El conflicto de Ucrania, al cual todos asistimos a través de la tv como si fuera un auténtico reality show, nos permite constatar cómo lentamente se va destruyendo una nación, desapareciendo su gente, mientras el país va endeudándose por las armas que gentilmente le van entregando países de Europa y USA. Nada en este mundo es gratis y menos lo son las armas. Ahora se suman las bombas de racimo. Bombas que no discriminan, si es amigo o enemigo. Además, este regalo tiene una virtud adicional, las que no explotan, sirven para más adelante. O sea, nuevas víctimas habrá hasta pasada esta guerra expansionista que lleva a cabo Rusia contra una nación hermana. ¿Qué gobernante europeo se hará responsable si por error o no es bombardeada la central nuclear de Zaporiyia, y toda Europa se ve bajo la nube radioactiva? En esta pregunta, no incluyo al gobernante de los Estados Unidos, ya que ellos siempre hacen la guerra lejos de su territorio. Basta recordar que las dos únicas bombas atómicas que han hecho explotar en un conflicto bélico, Estados Unidos las lanzo en Japón.
Para quienes hemos vivido en África, es fácil recordar vestigios de lo que fue el periodo colonial en ese continente. La pintura que aparece en esta publicación representa un niño mozambicano encargado de pastorear ganado. Su patrón portugués lo castigó marcándolo en la frente con un hierro ardiente por haber perdido un animal. La fotografía es de Ricardo Rangel tomada en 1973 pero sólo después de la independencia en 1975 pudo ser publicada.
El colonialismo europeo en África no ha terminado. El saqueo de los recursos naturales africanos y la trata de esclavos que benefició el desarrollo de Occidente en el pasado, hoy tiene su equivalente en la explotación de los recursos naturales por parte de transnacionales, y de diversos gobiernos que a través de sus llamadas agencias de cooperación van endeudando cada día más a esos países. Los europeos y sobre todo quienes uno consideraba más sensibles a estos temas, me refiero a los intelectuales y artistas, para no mencionar a los políticos, no se conmueven, no se agitan, no reaccionan, no se manifiestan por el drama de cientos de muertos que día a día desaparecen en las aguas del Mediterráneo.
Desde el mundo de la cultura tampoco se escucha una voz que promueva la devolución de los miles de piezas de arte, maravillosos símbolos de la cultura africana robados por Europa y USA, en África y Asia, (Irán, Irak). Para muestra solo un ejemplo, la maravillosa, Nefertiti, está en Berlín y no en Egipto. ¿Será que los miles de africanos que mueren en el Mediterráneo intentando llegar a territorio europeo, vienen en busca de sus raíces enclaustradas en esos museos de este viejo hipócrita continente?
La razón por la cual toco esto es a propósito de un curioso, por no decir sorprendente diálogo, a través de las redes, que tuve con un personaje que dirige un festival de cine en Europa. El motivo de mi contacto fue mostrarle mi último trabajo audiovisual titulado:
United Colors of Reality. Pero primero debo confesar que defino mi método de trabajo fílmico y pictórico como «realismo artístico de la realidad» ... Es lo que muestro en las descarnadas y hondas imágenes en United Colors of Reality. El videoarte intenta ser un ensayo visual y sonoro donde el uso de escenas revisitadas, mayoritariamente de mis filmes realizados en Mozambique, describen realidades atroces, difíciles de comprender que sean reales. Poemas, fotografías, y pinturas que reflejan brutales realidades que parecen gritar desde el silencio pavoroso de constantes tragedias, porque la vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.
Para la realización de este videoarte envié estas escenas a varios poetas amigos a los cuales solicité que trabajáramos como normalmente yo lo hice con el poeta Armando Uribe. Esto significa que, frente a una escena visual o descrita por mí, Armando, declamaba un poema o texto en forma espontánea, generalmente el relato o poema duraba lo que Armando tardaba en consumir un cigarro. Utilizando esta misma metodología, Marco Lucchesi en Brasil, Sonia Sultuane en Mozambique, Jaime Pinos, Elikura Chihuailaf y Omar Pérez en Chile realizaron su creación espontanea. De José Craveirinha, el más destacado poeta de Mozambique fallecido en el 2003, tomé de internet su voz declamando el poema Grito Negro, y de Raúl Zurita utilizo un breve relato espontaneo extraído de una de nuestras entrevistas del programa de tv Off the Record.
Otro elemento importantísimo por su fuerza, belleza a pesar del drama que describe, los fremes (fotogramas) extraídos del material fílmico revisitado, ahora convertidos en fotoperiodismo, a las que se le realizó un interesante trabajo de color y suaves efectos visuales, permiten demostrar que la belleza no falta a la ética si describe un drama, por el contrario, la belleza lo universaliza.
Fundamental en la realización de este trabajo audiovisual es la participación del maestro Cristian López, quien realiza un trabajo de relaciones entre la imagen y el sonido. En este contrato audiovisual entre el correlato visual y el correlato sonoro, uno influye en el otro y lo transforma; «no se ve lo mismo cuando se oye; no se oye lo mismo cuando se ve».
Volviendo al tema del director de aquel festival de cine italiano, quedé para adentro cuando leí su comentario vía WhatsApp:
Lo vi, lo vi. ¡Es fuerte! Las secciones pertinentes en las cuales poder programarlo son Contemporánea Malvinas. Y por su rescate de la memoria Contemporánea Mundo Latino. Tengo solo un temor: que los docentes coordinadores lo rechacen. Ya me ha ocurrido en otras ocasiones. Tienen el temor que les genere problemas luego que los estudiantes compartan en sus casas con sus padres los films que están visionando. ¡No te olvides que este país aún es muy mojigato! Pero lo intentaré, al menos con Contemporánea Mundo Latino. Te mantengo informado. ¡Gracias por haber pensado en Trieste! Un abrazo.
La curiosa explicación de que Italia es mojigata naturalmente no me la compro. Si fuera verdad, me pregunto, cómo logran entonces convivir con una doble moral tan extrema. Basta constatar el uso generalizado de cadenas de oro colgando de los cuellos con la imagen del pulento torturado y clavado en una cruz. Y lo que es aún más grafico es verlo a tamaño natural en lo más alto de la nave central de cualquiera iglesia del mundo. Como diría Condorito, ¡Exijo una explicación Plop!
Yo hace mucho que dejé de interesarme en asistir a los festivales de cine. Me interesa más compartir que competir con mis colegas. En septiembre de este año realizaré el estreno de United Colors of Reality, y la muestra de otros cinco filmes en el bello Cine Scala de Maputo, capital de Mozambique. En esta instancia podré dialogar con viejos y nuevos colegas, y departir con el público sobre los temas que abordan mis filmes. La función fundamental que le atribuyo a mi trabajo artístico es el de socializar con el público para no convertir las obras artísticas en objetos solo de elites.
Entiendo mi oficio de pintor y cineasta, como un caminar por la cuerda floja tendida sobre el abismo, donde la cuerda representa el frágil punto de sostén de una vida amenazada constantemente por las miserias y horrores de la existencia cotidiana, y el abismo es ese espacio sin límites en donde puede caer y perderse para siempre toda humana dignidad.
¿Y dónde está el arte, entonces? En el constante rescate de esa realidad en virtud de la belleza capaz de salvar al mundo, estética que, en este caso, se desenvuelve a través de la mirada que atraviesa el lente y dibuja su poema, la sinfonía del paisaje sonoro, su pintura, cumpliendo la función trascendental del arte: captar, develar y mostrar la realidad en todas sus dimensiones. No es otro mi móvil. Por eso, mi lente se abre y prodiga para que recorramos juntos el camino enriquecedor de las imágenes, del sonido, de la poesía y así poner en relieve, pensar la realidad. Son estas imágenes y escenas que dan vida y razón de ser a este proyecto de videoarte social. Mi objetivo es informar y motivar al espectador. Provocarlo para que no sea un simple telespectador de este reality que afecta a millones de personas.