De acuerdo a los expertos, el adulto promedio necesita de siete a nueve horas para producir la suficiente cantidad de sustancias químicas que le permiten al ser humano tener mayor energía, mejorar el rendimiento y la toma de decisiones, mejorar su salud física y mental, mejorar la memoria y el aprendizaje y mejorar las relaciones interpersonales.
Sin embargo y de acuerdo a los expertos, este número puede variar de acuerdo a las necesidades partículares de cada individuo, como por ejemplo su edad:
- Entre 0 y 3 meses: se recomienda que los recién nacidos duerman de 14 a 17 horas diarias, aunque también es aceptable que descansen entre 11 y 13 horas. Es importante evitar que duerman más de 18 horas.
- Entre 4 y 11 meses: se aconseja que los bebés duerman entre 12 y 15 horas al día, siendo aceptable un rango de 11 a 13 horas. No se recomienda que superen las 16 o 18 horas de sueño.
- Niños entre 1 y 2 años: no es aconsejable que los niños pequeños duerman menos de 9 horas ni más de 15 o 16 horas. Se sugiere un rango de descanso entre 11 y 14 horas.
- Niños entre 3 y 5 años: lo adecuado sería que los niños en edad preescolar duerman entre 10 y 13 horas. Los expertos desaconsejan menos de 7 horas y más de 12 horas de sueño.
- Niños entre 6 y 13 años: se recomienda que los niños en edad escolar duerman entre 9 y 11 horas.
- Adolescentes entre 14 y 17 años: el rango de sueño recomendado se establece en las 10 horas.
- Adultos entre 18 a 25 años: se aconseja un período de sueño entre 7 y 9 horas al día, evitando dormir menos de 6 horas o más de 10-11 horas.
- Adultos entre 26 y 64 años: lo ideal sería dormir entre 7 y 9 horas diarias.
- Adultos mayores (de 65 años): se considera saludable, que esta población descanse entre 7 y 8 horas al día.
Ciclos del sueño
Durante el período de descanso, el cerebro humano atraviesa diversas fases del sueño, identificadas por los distintos patrones de ondas eléctricas que se generan en las neuronas del encéfalo. Estas fases incluyen tres etapas de sueño no REM y una etapa de sueño REM, presentándose en ese orden.
En su totalidad, un ciclo, que implica pasar por todas estas etapas de manera secuencial, tiene una duración aproximada de 90 minutos. A lo largo de una noche de sueño de 8 horas, se experimentan alrededor de 5 de estos ciclos.
La fase REM y noREM se distinguen así por los movimientos oculares rápidos, Rapid Eye Movement (REM por sus siglas en inglés).
Sueño no-REM
El sueño No-REM se compone de tres fases, las cuales se suceden en orden durante la primera mitad de la noche. En la Etapa 1 (sueño ligero), se experimenta la transición entre la vigilia y el sueño, con una disminución de la actividad cerebral y relajación. En la Etapa 2 (sueño intermedio), la actividad cerebral disminuye aún más, sumergiendo a la persona en un sueño más profundo, con la reducción del ritmo cardíaco y respiratorio.
La Etapa 3 (sueño profundo) se caracteriza por una actividad cerebral mínima, durante la cual el cuerpo se repara, regenera y se generan hormonas cruciales para la salud y el bienestar.
Sueño REM
La fase de sueño REM es aquella en la que ocurren los sueños más intensos y vívidos. Esta etapa se presenta en la segunda mitad de la noche y se caracteriza por un aumento en la actividad cerebral, así como un incremento en la frecuencia cardíaca y respiratoria.
Esta fase desempeña un papel crucial en la consolidación de la memoria y el aprendizaje, así como en la regulación del estado de ánimo y la percepción del dolor. Durante este período, el cerebro procesa y organiza la información recibida durante el día, almacenándola en la memoria a largo plazo.
Beneficios de una buena noche de sueño
El descanso es un elemento fundamental para mantener la salud y el bienestar en general. No solo afecta la energía y el estado de ánimo, sino que también tiene repercusiones significativas en la salud física y mental.
Dormir adecuadamente proporciona energía para enfrentar el día con vitalidad, mejora el rendimiento laboral, favorece la salud mental al influir en la producción de melatonina, contribuye al control del apetito y al mantenimiento de un peso saludable, promueve la relajación y restauración física, fortalece las conexiones neuronales y mejora la memoria a largo plazo, beneficia el rendimiento deportivo al facilitar la recuperación física y mental.
En general, una buena noche de sueño contribuye al bienestar emocional y el equilibrio; es esencial para la salud y el rendimiento en diversos aspectos de la vida.