En artículos anteriores hemos analizado el significado y los cambios que se producen en algunas palabras. Ya sabemos que con el paso del tiempo muchas caen en desuso, mientras que, otras se renuevan y consiguen perdurar, transformando su significado y adecuándolo a las nuevas realidades.
En esta ocasión, abordaremos la palabra «lacónico». Su significado original se ha mantenido a lo largo del tiempo, sin embargo, ha adquirido nuevos matices, como veremos a continuación:
Significado y origen
La palabra lacónico proviene del latín Laconĭcus, y este del gr. Λακωνικός Lakōnikós. El Diccionario de la lengua española (DLE) lo define como:
- adj. laconio (perteneciente a Laconia).
- adj. Breve, conciso, compendioso. Lenguaje, estilo lacónico. Carta, respuesta lacónica.
- adj. Que habla o escribe de manera lacónica. Escritor lacónico. Persona lacónica.
Con el significado de la primera acepción aparece en textos de los siglos XV y XVI. El Diccionario de autoridades (1734) recoge el vocablo con el significado de 'breve, conciso y compendioso'.
Es el siglo XVI, en la Traducción de la Arquitectura de Marco Vitruvio de Miguel de Urrea se describe Lacónico como: «lugar para sudar en el baño pequeño a manera de una torrecilla de bóveda».
Además de Lacónico se usa el vocablo latino Laconicum, para referirse a este tipo de baño circular que los romanos usaban para baños de vapor (una especie de sauna). Un ejemplo de este tipo de construcción está en Évora (Portugal).
El origen del vocablo lacónico, según Corominas, se ha tomado del latín lacōnĭcus, 'propio de Laconia o Lacedemonia', que se usa «en memoria de la predilección que por el habla concisa mostraban los habitantes de esta región de Grecia». El origen del adjetivo proviene, por tanto, de los laconios y su particular forma de expresarse.
Anécdotas sobre su origen
Laconia o Lacedemonia en la antigua Grecia era una región del Peloponeso, cuya capital era Esparta. Los espartanos eran conocidos por su disciplina férrea y su austeridad en todos los aspectos de la vida.
Plutarco, en el tomo VII de Obras morales y de costumbres, Sobre la charlatanería, contiene varias anécdotas acerca del origen del término lacónico. Además de una descripción de su lengua:
El discurso de los laconios no tiene escoria, sino que se templa con vistas a su eficacia gobernado por la eliminación de lo superfluo. Esa lengua suya sentenciosa y la agudeza acompañada de flexibilidad para las respuestas provienen de su mucho silencio.
En la primera anécdota de la citada obra, el rey Filipo II envía a los habitantes de Laconia la siguiente advertencia: «Si invado Laconia os arruinaré totalmente». Los laconios le contestaron por escrito un escueto: «Si».
En otra ocasión, el rey Demetrio se enfadó mucho y gritó: «¿Los Lacedemonios me han enviado un solo embajador?». El embajador le contestó: «Uno a uno».
No solo Plutarco, sino otros autores clásicos, han escrito sobre la forma de hablar escueta y precisa de los laconios. Platón llegó a considerarlos filósofos, mientras que otros entendían su manera de hablar opuesta a la retórica.
Vicios del lenguaje
Como hemos visto, el uso de respuestas demasiado breves puede llevar a dificultar la comprensión del mensaje que queremos transmitir. Es, por ello, que el laconismo se considera, también, un vicio del lenguaje, que consiste en usar expresiones demasiado breves. Sobre todo, para responder a preguntas.
En algunos ámbitos como el militar, por ejemplo, se emplea por considerarse más eficaz. El lenguaje infantil es considerado lacónico también, por su brevedad y el uso de monosílabos.
Conciso versus lacónico
El adjetivo lacónico se refiere a algo 'breve o conciso', por lo que, sus sinónimos más comunes son: conciso, escueto, parco o breve. Si revisamos su significado, veremos que no hay una auténtica sinonimia entre conciso y lacónico.
En este sentido, es necesario diferenciar entre, lacónico: 'empleo de pocas palabras' y, conciso que se refiere al uso oportuno de las mismas. Este último conlleva, por tanto, una exactitud y un sentido positivo, que no encontramos en el significado de lacónico, que puede implicar una dificultad en la comprensión del mensaje y, por tanto, un matiz negativo.
El diccionario lacónico
La brevedad no está reñida con el arte. En la literatura existen autores tan reconocidos como Hemingway o Juan Rulfo cuyo talento es indudable, también, su brevedad. Desde Cervantes hasta nuestros días se ha valorado la brevedad en el habla, por estar libre de adornos innecesarios.
En este sentido, una obra reciente y curiosa es el Diccionario lacónico (2019) de Miguel Catalán, en la que recoge multitud de ejemplos de definiciones breves, cargadas de ingenio de autores de todos los tiempos.
La cualidad de lacónico a veces es necesaria ante la verborrea que impera hoy en día. En ocasiones, perdemos de vista la importancia de una comunicación eficaz y damos largos circunloquios que provocan el efecto contrario al deseado.
Como escribió Baltazar Gracián de manera tan clarividente: «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». Así que, aunque yo no he sido breve, mi despedida de hoy sí lo será.
Una lacónica despedida
Hasta pronto.