Aunque el nombre completo de Isabel II, Elizabeth Alexandra Mary Windsor, no incluye ninguna inicial «R», la reina terminaba su firma con esa consonante porque hace referencia a la palabra «Regina». Solía firmar como: «Su servidora, Elizabeth R».

Su majestad la reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Isabel II, murió el jueves 8 de septiembre. Y tras 2 semanas de actos oficiales de luto, lo confirmo, somos el único país del mundo donde no ocurre nada si quemas la bandera, silbas mientras suena el himno o pones la foto de Felipe VI en una barbacoa. Que envidia he sentido, independientemente del atrezo mercadológico durante innumerables días del ritual sucesorio del trono británico, la sensación que tiene ese pueblo de orgullo identitario es infinito. Una verdadera lección de orgullo, educación y dignidad al mundo entero. La memoria de «Isabel la Grande» lo merecía, pero espero que tardemos mucho en comprobar algo parecido aquí en España. Tenemos tanta historia o más que cualquier imperio, nosotros fuimos el más grande con Carlos V, y podemos presumir de éxitos, hablo del pasado, porque nos suicidamos poco a poco por la falta de unidad. Éramos una gran nación, ahora somos una gran desunión, nos apura formar bandos antinacionales, antimonárquicos, antipatria, antitradiciones, hemos elegido ser tan libres que hemos olvidado qué somos.

Carlos III, fue proclamado rey en el palacio de Saint James, construido en tiempos de Enrique VIII y sede del ascenso al trono de los monarcas británicos. Ha muerto Isabel a sus 96 años y con ella ha terminado la segunda época isabelina de Inglaterra, su vida dio continuidad al reinado en el imaginario colectivo con el esplendor imperial de su tatarabuela Victoria. El afecto y respeto que conlleva esa continuidad ha anulado cualquier causa republicana o secesionista tanto en el Reino Unido como en sus reinos de ultramar, y esto convierte a Carlos III en, además de rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte por la gracia de dios, en señor de la Isla de Mann y cabeza de la Commonwealth, reinos independientes que siguen las mismas normas sucesorias que las islas británicas.

El actual y ya rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de naciones hasta su ascenso al trono fue príncipe de Gales, duque de Cornualles, duque de Rothesay, conde de Carrick, barón Renfrew, señor de las Islas y príncipe y gran mayordomo de Escocia, además de duque de Edimburgo desde la muerte de su padre.

Para los que se han ido a tomar una aspira y han vuelto, resumo, además del título de por la gracia de dios, rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Carlos III es además rey de sus otros territorios: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas, Belice, Antigua y Barbuda, y de San Cristóbal y Nieves. Estos llamados Commonwealth realms son realmente reinos independientes de la Corona británica, aunque mantienen una unión personal con el Reino Unido y siguen sus mismas normas sucesorias.

Además, Carlos III es defensor de la fe, heredado de su antepasado Enrique VIII y otorgado por el papa León X, actualmente significa su condición de supremo gobernador de la Iglesia de Inglaterra. Y todos estos títulos llevan una serie de objetos simbólicos que se despliegan en todas las ceremonias de coronación que representan la realeza y su autoridad. Todo ello, los títulos y los tratamientos, definen el enorme peso de la monarquía británica como institución. El nuevo rey lleva en su persona el legado de los siglos, pero como él mismo ha declarado, quiere ser un ejemplo de neutralidad.

Neutral y rico. La reina Isabel II era una de las personas más ricas del mundo, según el Sunday Times, disponía de una fortuna personal de 370 millones de libras. Sin incluir los bienes inmobiliarios de la corona, cuyos ingresos representan 11,500 millones de libras, en la fortuna de la reina y la colección real de arte y joyas, con un valor de 10,000 millones de libras. De esta inmensa riqueza, el Estado británico no recibirá nada en impuestos de sucesión. No puedo imaginar si esto ocurriese en España.

Los bienes inmuebles de la corona y la colección real de arte y joyas pertenecen a la monarquía como institución y, como tal, Carlos III no se beneficiará de ella a título privado. Lo cual no será un problema para él, porque la fortuna privada de su amada madre incluye también el dominio real de Sandring-ham, joyas, coches y la herencia de la «Reina madre», abuela del monarca. El palacio de Buckingham, residencia londinense y el castillo de Windsor, son propiedades del Estado, y por tanto no los hereda Carlos, pero si es suyo el castillo de Balmoral.

Carlos III ya figura en la lista de los mil habitantes más ricos del Reino Unido, donde por ejemplo está la autora de la saga de Harry Potter y, a diferencia de los otros británicos que heredan más de 325,000 libras, no tendrá que pagar el 40% de impuestos de sucesión. Este privilegio se remonta a 1993, y está destinado a evitar que si varios monarcas muriesen con pocos años de intervalo el patrimonio del rey o la reina se esfumase al verse reducido el 40% en cada herencia. Carlos deja el ducado de Cornualles a su primogénito, este dominio es ahora de Guillermo, pero a cambio toma posesión de otro ducado, el de Lancaster, cuyos ingresos cubren los gastos oficiales del monarca y la familia real. Además, dispondrá de la «concesión al soberano», la subvención anual que le paga el Estado británico y que se fija en el 15% de los ingresos generados por el patrimonio de la corona.

Con todo, y con la gracia de dios, la muerte de Isabel II deja a Carlos como Tom Cruise en Misión imposible, podemos utilizar la imaginación y cambiar la persecución en moto por un caballo. Es probable que el nuevo monarca en un futuro no muy lejano se enfrente al rechazo de su persona de muchos países de la Mancomunidad en protesta por el imperialismo blanco y elitista. La reina representaba un matriarcado y Carlos no tendrá ni tiempo de representar un patriarcado, la connotación es diferente y la reputación de la madre e hijo, también. Es probable que Australia se constituya como república, al igual que Escocia elija independizarse de la unión, y que Irlanda del Norte se unifique con la Republica de Irlanda. Todo esto supondrá para el nuevo rey idealismos y nacionalismos que pondrán a prueba su autoridad moral.

O no, después de ver el sentimiento de identidad y orgullo de pertenencia al Imperio Británico, puede ser que la institución de la monarquía en sí sea superior a la persona que la regenta. Existe la posibilidad de que el valor de la tradición y de la pertenencia supere al valor del cambio. Hay cambio climático, hay guerra en Europa, crisis económica mundial… hay tanto de imperativo y sin remedio, que también se podrá elegir honrar la memoria de una reina y su guiño permanente a Escocia.

¿La monarquía está en decadencia o supone un sello de grandeza?