Las Colinas Eugáneas de la región de Véneto mantienen un gran atractivo natural por donde no pasa el tiempo, elevándose sorprendentemente en la llanura véneta, donde complejos fenómenos geomorfológicos sucedidos a lo largo de los siglos, han dado vida a un centenar núcleo de alturas de origen volcánico y gracias a sus peculiares microclimas favorecen una notable biodiversidad florística por la convivencia espontánea de vegetación alpina y mediterránea. Por si fuera poco, estos lugares privilegiados reúnen la mayor cuenca termal de Europa. Aquí las aguas benéficas y sanitarias salen a flote en la superficie espontáneamente a una temperatura que alcanza los 80º C, tras recorrer un largo viaje en el subsuelo con una profundidad que llega a los 2.000/3.000 metros, durante el cual se enriquecen de sales minerales, convirtiendo sus aguas fundamentales para todos los tratamientos terapéuticos y estéticos propuestos por los numerosos y especializados hoteles termales de las Termas Eugáneas.
¿Se puede conciliar el relax físico en las termas y al tiempo mental con la belleza natural e histórica circundante? Es posible regenerar el propio físico si decidimos abandonarnos a los cálidos fangos, a las aguas medicinales y a las hábiles manos del personal cualificado, en el conjunto de los hoteles termales ‘Galzignano’ en la provincia de la histórica Padua, entre las mejores y más completas estructuras. Desde aquí se está al alcance de disfrutar de las colinas eugáneas, donde los organizadores de The land of Health & Emotion se han anticipado y responden a cualquier necesidad y deseo del cliente termal -que opta por pasar las milagrosas aguas y empaparse del fango reparador acompañado de los relativos masajes para el bienestar corporal-, aportando un importante valor añadido dentro de un turismo sostenible.
Como por ejemplo los carriles bici que se introducen en medio de la intensa verdura de un vasto territorio en el corazón de la región, cercano a la ciudad devota a San Antonio, saboreando la belleza que ofrecen las 18.000 hectáreas del Parque Regional de las Colinas Eugáneas, salpicado del patrimonio de sus históricas Villas rodeadas de jardines de ensueño, así como el paladar de los genuinos productos locales y el bouquet de los vinos volcánicos.
Regenerar la mente con una estancia que se demuestra atractiva para todas las edades, dejando atrás la idea de las termas para los no tan jóvenes y evitar el aburrimiento en las horas vacías. Además del parque literario Francisco Petrarca y de las Colinas Eugáneas, donde en Arquá Petrarca se puede acceder a la morada del gran poeta Francisco Petrarca del siglo XIV, autor del célebre Cancionero, o ir visitando los maravillosos palacios del lugar y sendos artísticos jardines. Ya que, las giras se ofrecen con programas de lo más variados como los paseos a pedales para ir a conocer algunas Villas Vénetas, esencia de la más auténtica Serenísima República de Venecia.
Entre éstas, deslumbra la Villa Barbarigo o conjunto monumental de Valsanzibio, dotado de un jardín entre los más bellos e importantes de época aún existentes, que conserva aún su pasado esplendor desde mediados del siglo XVII, gracias al noble veneciano Zuane Francesco Barbarigo, a cuyo primogénito, Obispo de Padua y futuro Santo, se debe la alta simbología del proyecto del principal arquitecto pontificio, Luigi Bernini. El mágico jardín alegórico que crearon, conservado íntegro y original a lo largo de los siglos, resulta adornado de más de 60 estatuas esculpidas en la piedra de Istria, en gran parte de Merengo, y otras tantas esculturas menores integradas en arquitecturas, arroyos, cascadas, fuentes, laguitos, juegos de agua y estanques con peces, entre los innumerables árboles y arbustos que animan las 10 hectáreas de extensión.
Además, en el interior del «oasis» artificial, considerada etapa importante de salvificación, surge el laberinto de boj, la simbólica Gruta del Ermitaño, la isla de los Conejos -que resiste como símbolo de la inmanencia, condición de los seres vivos entre los límites del espacio y del tiempo- y el Monumento al Tiempo. Cabe recordar que, en el portal de Diana, la monumental entrada principal por vía navegable recibía las barcas arribadas al valle de pesca de San Eusebio, de donde deriva el nombre ValSanZibio, ahora limitada al laguito que espeja la elegante edificación
Otro medio ancestral para disfrutar de una gira deliciosamente lenta podría ser la navegación en barca tradicional con remeros en los canales artificiales Bisatto e Battaglia (se remontan hacia el año 1200 para el transporte de mercancías) y actualmente adaptada a las travesías para los visitantes del lugar, para conducirlos al sorprendente Castillo del Catajo, único en una arquitectura que refleja sus primeros propietarios y su antigua función.
El llamado Castillo del Catajo (pronunciado en español Cataio), la más extraña de las Villas Vénetas, no siendo un simple castillo en el curso de los siglos ha asumido la función de Villa, palacio ducal y morada imperial. Concretando una idea en 1570 de los Obizzi, familia de capitanes de ventura, los mercenarios de entonces, como aparato de representación, fue transformado a lo largo de los tiempos en una imponente residencia real, sede de lujosas y memorables fiestas. Ampliado ulteriormente en el siglo XIX para alojar a la corte de Los Archiduques de Módena, devino posteriormente residencia de los Habsburgo, emperadores de Austria. Aparecen cadenas de murallas, torres angulares, un laberíntico recorrido entre patios, lonjas, escaleras diseñadas para el paso de los caballos y corredores excavados en la roca que conducen a la planta noble, donde el visitante queda anonado ante la percepción de la cromía y luminosidad que desprenden sus pinturas murales, perfectamente conservadas, uno de los más importantes ciclos pictóricos auto celebrativos renacentistas, realizados por Gian Battista Zelotti, pintor predilecto de la nobleza véneta, que en 40 m2 ha sabido narrar con maestría la historia de la familia Obizzi.
El Castillo del Catajo, con su aspecto de fortaleza y su función palaciega, dotado de 350 estancias constituye un curioso unicum, un gigante inesperado, que documenta la estratificación de la historia, del arte y de las familias que lo han convertido en uno de los más imponentes edificios de Italia. En fin, una escapada que promete al viajero desarrollar un turismo lento y sostenible, contribuyendo al propio bienestar físico y mental.