Asistimos a un reordenamiento de las relaciones de poder a nivel mundial. Lo que se manifiesta en nuevas áreas de influencia, alianzas y conflictos. Rusia se mueve en dirección China. China arriesga aislarse de sus «actuales mercados más importantes». India surge como un nuevo protagonista en la arena mundial con su historia de conflictos con China, relaciones estrechas con Rusia y algunos lazos con Occidente. El bloque de los «no aliados» en Latinoamérica se debilita y tiende en parte hacia Occidente. México, uno de los países más importantes, se encuentra en un pacto económico y de mercado con los EE.UU. y Canadá. Brasil trata de conservar su «independencia» y se inclina hacia China. Venezuela con Nicaragua convergen con Rusia y China. África acepta una presencia china en progresivo aumento y el bloque occidental se consolida en acuerdos y pactos entre los EE.UU. y Europa con la participación de Canadá, Australia, Corea del Sur y Japón. La OTAN amplía su red para incluir a Finlandia y Suecia. La Unión Europea abre sus puertas en los Balcanes y Europa del Este. Este proceso ha comenzado años atrás y ha alcanzado su punto más alto con la guerra en Ucrania.
En esta situación muchos tienen una posición relativamente clara y usan argumentos que provienen de los medios de comunicación, sabiendo que estos defienden sus propios intereses y que no siempre presentan la situación, no digo en modo verídico, sino creíble. Este reordenamiento conlleva aspectos prácticos como por ejemplo el aumento de los gastos en armamento y defensa en Europa, provocando una reducción de los recursos destinados a aspectos sociales, distributivos, de salud y educación. Otra dimensión concierne a las relaciones comerciales que tienden a una reposición geográfica de los centros productivos reduciendo las distancias en la «cadena logística». La era de la globalización está terminando y la deslocalización en periferia se transforma en un regreso al «centro».
La robotización, automación de procesos productivos, sustitución de la mano de obra por máquinas, avances en las biotecnologías que entre otros aspectos hicieron posible el desarrollo de las vacunas anti-covid, demostrando la superioridad tecnológica de Occidente en relación a China y Rusia, cuyas vacunas no daban los mismos niveles de protección ante el virus son los nuevos frentes en este reordenamiento.
Los conflictos entre los bloques comprenden no sólo el control de los mercados y el acceso a estos, sino que además el control de las materias primas estratégicas, en particular las tierras raras para la producción de baterías y el desarrollo tecnológico en general. Un área de conflicto es por ejemplo la producción de microchips. Las máquinas para la impresión de microchips son producidas por los EE.UU., Holanda y Japón y uno de los centros de producción más importantes a nivel mundial es Taiwán. Recientemente hemos visto un bloqueo de las exportaciones de estas tecnologías a China como un intento de frenar la «modernización de la capacidad productiva» de este país. Los microchips avanzados representan una tecnología crítica en el sector de la automoción industrial, automovilístico, aeronáutica, telecomunicación y sistemas balísticos. Es decir, estos representan una enorme ventaja competitiva en todos los aspectos más importantes de una sociedad moderna y son la base tecnológica de la electrónica de vanguardia que representa el motor mismo del desarrollo tecnológico.
Volviendo al punto de partida, las noticas que nos permiten entender ese reordenamiento geopolítico son las que hablan de frentes de conflictos ajenos al conflicto bélico tradicional y que se substancian en aranceles a las importaciones, reducción de importaciones y vetos a la exportación de tecnologías avanzadas. La ausencia de la tecnología china en la construcción de las redes 5G de telecomunicaciones es uno de los tantos factores que ilustran el reordenamiento como también las limitaciones o prohibiciones en el uso de Tik Tok en Occidente.
Este reordenamiento se basa también en una fuerte diferenciación de sistemas valóricos y culturales que está dividiendo el mundo en universos completamente disjuntos y antepuestos, redefíniendo los equilibrios que nos han permitido vivir en la ilusión de una posible paz. Las movidas más importantes en este tablero son la posición de la India, la consolidación de las relaciones entre China y Rusia, que bien pueden significar una subordinación de la última a la primera, el futuro de África como nuevo campo de batalla, la futura estabilidad o desestabilidad de la Federación Rusa y la posible incorporación a Occidente de muchas repúblicas ex-soviéticas. Es decir, una redefinición absoluta del tablero mundial. En esta perspectiva, la reciente visita del líder chino Xi Jinping nos dará elementos para juzgar si la visita fue para reforzar el polo anti-Occidente con un apoyo explícito a Rusia o para presionar a Putin hacia la negociación de una posible paz.