A mi generación le ha tocado vivir bajo un mismo modelo económico y político. Somos hijos del neoliberalismo, de los placeres del libre comercio y los inconvenientes de la desregulación. A diferencia de nuestros padres, quienes vivieron el Estado de bienestar (en el caso mexicano incompleto, ineficiente y carísimo) hasta que por su propio peso y costo cayó, nosotros solo hemos experimentado el neoliberalismo.
Blanco de muchas críticas, culpable de la mayoría de los males sociales, el «coco» de académicos, intelectuales, artistas y almas bellas progresistas. Políticos de «izquierda» y «derecha», «conservadores» y «socialdemócratas», «nacionalistas» y «globalifóbicos»; todos culpan al mentado neoliberalismo. Tal es la mala fama que populistas de todos los apellidos y colores políticos lo usan como escape, como chivo expiatorio ante la necesidad de aplicar injustamente una condena para impedir que los auténticos responsables sean juzgados.
Después de la última crisis financiera del 2008, por todos lados se pronosticaba un cambio drástico en el modelo económico y el triunfo de Barack Obama en EE. UU. parecía confirmarlo… y el neoliberalismo siguió aquí. Años después, Donald Trump, con una retórica nacionalista, parecía venir a desarmarlo con una nueva etapa de proteccionismo… y el neoliberalismo sigue aquí. En México, el actual presidente no deja de maldecir y atacarlo… pero más allá de la retórica el verdadero enemigo de López han sido las instituciones del Estado.
Sin embargo, el neoliberalismo sigue aquí. Denostado por la mayoría de los políticos e intelectuales y aquí sigue. Palabra prohibida y aquí sigue. Modo de atacar a un oponente electoral y aquí sigue. Incluso entre la comunidad empresarial y las Escuelas de Negocios, influidos por Muhammad Yunus y su teoría maximalista de responsabilidad social, el neoliberalismo tiene muy mala fama… y aquí sigue. Vale la pena preguntarse ¿por qué?
Para poder responder esto valdría la pena definirlo y hacer un recorrido histórico. Todo esto que nos permita tener una noción filosófica como respuesta.
Al igual que el liberalismo, versión anterior y moderada, el neoliberalismo es difícil de definir estrictamente. Es un sistema intelectualmente escurridizo y ambiguo. Sin embargo, podemos mencionar una serie de características para saber de qué estamos hablando. A grandes rasgos, el neoliberalismo es un sistema político y económico, basado en la libertad individual, individualismo, propiedad privada y libertad de mercado. Presentado como un retorno al liberalismo clásico después de periodos de Estados grandes, (socialdemócratas o dictaduras corporativas), que reivindica las ideas de mercados sin regulaciones, énfasis en lo individual, privatización, globalización por medio de tratados de libre comercio y la premisa de que, frente a la ineficiencia del Estado, siempre se preferirá la iniciativa individual.
En resumen, las características básicas del neoliberalismo son:
- Individualismo.
- Liberación de los mercados.
- Privatización de servicios y empresas públicas.
- Desregulación de mercados.
- Austeridad pública contra el Estado de bienestar.
- Tratados de libre comercio para fomentar globalización.
El antropólogo y geógrafo social marxista, David Harvey (City University of New York, CUNY, y Miliband Fellow de la London School of Economics) define al neoliberalismo de la siguiente manera:
Neoliberalism is… a theory of political economic practices that proposes that human well-being can best be advanced by liberating individual entrepreneurial freedoms and skills within an institutional framework characterized by strong private property rights, free markets and free trade. The role of the state is to create and preserve the institutional framework appropriate to such practices.
El neoliberalismo es... una teoría de las prácticas económicas políticas que propone que la mejor manera de promover el bienestar humano es liberando las libertades y habilidades empresariales individuales dentro de un marco institucional caracterizado por fuertes derechos de propiedad privada, mercados libres y libre comercio. El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para tales prácticas.
En la Academia se originó gracias a los economistas Friedrich Hayek y, posteriormente, Milton Friedman. Como es común en las ciencias sociales y humanas, la academia suele preceder a la sociedad.
El origen mundano o social del neoliberalismo se encontró en la década de los 60 y 70 en Estados Unidos y el Reino Unido. En ambos países se fue fortaleciendo una cultura basada en el individuo, sobre todo una preocupación de la influencia que tienen las estructuras sociales sobre los individuos y no sobre las clases sociales.
Al mismo tiempo la desconfianza en el gobierno se incrementó drásticamente en esas décadas; la oposición a la Guerra de Vietnam, la cultura punk, el caso Watergate, la decadencia económica británica después de la Segunda Guerra Mundial, la lucha por los derechos civiles, entre otros eventos históricos. La primavera del 68 fue un rechazo de los jóvenes a la sociedad y Estado de bienestar que formaron sus padres. Se rompió la confianza de los individuos con sus Estados, Gobiernos y comunidades.
El radical, cuasi psicótico, individualismo de los años 80 se originó en los 60 y 70. Todo esto coincide en EE. UU. con la desindustrialización de la economía y, en México, con el paso de una economía agrícola-manufacturera y cerrada a una abierta y unida a las cadenas globales de producción. Estos cambios provocaron cambios drásticos en los mercados laborales, muchas personas quedaron, sin culpa de ellos, sin la posibilidad de ser empleados. Una transformación de este tamaño en lo económico y laboral trajo consigo cambios en la política y cultura, que fue tierra fértil para la adopción del neoliberalismo.
La llegada del neoliberalismo al poder se dio en la década de los 80. Después de las crisis económicas de los años 70, en parte por la insolvencia del Estado de bienestar, la privatización de servicios públicos y la liberación de la economía era inevitable. A nivel global las figuras más relevantes eran Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Pinochet. De este modo, el neoliberalismo se ligó al conservadurismo moral y social, lo cual no tendría por qué. Los mismos movimientos que generaron la cultura ultra individualista en los años 60 y 70, provocaron una reacción en la dirección opuesta, una resistencia conservadora. Mientras que en los países hispanos el conservadurismo moral y social está ligado a la idea de un Estado grande, que imponga y cuide la moralidad de la sociedad. Reagan culminó la síntesis en el conservadurismo americano entre la moral tradicional y la idea del Estado mínimo: es verdad que su origen se halla en la oposición al gobierno federal en favor del de los Estados, así que se pedía un gobierno federal mínimo, pero uno estatal-local fuerte. Reagan tomó esta idea y la radicalizó.
La segunda transformación al neoliberalismo fue la separación o disociación entre la política y la economía, y la eventual preferencia o centralidad del aspecto económico en detrimento del político. La aceptación de los Chicago Boys de trabajar con la dictadura de Augusto Pinochet desprestigió al neoliberalismo como promotor del retorno a las libertades individuales, volviéndolo un pretexto para el retorno al poder de la élite económica, cuyas políticas solo podían ser impuestas por medio de la violencia.
Quien escribe considera que ambas identificaciones del neoliberalismo, con el conservadurismo social y moral y con la dictadura militar, es inapropiada y que es posible un neoliberalismo realmente liberal. La historia reciente de México podría dar luces al respecto.
El resultado de la Revolución mexicana fue la imposición de una dictadura de partido único. La dictadura perfecta; el poder político y económico dominaba México, concentrado en el Partido Revolucionario Institucional y sus aliados como Grupo Televisa (de facto secretaría de cultura y educación). De este gran poder central emanaba algunas dádivas y servicios sociales, no un Estado de bienestar como tal, pero sí lo suficiente para justificar su existencia. Un ogro cínico. Este sistema entró en crisis a finales de la década de los años 60 y los 70; la falta de libertades políticas, el fracaso en la eliminación de la pobreza, la simulación democrática, la represión y la crisis económica (inflación y recesión) al final del gobierno del José López Portillo hicieron que el nacionalismo mexicano fuera inviable.
Por ello, en los años 80 se inició el proceso histórico mexicano que hoy llamamos «transición democrática», donde el sistema de partido único se fue desarmando en favor de un país más libre. En lo político, se logró democratizar al país, logrando transferencias de poder entre distintos partidos políticos en todos los niveles; la creación del Instituto Federal Electoral y el incremento de los derechos políticos y de libertad de expresión. En lo social, se ha ido formando una sociedad más abierta y tolerante a las minorías sexuales y menos arraigada a la moralidad tradicional. En la parte económica, la transformación fue una neoliberal: privatización de empresas públicas e ineficientes, desregulación de industrias completas y la apertura económica de México a los mercados globales por tratados de libre comercio.
Han pasado treinta años de dicha transición y el gobierno actual ahora la cuestiona para regresar al modelo anterior, en parte porque, con todos los beneficios que ha traído, no ha sido perfecta ni libre de problemas o deformaciones. Y si bien las consecuencias negativas del neoliberalismo son las razones de la oposición que mencionamos al inicio del texto, una de las razones de su continuidad son los beneficios económicos y políticos que trae. El caso mexicano es significativo: es verdad que la corrupción se ha incrementado y la desigualdad económica sigue siendo un problema; sin embargo, la clase media mexicana ha crecido, la pobreza extrema se ha reducido y la diversificación de la economía uniendo a las cadenas de producción globales ha permitido a México solventar las últimas crisis, mantener un crecimiento económico y tener el potencial de ser el mayor socio comercial de EE. UU. Sin olvidar que ha acompañado la liberación política y social.
Parece que, al menos en México, la libertad política viene acompañada de la libertad económica. No se puede ser un ciudadano libre y un agente económico restringido, ni viceversa.
La segunda parte de la respuesta apunta a una de las características más importantes del neoliberalismo. A diferencia de su predecesor, el liberalismo clásico, el neoliberalismo es un sistema filosófico completo, que va más allá del simple modo de organizar una sociedad y Estado. Funciona como una cultura, un sistema epistemológico y un culto religioso, todo alrededor del mercado.
La adopción del neoliberalismo vino con una nueva cultura. En resumen, una cultura es un sistema de creencias compartidas por un grupo humano. Las creencias compartidas del neoliberalismo se pueden dividir en dos: aquellas que se necesitan para el mejor funcionamiento del mercado, como la centralidad de la innovación, emprendimiento, eficiencia y competencia; y aquellas que son resultado de la centralidad del mercado, como la generación de utilidades como único criterio de validez, un sistema meritocrático y la totalitaria necesidad de consumir y estar siempre felices. Estas creencias se han arraigado en la psicología de la mayoría de las sociedades globales; lo que dificulta la oposición al sistema.
Mercado como filosofía o modo de pensar, un nuevo mind set, totalitario. Incluso aquellos que se buscan oponer con modos de vida más básicos o alejados del mercado, deben regresar a él, como productores y consumidores para tener el tipo de vida que buscan. Si usted busca ir los fines de semana al bosque o la montaña, o a la playa a hacer una pausa y reconectar con la naturaleza, debe regresar de lunes a viernes a su trabajo para poder pagar los tenis, vuelos de avión o utilería para ese estilo de vida.
Puede asumir la crítica y comercializarla.
Por otro lado, el neoliberalismo tiene una herramienta epistemológica. Pues el mercado puede funcionar como un método para descubrir verdad, al modo análogo al método científico.
Por último, el neoliberalismo funciona como un sistema espiritual, una religión con un dios escondido. En 1921 el filósofo norteamericano describe al capitalismo de su época, parecido al actual, como una búsqueda a las respuestas que intenta responder la religión.
El mercado neoliberal es un culto religioso, sin un sistema específico de dogmas que no se sostiene en un texto sino en prácticas y celebraciones. El valor de las cosas y acciones dependen de su aleación a esas prácticas al mercado. Es un culto permanente sin descanso. Use su coche privado en UBER y su casa en AIRBNB, para hacer más dinero. Además, elimine su vida personal, borre la línea entre ella y su vida laboral. Este es un sistema completo e integral, sin escape.
La religión neoliberal es un culto de un dios escondido, por lo tanto, no hay salvación ni un sueño de misericordia. Todo es consumir. Los ritos y prácticas se vuelven dios. Y es la única respuesta a los problemas.