Jamás he viajado a Buenos Aires. Si de algo sirve, he visto partidos de la liga de ese país, los superclásicos y los que contaban con algún colombiano en la nómina. Sin embargo, el domingo 22 de octubre estuve tan atento como pude a los resultados de las votaciones. Un colombiano, en Ciudad de México, revisando lo que antes era Twitter para saber cómo votaban en Argentina. No celebraría ningún resultado: el desenlace, salvo fraude desmedido, demuestra lo que las personas quieren o prefieren, revela los anhelos de la gente, lo que necesitan o creen necesitar; no importa que yo esté de acuerdo o no. El showman Javier Milei ―de quien sobran perfiles y videos en internet― quedó en segundo lugar, detrás del candidato del partido de gobierno, Sergio Massa: entre ellos dos se definirá el próximo presidente del país campeón del mundo y con una inflación del 138,3%.
Con menos atención, seguí las elecciones presidenciales de Ecuador. Supe de las votaciones porque el 9 de agosto asesinaron al candidato Fernando Villavicencio. Al día siguiente, seis colombianos fueron capturados bajo la sospecha de participar en el crimen. El 6 de octubre de este mes, los mismos seis fueron ahorcados en la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. Nueve días después, el empresario y político Daniel Noboa ganó la segunda vuelta frente a la candidata Luisa Gonzáles, de izquierda. Estas elecciones fueron extraordinarias: el presidente Guillermo Lasso las convocó luego de disolver el parlamento, justo cuando allí llevaban a cabo un juicio contra el primer mandatario ecuatoriano. Colombia empató 0 a 0 en su último partido allá, por las eliminatorias al Mundial 2026: creo que el resultado nos convino a los dos países.
De las elecciones en España no estuve tan enterado la verdad. Y eso que una revista colombiana, Semana, se tomó la molestia de hacer una portada con Alberto Núñez Feijóo. De hecho, con Milei también hicieron una. ¿Habrá una portada de Semana a Xóchilt Gálves? Digo, para mantener la tradición internacional.
En 2024, México elegirá a su presidente para el próximo sexenio. Las dos más opcionadas son Claudia Sheinbuam, de Morena ―el partido de gobierno―, y Xóchilt Gálves, del Frente Amplio por México que reúne a tres partidos que se han enfrentado en otras épocas y no con pocas ganas de pelea: PRI, PRD, PAN. En un momento donde se busca alinear en dos equipos ―de izquierda o derecha― a cada mandatario recién elegido, la nueva presidenta de una de las economías más grandes del continente tendrá mucho interés en todos los países. Ya veo los comentarios de latinoamericanos de distintas latitudes aprobando o no la elección de los mexicanos.
Seguir la política como si fuera un partido de fútbol es muy desgastante: esperar los votos hasta el último minuto, ver qué fanáticos hay más allá de los territorios en cuestión, hacer conjeturas sobre lo difícil que será para el ganador moverse durante su gobierno… Ya es suficiente con las cargas morales y emocionales que implica participar en las elecciones de tu propio país como para subirse en contiendas donde no tienes voz.
Para rematar, en Bogotá, mi ciudad de origen y por la cual me preocupo casi todos los días pese a estar a miles de kilómetros, acaba de elegir a su próximo alcalde: Carlos Fernando Galán. De nuevo, uno de los temas de la campaña es la construcción del metro ―sí, la capital de Colombia no tiene metro―; aspecto que también involucra al presidente Gustavo Petro, quien prometió financiar el 100% del proyecto ahora que logró acordar con la empresa china a cargo de la construcción que un tramo de la primera línea sea subterráneo. Yo, como fanático, espero que este sí sea el año, que ahora sí se construya de verdad, que pueda llegar a mi ciudad y ver una estación de metro. ¿Acaso no es de ilusiones que se alimenta la política y el deporte? Así está la cosa con Milei, candidatos asesinados, enemistades olvidadas para ir por nuevos rivales y promesas incumplidas.