La felicidad como plenitud y sabrosura, la del mango jugoso es un estado que a veces nos resulta extraño porque estamos acostumbrados a estar insatisfechos. Siempre hay algo que falta: «el centavo para el peso». En otras ocasiones es porque estamos muy fijados en una emoción o situación que no nos permite innovar, cambiar, ser diferentes. En eso de estar fijados, escogemos una de las tantas versiones que podemos ser y delegamos en el exterior, en otros o el medio ambiente conseguir eso que nos falta. Proyectamos en otros nuestras partes negadas, eso que se quedó suspendido, latente, y manipulamos para obtenerlo. Admiramos en otros lo que creemos que no tenemos. ¿Cuántos amigos, parejas, relaciones mantenemos para obtener lo que necesitamos?
Todo eso que admiras en otros y que crees que careces, está en potencia en ti. ¡Es hora de descongelarse! Les propongo hacer el ejercicio con la dicha. A mí me ayuda ir al significado de las palabras y de sus opuestos para saber dónde me encuentro. ¡Vamos a jugar con el diccionario! Exploremos el espectro de las palabras asociadas a la dicha. Sinónimos y antónimos como ejercicio para definir el espacio entre las polaridades de ese estado. Para saber con qué estas fijado, qué te hace falta explorar, ver qué es lo que te impide explorar lo nuevo.
Empecemos con la etimología de la palabra. El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), dice que la palabra dicha viene de la palabra latina dicta y de dictum, en el sentido de suerte o destino, en relación con la creencia pagana de que la suerte de cada persona depende de las palabras dichas por los dioses cuando se nace. Imagínense si algún dios o diosa estuviera de malas en el día de tu nacimiento. Mejor sigamos con el significado de la RAE de varias palabras.
Empecé por la de dicha que me llevó a la de felicidad. Resulta que la felicidad es el «estado de grata satisfacción espiritual y física». Entonces había que buscar el significado de grato y de satisfacción. Mientras que grato es «gustoso y agradable», satisfacción es el «cumplimiento del deseo o del gusto», así como la «seguridad del ánimo». Entonces, la dicha o la felicidad es un estado gustoso y agradable en donde están cumplidos los deseos o los gustos espirituales y físicos.
Hay manifestaciones de esa felicidad, como la alegría, el gozo. En un tono más enérgico estaría el júbilo y otro más intenso, la euforia.
Hay otras palabras asociadas a este estado, que la producen como: gozar, disfrutar, placer, deleite. También están el bienestar y la comodidad en relación con la satisfacción de las necesidades.
Hay otras que denotan estar vibrando en frecuencias amplias como la suerte, la fortuna, el optimismo, la prosperidad, la abundancia, la bienaventuranza. Y otras con el mismo sentido, pero en un tono más apacible como: plenitud, serenidad, ecuanimidad, contentamiento.
Me quedan dos palabras más para mencionar, el entusiasmo y el eros. El primero como una «exaltación y fogosidad del ánimo» producida por admiración o por algo que lo cautiva, que también puede ser una inspiración divina. La palabra viene del griego enthusiasmos, en que quiere decir «dentro de» o poseído, y theos que quiere decir «dios». Poseído o entregado a Dios. En cuanto al eros, mas que el amor sexual o los impulsos sexuales de una persona, lo asocio a la chispa de la vida, la energía vital que nos impulsa a seguir.
Es importante explorar tu relación con todas estas palabras porque para emprender cualquier proyecto, camino, tarea hay que alistar los recursos y la energía para culminarlos. Es decir, con energía y con ganas, así se esté ante desgracias, crisis y penas.
¿Tienen otra palabra asociada a la dicha que no haya mencionado? Escríbeme o déjala en comentarios a este post en mis redes. Si no tienen otra palabra continuemos con las palabras opuestas a la dicha.
La «antidicha»
Vamos ahora por la antidicha. ¿No les parece lo máximo que alguien se haya tomado el trabajo de buscar y clasificar el significado opuesto a una palabra y que esté codificado en un diccionario de antónimos?
Los antónimos de la dicha son: desventura, desdicha, desgracia, fracaso, infortunio, malestar, insatisfacción, abatimiento, aflicción, ahogo, amargura, ansiedad, atribulación, carga, consternación, desazón, desconsuelo, desengaño, desolación, disgusto, pesimismo, calamidad, penalidad. Los opuestos de la de plenitud: parcialidad, escasez, falta, decadencia. De la misma manera, los de la alegría: tristeza, pesimismo, aburrimiento, insatisfacción, desagrado, malhumor, nostalgia, desdicha, fastidio, disgusto.
¿Alguien se ha sentido así y se siente fijado en esa sensación? ¿qué se podría hacer para salir de ese estado? La terapia Gestalt contiene la teoría de las polaridades. Creo que la manera como dicha terapia aborda las polaridades o los opuestos entre los que nos debatimos ofrece una respuesta para el descongelamiento.
La teoría de las polaridades y el vacío fértil
La teoría de las polaridades de la terapia Gestalt plantea que una cosa y su opuesto están en el mismo flujo de un continuo. Así, por ejemplo, la dicha y la desdicha o la alegría y la tristeza son dos caras de una misma moneda. Entonces quien tiene tendencia a estar triste o desdichado tiene la misma potencialidad para ir a la polaridad opuesta que es la alegría/dicha, solo que lo tiene negado o suspendido.
Eso que tiene presente, consciente y adoptado es lo que le ha servido para sobrevivir y recibir amor, reconocimiento. Le ha servido no solo para ser visto y amado, sino que le ha evitado también ser castigado o excluido de sus sistema familiar o social. Hay que tener en cuenta que los seres humanos no nacemos independientes y actuar por fuera de las normas del sistema si puede significar una amenaza para el niño para que pueda seguir recibiendo la protección y cuidado de sus padres. Desde ese momento queda en nosotros fijada una estrategia que garantice la supervivencia, el amor y la protección de los padres.
Por eso da miedo experimentar lo que se tiene negado. Está vedado porque fue muy peligroso, amenazante de la existencia en la niñez. Sin embargo, eso que fue efectivo en la infancia para mantener el amor y la protección de los padres, puede no servir al adulto en su estado de plenitud y desarrollo.
Entonces, el trabajo terapéutico con polaridades invita a ensayar, experimentar esas partes negadas o suspendidas del sí mismo. Es decir, el opuesto a lo que se hace habitualmente. En una sesión, el terapeuta acompaña a su consultante a que viva esa versión suprimida de sí mismo; que pueda darse cuenta que no se va a morir y que ahora que es adulto está en capacidad de enfrentar lo que sea que venga de cualquier situación. Digo morir porque experimentar la parte negada, si amenazó la existencia del niño.
La vivencia en terapia de los opuestos o de los pasos hacia el opuesto, hace que el consultante genere nuevas sinapsis neuronales, ya que se da cuenta que aun actuando diferente, su existencia no está en peligro. Le da el poder de valorar la situación bajo sus capacidades de adulto y medir si tiene capacidad o no para actuar diferente si la situación actual, presente, así se lo pide en orden de satisfacer sus necesidades. Esta es la fórmula hacia la dicha y la plenitud. Poder escoger de acuerdo con la necesidad propia y actual, qué hacer para satisfacerla y dejar de conformarse con el resultado fijo y seguro de la estrategia adoptada en la niñez para sobrevivir.
Ese lugar en el que se puede elegir lo que más conviene, o lo que más le da plenitud o satisfacción a una necesidad del presente, dentro de la teoría de la terapia Gestalt se llama vacío fértil. Es vacío porque para llegar ahí se han soltado todas las estrategias o soluciones fijas adoptadas en la niñez. Es fértil porque permite reconocer la necesidad del presente como adulto y elegir cual opción le sirve más para satisfacer esa necesidad. Esta es la adultez: poder elegir.
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