No es ninguna novedad que la historia le perteneció siempre a los hombres, ellos gobernaron, tomaron las decisiones, marcaron hechos que cambiaron la historia y decidieron cómo contarla. Pero detrás de todos esos hombres poderosos, siempre existieron historias ocultas de mujeres a quienes se decidió olvidar o cambiar la forma en que serían recordadas. Así sucedió con Juana I de Castilla, Ana Bolena, Catalina de Aragón, Isabel I, María Antonieta y Violante de Aragón a quienes vamos a rememorar contando las versiones que los hombres quisieron dejar ocultas y olvidadas.
En primer lugar, vamos a hablar de Juana I de Castilla, a quien la historia la hizo ser conocida como «Juana la loca». Nació el 6 de noviembre de 1479 en Toledo y a los 17 años sus padres, la Reina Isabel de Castilla y el Rey Fernando de Aragón le arreglaron un matrimonio con, a quien se conocía como, Felipe «el hermoso». Es curioso que mientras a ella se la recuerda como «la loca», a su esposo le quedó el nombre de «el hermoso», ¿no? Su casamiento era puramente político y tenía el objetivo de aumentar la influencia de las coronas de Castilla y de Aragón. Al conocerse, ella sintió atracción por él y se enamoró profundamente. Por su parte, Felipe era famoso por ser mujeriego y nunca demostró mucho interés por su esposa. Juana era consciente de las infidelidades de su esposo y obviamente lo desaprobaba y le generaba muchos celos e inseguridades que hicieron que la catalogaran como una mujer con celos patológicos. Él pasaba largas temporadas en otros lugares por lo cual ella sufría mucho estar lejos de su esposo, sufriendo episodios de ansiedad y nerviosismo por lo que comenzaron a tenerla vigilada constantemente. Fue el propio Felipe quien incitó el rumor de que Juana tenía una patología con los celos, dado que frente a las acusaciones, enojos y reproches de su esposa comenzó a justificar los reclamos de infidelidad diciendo que su esposa estaba loca.
Cuando mueren la madre y los hermanos de Juana, es ella quien queda como heredera al trono de Aragón y Castilla. Ahí empezó una disputa entre Fernando de Aragón y Felipe por quien quedaría en el poder, quedando Juana en medio del conflicto. Finalmente fue Felipe quien ganó, pero a los 2 meses de estar en el poder y con menos de 30 años falleció, quedando Juana sumida en una profunda depresión. Fernando de Aragón vio la muerte de Felipe como una oportunidad para hacerse cargo del poder, por lo que corrió a Juana con el argumento de que tenía problemas mentales y de que él se haría cargo hasta que el primer hijo de ella, Carlos, pudiese gobernar. Fue entonces cuando la mandaron a encerrar en Tordesillas, encierro que duró 46 años dado que al llegar su hijo Carlos al poder, decidió mantenerla allí por su propia conveniencia. Pero hablando de las verdades razones, Juana no tenía problemas mentales, el único «problema» que tuvo fue ser mujer y expresar sus opiniones abiertamente, dos cosas que en aquel entonces no eran bien vistas.
Por otro lado, tenemos la historia de Ana Bolena, quien es conocida por ser la reina sin cabeza. Ana vivió entre 1501-1536, nació en Inglaterra y se formó en lenguas y arte, convirtiéndose en una joven inteligente que llamaba la atención de personas importantes, de modo tal que fue recibida para ser parte de algunas cortes europeas como la francesa. Fue una mujer muy inteligente que supo moverse bien en la corte inglesa, llegando a llamar la atención del Rey Enrique VIII, quien rompió su matrimonio con Catalina de Aragón para desposar a Ana. Catalina, al igual que su hermana Juana I, fue otra mujer cuya vida se vio manipulada desde temprana edad, dado que cuando tenía solo tres años sus padres la comprometieron con el príncipe Arturo, heredero del trono inglés. Finalmente, en 1501 se casaron, pero Arturo falleció solo cinco meses después, por esa razón Enrique VIII heredó el trono y se casó con la viuda de su hermano, argumento que luego le sirvió para apelar al divorcio con Catalina cuando perdió el interés en ella por no poder darle otro heredero además de su hija María y del hijo que falleció al llegar a los dos años.
Volviendo a la historia de Ana, fue acusada de ser una mujer ambiciosa que solo quería llegar a la corona, pero detrás de todo estaba su padre que le hizo creer al rey que su hija le iba a dar herederos hombres. Ana tuvo una hija mujer, la Reina Isabel I (de quien vamos a hablar más adelante), y sufrió de varios abortos, por lo cual el rey comenzó a perder su interés en ella y terminó por desposarla, argumentando frente a la corte que había caído bajo los hechizos de Ana y solo por eso se había casado.
Para poder romper el lazo matrimonial, se inventaron las peores críticas y rumores y se le acusó de brujería e infidelidad con muchos hombres, entre ellos su hermano para culparla también de mantener una relación incestuosa. Finalmente los declararon culpables y mandaron a encerrar a todos ellos, para luego terminar ejecutándolos. El Rey Enrique mandó a cortar la cabeza de Ana. No preparó ningún funeral para la muerte de su segunda esposa, ni siquiera hicieron comprar un ataúd, sino que depositaron el cuerpo de la difunta reina en una caja de flecha. Ese mismo día el rey se comprometió con quien había sido su amante. Ana Bolena quedó marcada en la historia como una mujer ambiciosa y por ser la primera reina a quien le cortaron la cabeza en público.
Por su parte Isabel I, la hija de Ana, fue declarada ilegítima por la acusación hacia su madre, con lo cual quedó fuera de la línea de sucesión hasta que años más tarde, Enrique VIII quiso recomponer la relación con su hija y volvió a colocarla en la lista de herederos al trono. Cuando su medio hermano Eduardo VI fallece, es María la primera hija de Enrique VIII y Catalina, en ocupar el trono, pero al fallecer también ella, Isabel termina convirtiéndose en la Reina de Inglaterra e Irlanda, dando lugar a la conocida era isabelina, llamada así por ser una época dorada para Inglaterra. Se dice que ella decidió no casarse para evitar tener que dar el trono a un marido, y dada la historia de su madre me parece lógico que Isabel quisiera evitar quedar bajo el mando y control de un hombre, pero por esta decisión fue que se ganó la fama de ser conocida como «la reina virgen».
La famosa María Antonieta nació en Viena en 1755 como princesa archiduquesa de Austria y a los 14 años fue comprometida con el heredero al trono de Francia Luis XVI, con el objetivo de hacer una unión entre dos dinastías que estaban enfrentadas. Fue en el mismo día de su casamiento que empezaron a correr rumores y críticas sobre la futura reina francesa, por un lado, porque ocurrieron algunos incidentes que fueron vistos con mal augurio sobre el futuro reinado y también porque muchos rechazaban la unión con Austria. También había quienes tenían cuestiones personales para odiar a la nueva reina, como los miembros de la corte o la amante de Luis XVI, quienes aprovechaban cualquier ocasión para dejarla mal parada. Todas estas cuestiones dieron lugar a que comenzaran a fomentarse las habladurías sobre María Antonieta, a quien llamaban «la austriaca» de forma despectiva, y a quien el pueblo nunca terminó de aceptar. Tras la muerte de su suegro Luis XV, ellos se volvieron reyes, empezando así la que fue la última monarquía francesa.
Corrían rumores de despilfarro de dinero por parte de María Antonieta que enfurecían al pueblo dado el contexto de hambre que se estaba viviendo, pero hoy se sabe que no todos esos rumores eran ciertos, como el rumor de que había mandado a hacer un collar de piedras muy caro del cual, en verdad, ella no sabía nada. Estos rumores fueron motivo de campañas que desprestigiaban a la reina, y entre la propaganda engañosa que circulaba en la calle, se repartían folletos con rumores sobre amoríos tanto con hombres como con mujeres. Una frase muy conocida que se le adjudica es «si el pueblo tiene hambre, que coman pasteles» pero lo cierto es que se inventó con motivo de alentar el descontento social que se vivía en la Francia revolucionaria.
Contrario de lo que se contó siempre, en la actualidad se habla de una María Antonieta con mucha más conciencia social de lo que se creía, siendo una reina que crío a sus hijos lejos de tantos lujos y con cercanía a las necesidades del pueblo; que invitaba a niños de bajos recursos a compartir una comida con ellos y que les avisaba a sus hijos que, en vez de recibir regalos para las fiestas, iba a destinar ese dinero a ayudar a las personas.
Cuando la Revolución Francesa ya era un hecho, la familia real intentó escapar, pero en Varennes fueron reconocidos y arrestados. Luego de ser juzgados por traición, en enero de 1793 enviaron a la guillotina al Rey Luis XVI. A María Antonieta la juzgaron por los mismos cargos, sumando que obligaron a su propio hijo a declarar en su contra. En octubre de 1793 correría la misma suerte que su esposo y sería guillotinada en la Plaza de la Concordia.
Por último, vamos a hablar de la vida de Violante de Aragón nacida en 1236, quien fue Infanta de Aragón y Reina consorte de Castilla, pero esta reina quedó olvidada detrás de las figuras de su padre Jaime I el Conquistador y de su esposo, Alfonso X con quien la casaron cuando ella tenía solo 10 años. Debido a su corta edad, Violante tardó en poder quedar embarazada, lo cual molestaba a Alfonso, quien empezó a planear el pedido de anulación del matrimonio al Papa por infertilidad y buscó una sustituta para ser su reina. Finalmente, para cuando llegó el reemplazo, Violante ya había quedado embarazada de uno de sus once hijos. Fue una reina que ocupó un rol político fundamental para sus tierras, pero no tuvo reconocimiento histórico por su gran trabajo diplomático mediando entre su padre y su esposo, es decir, entre los representantes de las tierras de Aragón y de Castilla. Además de que Alfonso fue un marido maltratador, la historia también la desestimó ya que no existen registros sobre ella porque se consideró que lo único importante que hizo fue su deber de engendrar hijos.
La lista de mujeres cuyos destinos estuvieron marcados por hombres y a quienes la historia decidió olvidar podría ser infinita. Hoy recordamos a estas reinas como lo que realmente fueron: mujeres valientes que, en un mundo de hombres, lograron hacerse un lugar y dejar huella en la historia. Thomas Cromwell dijo sobre su enemiga Catalina de Aragón, una frase que cierra perfectamente: «Si no fuera por su sexo, podría haber desafiado a todos los héroes de la historia».