Se ha puesto usted a pensar alguna vez en si lo que vemos, oímos y sentimos es realmente lo que vemos, sentimos y oímos. ¿Si es real? Es decir, si en este mundo y en el universo existe más de lo que creemos ver, oír y sentir. O si existen otras realidades que no vemos, ni captamos con nuestros sentidos. Pues, de hecho, la respuesta para ambas incógnitas es que sí. Es más, el hecho es que, lo que vemos, oímos y sentimos es una mínima parte de todo lo que existe en este mundo y con muchísima más razón en el universo. De hecho, la física, la química y la matemática demuestran que en el universo existen muchas más realidades de las que podemos ver en este mundo. Y que, este mundo nuestro tiene muchas más realidades de las que podemos ver. En otras palabras, que no vemos, ni sentimos, ni oímos; pero que, ciertamente están ahí y nos influencian y afectan directamente; tanto a nosotros, como a nuestro entorno. Un ejemplo claro de eso es la radiación electromagnética: el campo electromagnético puede manifestarse como ondas de radio, microondas, radiación infrarroja, luz visible, radiación ultravioleta, rayos X y rayos gamma. Podemos ver con nuestros ojos todas las ondas de luz del espectro visible y algunas de la radiación infrarroja y ultravioleta; que además percibimos como calor. No obstante, las microondas que, también son calor: no podemos verlas; aunque sí sentirlas. Y las ondas de radio que, también son sonido: solo podemos escucharlas; si existe algún medio que las propague. Eso no pasa con los rayos X y los rayos Γ: que no necesitan medio para poder propagarse y más bien atraviesan medios no muy densos y se propagan en el vacío. Sabe usted por qué ocurren todos esos fenómenos. Es decir, por qué percibimos solo la luz visible y no los rayos X y los rayos Γ; por qué estos rayos pueden atravesar la «materia sólida» y la luz visible no; por qué sentimos el calor y la radiación, aunque no podemos verlos; por qué solo podemos escuchar algo si hay un medio que lo propague.
La respuesta a todas esas incógnitas está en el tamaño y la escala de lo que creemos ver, oír y sentir y que, damos por hecho que, es y constituye, la realidad de todo lo que existe. A qué me refiero con eso; a que, por ejemplo, damos por sentado que la luz no puede atravesar un cuerpo sólido; porque es sólido; es decir, porque, bajo nuestra percepción; no existen espacios abiertos entre los átomos por los que, un fotón de luz pueda atravesar un cuerpo sólido. Pero en realidad, eso no es así: físicamente la mayor parte de la materia; aun la que consideramos como sólida; está constituida por espacio vacío: la distancia promedio entre el núcleo de un átomo y su nube de electrones en del orden de 2 a 5 x 105. Eso es similar a comparar la altura promedio de un ser humano (1.7 m) con la longitud de la carretera Trans-Canadá (7,821 km). Entonces, ¿Por qué el fotón de luz no puede pasar a través del amplio espacio que existe entre los átomos de sólido? Eso tiene que ver con la interacción entre la radiación electromagnética y la materia; más específicamente con la dualidad onda-corpúsculo o dualidad onda-partícula que es un fenómeno cuántico. En el caso de la luz visible, los fotones se comportan básicamente como ondas; cuyas longitudes de onda van de los 380 nm a los 750 nm (1 nm = 10−9 m) y como ondas; los fotones de luz visible están irremediablemente asociados al fenómeno de la interferencia; en el que, dos o más fotones de luz se superponen como ondas; para formar una onda de mayor amplitud que, no puede atravesar el espacio intermolecular; y por ende, una de dos: es absorbida como energía (calor) por el cuerpo sólido o emitida como un nuevo fotón de luz; dependiendo de si el choque fue inelástico o elástico. En el caso de los rayos X se trata de una radiación corpuscular ionizante; en otras palabras, el fotón se comporta como una partícula; cuyas longitudes de onda están entre los 0.01 y los 10 nanómetros; lo suficientemente pequeñas para pasar a través del espacio entre el núcleo atómico y su nube de electrones. Y en el caso de los rayos Γ es ambos: los rayos gamma son tanto ondas como partículas corpusculares: son radiación electromagnética constituida por fotones producidos por elementos radiactivos y procesos subatómicos de aniquilación de un par positrón-electrón. Debido a las altas energías que poseen, constituyen una radiación ionizante capaz de penetrar en la materia sólida más profundamente que los rayos X. Por esa misma razón es que, a pesar de no verlos, podemos sentirlos y sus efectos en la materia sólida de los cuerpos vivos como nosotros es tan drástica y permanente.
Y para completar y hacer aún más misterioso este tema de lo que no vemos como materia o sentimos como energía; tenemos la materia oscura y la energía oscura. Se denomina materia oscura a la materia que no es materia bariónica (bariones) ni materia fermiónica (fermiones); es decir, que no constituyen parte de la materia ordinaria que conocemos; ya que, no forman parte del modelo estándar de física de partículas y que, no interactúa en ninguna forma con la radiación electromagnética, siendo completamente transparente en todo el espectro electromagnético. Su existencia solo se puede inferir, a partir de, sus efectos gravitacionales sobre la materia considerada ordinaria (tales como el movimiento de las estrellas o las galaxias); así como, por medio de, las anisotropías del fondo cósmico de microondas presentes en el universo. Se estima que la materia oscura corresponde aproximadamente al 80% de la materia total del universo.
La energía oscura por su parte es una forma de energía que está presente en todo el espacio-tiempo y que produce una «presión» que tiende a acelerar la expansión del universo, generando como resultado una «fuerza gravitacional repulsiva».
La teoría de la fuerza gravitacional repulsiva fue propuesta por Albert Einstein y dice que el universo está sujeto a una fuerza que llena el espacio vacío y evita que se colapse; esta fuerza repulsiva anula la gravedad y a la vez separa al universo a un ritmo constante.
De acuerdo con el modelo estándar de la cosmología, la energía oscura aporta aproximadamente el 68 % de la masa-energía total del universo observable.
El universo observable, horizonte del universo u horizonte cosmológico constituye la parte visible del universo total. Parece tener un espacio-tiempo geométricamente plano. Tiene un radio de 1.37 x 1026 m, un volumen de 1,08 x 1079 m3 y una masa de 9.27 x 1052 kg, por lo que la densidad masa-energía equivalente es de 8.58 x 10-27 kg/m3. La densidad media de sus constituyentes primarios es de un 68.3 % de energía oscura, un 26.8 % de materia oscura fría y un 4.9% de materia ordinaria, según datos recogidos por la sonda Planck.