Si bien la palabra «influencer» no se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española, sí podemos encontrar influenciar o influir: «acción y efecto de influir», «producir sobre una cosa ciertos efectos». Y es que este término que nombra a un oficio tan popularizado en los últimos años hace referencia justamente al objetivo o efecto que tienen las personas que lo ejercen: influenciar.
Los influencers, por lo general jóvenes, heavy users de las redes sociales, trabajan día a día para crear y sostener una comunidad de personas que siguen y apoyan su trabajo, y generan contenido en sus redes en el cual introducen distintas marcas y productos. Hay influencers de distintas categorías: foodies, fitness, moda, makeup, viajes, de muchas categorías a la vez o simplemente de su propia vida. El punto clave de esta profesión es la confianza que generan hacia sus seguidores, dado que los productos que van a recomendar -en teoría- fueron probados por ellos antes. Los influencers son comunicadores, esto quiere decir que usan la visibilidad que tienen para comentar o aconsejar sobre productos, como también sobre distintas temáticas u opiniones. Desde su lugar tienen el «poder» de influir en la decisión u opinión de las personas que confían en su palabra, ya sea para elegir una marca a la hora de hacer una compra o un hospedaje para vacacionar; incluso, también pueden tener influencia sobre las personas con temas relacionados a ideologías u opiniones propias que les comunican de forma subjetiva.
Hoy en día las redes sociales son el medio por el que un influencer trabaja, pero sabemos que los medios de comunicación se fueron transformando y reemplazando a lo largo de la historia y si retrocedemos en el tiempo, el canal por el que las personas se enteraban de las noticias en la antigüedad no era nada más ni nada menos que el uso oral de la palabra, y el influencer, si bien es un rol moderno que está aún en pleno auge, es uno de los oficios más antiguos que estaba representado por el rol del pregonero, cuya figura se podía hallar ya desde tiempos antiguos con el comienzo del intercambio y la comercialización de productos.
El concepto viene de «pregón», que podemos encontrar su definición en la RAE como «promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan». El rol del pregonero era el de recorrer las calles de los pueblos o ciudades para comunicar a la población sobre las noticias, distintos acontecimientos que sucedían como las condenas de los prisioneros, pero también sobre diferentes productos con el objetivo de que las personas los comprasen.
En la antigüedad los pregoneros eran personas con credibilidad frente a lo que comunicaban y quienes tenían este oficio lograban cierto estatus en la sociedad. Podemos decir que en las sociedades más primitivas donde se comenzaba a intercambiar o comercializar distintos productos ya se pregonaba, pero si hablamos con mayor exactitud es en la Edad Media que se destaca la figura reconocida del pregonero. Muchas veces este rol lo ocupaba alguien elegido por quienes gobernaban y eran ubicados en sitios estratégicos desde donde se sabía que su voz sería escuchada por más personas.
Asimismo, para captar la atención, los pregoneros podían utilizar trompetas, tambores o algún instrumento cuyo sonido pudiese ayudar a llamar la atención de los oyentes. Entre la información que comunicaban los pregoneros oficiales estaban las noticias o comunicados que los gobernantes querían hacer saber a sus ciudadanos, o en el caso de los pregoneros callejeros, las novedades como la llegada de un nuevo comerciante al pueblo, los precios que se habían establecido para los productos como el maíz o la carne, la invitación para acudir a una taberna a tomar vino o simplemente, alzaban su voz para vender un determinado producto, pero no solo lo mencionaban sino que también se tomaban el trabajo de comentar en detalle las características del mismo.
Se habla de que pregonar fue una de las primeras formas de hacer publicidad en la antigüedad, pero se puede considerar que lo que hacían los pregoneros además de publicitar los productos, era influenciar a las personas que los escuchaban y confiaban en sus palabras para que accedieran a comprarlos. Si el pregonero comentaba sobre las mercancías de cierto comerciante, este iba a tener ventaja sobre otros vendedores cuyos productos no eran recomendados por el pregonero del pueblo.
En conclusión, el oficio más moderno que existe hoy en día y que sigue en pleno crecimiento, es a la vez, uno de los trabajos más antiguos de la historia.