en el AHNS se hacen constantes referencias a una posible filiación masónica, lo cierto es que no se ha encontrado en ninguno de los tres casos su expediente de iniciación.
Con María Dolores (hermana de grado 3o), fueron fundadoras su madre, Colombine (gran maestra), la tía Katty y cuatro amigas. María Dolores sufrió un encausamiento (sumario 115/44) por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería. El jurado presidido por el general Cánovas la condenó el 16 de mayo de 1945 a la pena de doce años y un día de reclusión y pago de las costas procesales. Declarada en rebeldía e ignorado paradero tras desaparecer de su último domicilio en la calle Sagasta de Madrid, indicando la policía que «marchó a América por el año 1934». Una información posterior, no debidamente contrastada, apunta que María Álvarez de Burgos falleció al terminar la guerra, el 6 de octubre de 1939.
El paso a la eternidad
El 8 de octubre de 1932, Carmen pronunció una conferencia en el Ateneo de Madrid. Sin embargo, su voz comenzó a fallar debido a una cardiopatía, una afección que arrastraba tras años de dedicación en su trabajo de periodista y oradora en plena Segunda República. Además, luchaba contra el peso de los años y su salud menguante. Fue el Dr. Gregorio Marañón quien la atendió. En la madrugada del 9 de octubre, Carmen de Burgos (Colombine) falleció en su hogar en Nicasio Gallego, 1 de Madrid. La prensa, tanto española como extranjera, lamentó profundamente su partida y rindió homenaje a su impresionante obra. Algunas semanas después, se publicó una de sus obras como novela póstuma: Los endemoniados de Jaca, en recuerdo de los militares fusilados durante el levantamiento contra Alfonso XIII en el cuartel pirenaico en diciembre de 1930.
El entierro de Colombine en el cementerio civil de Madrid fue un duelo intelectual y popular y multitudinario. Fue el primer adiós a una figura icónica del periodismo femenino. Sin embargo, la segunda muerte llegó al finalizar la Guerra Civil, cuando su obra fue censurada por haber sido republicana. La tercera llegó en los años cuarenta, cuando fue perseguida por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (promulgada el 1 de maro de 1940), debido a su papel en la fundación de una logia masónica femenina «Amor». Demasiadas sombras cayeron sobre su nombre, y pasó décadas en el olvido hasta ser rescatada actualmente.
Notas
Ortiz Albear, N. (2005). Las Mujeres en la Masonería, 2005, pp. 47-89 y 113-275.
Real Academia de la Historia. Biografía de Carmen de Burgos.
Valdés Nicolau, A. (2022). Revivir. La nueva Carmen de Burgos. Alicante: Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert.