El mismo día, todos los años, curanderos (quienes practican la medicina popular que involucra el contacto con el mundo invisible) vienen de todo el estado de Oaxaca, a veces de toda la República Mexicana, para honrar la memoria de la sacerdotisa de los hongos sagrados: María Sabina.

En 2014, asistí al encuentro como antropóloga visual, contratada en representación de la Secretaría de Salud del Gobierno de Oaxaca, para grabar el evento. En ese momento, estaba trabajando para el gobierno en una investigación más extensa, en colaboración con un equipo integrado por tres biólogos, dos antropólogos visuales y un curandero, en el campo de la medicina tradicional.

El objetivo de la investigación fue realizar un estudio sobre la medicina de los pueblos indígenas, vinculado a la figura del curandero, las plantas medicinales y los mundos invisibles, que al interactuar con el mundo humano provocan diversas enfermedades: pérdida del alma, susto (enfermedad causada por una gran impresión o por un miedo profundo), mal aire (enfermedad causada por espíritus malignos), solo por nombrar las principales. Enfermedades que son reconocidas y tratadas solo por curanderos, o sanadores, o chamanes, los únicos que tienen un diálogo estable con los mundos invisibles.

Concluimos, dando a la luz una radiografía del mundo de la medicina popular oaxaqueña. Identificamos cuántos curanderos se encontraban operando en ese momento en el territorio del Valle Central de Oaxaca, qué tipos de especialidades se brindaban, qué técnicas se utilizaban, qué tipo de enfermedades se trataban, quiénes eran los pacientes, cuáles eran las plantas y cuáles los lugares de recolección, cómo fueron utilizadas.

En esta ocasión nos trasladamos a la Sierra Mazateca, al noreste de Oaxaca, lugar donde nació María Sabina Magdalena García, el 22 de julio de 1894, en Huautla de Jiménez.

Famosa por ser vidente y curandera, su poder y sabiduría estaban íntimamente ligados al uso de los hongos sagrados, conocidos en mazateco como Teonanacatl, en Occidente como Psilocybe y, ella, cariñosamente les dio el nombre de «niños».

María Sabina mostraba su poder de sacerdotisa durante las «veladas» (ceremonias nocturnas) que duraban muchas horas. Cantaba transportada por los hongos sagrados en un viaje a los confines del universo.

El hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde todo es conocido. Allí están los hongos santos, hablan de cierta manera y yo puedo entenderlos. Les hago preguntas y me responden. Cuando regreso del viaje que hago con ellos, repito a la gente lo que me dijeron y lo que me mostraron.1

De esta forma ella curaba.

María Sabina entró en contacto con los «niños santos» cuando era solo una niñita. La prima vez, fue durante una velada a la que ella asistió en su casa, cuando don Juan Manuel sacó desde una canasta los niños sagrados y los dio de comer a todos los presentes, al fin de curar a un tío de María que estaba enfermo. Pero, la primera vez que los comió, no fue en esa ocasión, sino que, en el bosque, con su hermana, una vez que el hambre la impulsó a ingerirlos. Y esto se repitió en el tiempo.

Durante la siguiente temporada de lluvias, cuando los hongos volvieron a brotar, los volvimos a comer.

Después de un tiempo aprendí que los hongos eran como Dios, que daban sabiduría, que curaban enfermedades y que nuestra gente los tomaba desde muchísimos años. Qué tenían poder, que eran la sangre de Cristo.

Años después, cuando quedé viuda por segunda vez, me entregué para siempre a la sabiduría, a curar las enfermedades de las personas y a estar siempre cerca de Dios.

Se debe sentir respeto por los honguitos. En el fondo, me siento familiar de ellos. Como si fueran mis padres, mi sangre.

En verdad nací con este destino. Ser sabia. Siendo hija de los «niños santos».2

…Los «niños» tienen poder porque son la carne de Dios. Y los que creen sanan. Aquellos que no creen no sanan.

…Antes de comenzar la velada le pido el nombre al paciente. Así busco la enfermedad y así curo. Si el paciente no me dice la causa de su enfermedad, yo la adivino. Cuando el enfermo suda, me revela que se recuperará. Mis palabras obligan al mal a irse.

…Las visiones que muestran los niños revelan el origen del mal. Ni los curanderos ni los brujos saben manejar los niños…3

Sus ceremonias presentaban una mezcla de conocimientos prehispánicos e influencias católicas.

…Para mí, la brujería y la curandería son tareas menores.

Ellos también tienen su propio idioma, pero es diferente al mío. Ellos piden favores a Chicon Nindó (dueño de la «Montaña de la Adoración», sagrada a los mazatecas). Yo se los pido a Dios Cristo, a San Pedro, a la Magdalena y a la Guadalupe.

En mí no hay brujería, no hay ira, no hay mentira. Porque en mí no hay suciedad.

…No soy curandera porque no uso huevos para curar. No pido fuerzas a los dueños de las montañas… Curo con el lenguaje. Nada más. No soy una bruja porque no uso el mal. Yo soy sabia. Nada más.

…Los niños me dan el poder de la contemplación universal.4

Los cantos que afinaba durante los ritos curativos, las veladas, estaban inspirados en los hongos sagrados, creando maravillosas melodías y usando poderosas palabras.

Los «niños» son santos, dan sabiduría. La sabiduría es el lenguaje. El idioma se encuentra en el Libro.5

…Es el Libro de Dios, que me habla para que yo pueda hablar. Me aconseja, me enseña, me dice qué decir a los hombres, a los enfermos, a la vida. Aparece el Libro y aprendo nuevas palabras.6

Aprendí la sabiduría del Libro. Luego, en mis visiones posteriores, el Libro ya no aparecía porque su contenido, ya, lo guardaba en mi memoria…7

Curo con el lenguaje.8

Soy mujer que mira hacia adentro
Soy mujer luz del día
Soy mujer luna
Soy mujer estrella de la mañana
Soy mujer estrella dios
Soy la mujer constelación guarache
Soy la mujer constelación bastón
Porque podemos subir al cielo
Porque soy la mujer pura
Soy la mujer del bien
porque puedo entrar y salir del reino de la muerte.

Soy una mujer que llora
Soy una mujer que escupe
Soy una mujer que ya no da leche
Soy una mujer que habla
Soy una mujer que grita
Soy una mujer que da la vida
Soy una mujer que ya no pare
Soy una mujer que flota sobre las aguas
Soy una mujer que vuela por los aires.

Soy una mujer que ve en la tiniebla
Soy una mujer que palpa la gota de rocío posada sobre la yerba
Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado.

Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
Soy una mujer condenada a muerte.

Soy una mujer de inclinaciones sencillas
Soy una mujer que cría víboras y gorriones en el escote
Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
Soy una mujer que cría musgo en el pecho y en el vientre
Soy una mujer a la que nadie besó jamás con entusiasmo
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca.

Soy mujer que hace tronar
Soy mujer que hace soñar
Soy mujer araría, mujer chuparrosa
Soy mujer águila, mujer águila dueña
Soy mujer que gira porque soy mujer remolino
Soy mujer de un lugar encantado, sagrado
Porque soy mujer aerolito.9

María Sabina nació, vivió y murió pobre, pero entre los años sesenta y setenta se convirtió, a pesar de ella, en una celebridad, tanto a nivel nacional como internacional. Aún hoy, el recuerdo de ella en México es fuerte, su presencia es vívida. La misma Pilar (curandera oaxaqueña, quien me inició en la vida chamánica) me habló de María Sabina, reconociéndola como «la mujer sabia de los hongos del norte de Oaxaca».

En 1955, Robert Gordon Wasson participó en su primera velada dirigida por María Sabina.10 Por invitación de la sacerdotisa, tomó los hongos sagrados y quedó profundamente impresionado por ellos. Con los años, Wasson y su esposa Valentina Pavlovna dedicaron sus vidas al estudio de los hongos alucinógenos. Recogieron las esporas, las identificaron como Psilocybe mexicana y las llevaron a París. El hongo se cultivó en Europa y su principal ingrediente psicoactivo, la psilocibina, fue aislado en laboratorio por el químico suizo Albert Hofmann. Era el 1958.

Wasson y Pavlovna se convirtieron en los padres de los hongos y los enteógenos. En Europa y en el extranjero, el interés por el LSD y la psilocibina despertó en un primer momento entre los intelectuales y en breve tiempo involucró a las masas.

Después de ellos, personajes muy famosos como los Beatles, Bob Dylan, los Rolling Stones, Aldous Huxley visitaron a María Sabina. Ya se volvió sabia para todo el mundo y en un icono de los hippies. Con el tiempo los hippies invadieron las montañas de toda Huautla de Jiménez, en busca de la experiencia con «los niños».

Esta es una historia que se puede contar de muchas formas, y el espectro de cuestiones que se deben abordar es muy amplio. Mi experiencia en la tierra mazateca fue una oportunidad para sumergirme una vez más en el multifacético mundo de los chamanes mexicanos. Grabé con mi cámara lo que nunca había sido inmortalizado. Entrevisté a varios curanderos, participé y grabé el ritual de ofrenda al «Ombligo de la Tierra», la iniciación de dos jóvenes parteras, que tuvo lugar en la cima de la «Montaña sagrada de la Adoración»; la deposición de una partera anciana, hechizada por los vicios del mundo… entre otras cosas.

Pero el corazón de esta historia y de María Sabina es la sabiduría oculta del espíritu, revelada solo a algunos predestinados, «hijos» (en este caso) de los hongos sagrados. La misma María Sabina lamentó haber enseñado a los extranjeros el uso de sus niñitos.

Antes de Wasson, nadie tomaba a los niños solo para encontrarse con Dios. Se tomaban solamente para que los enfermos se curaran.11

Lamentó mucho la consecuente pérdida de poder divino de los hongos, después de que fueron identificados como alucinógenos.

En 1979, Nicolás Echeverría realizó el documental María Sabina Mujer Espíritu que presenta las ceremonias de sanación.

Notas

1 Estrada, A. (2007). Vida de María Sabina: la sabia de los hongos. México: Siglo XXI.
2 Ibíd. p. 36.
3 Ibíd. p. 49.
4 Íd. p. 49.
5 Ibíd. p. 35.
6 Ibíd. p. 50.
7 Ibíd. p. 35.
8 Ibíd. p. 49.
9 Transcripción de la canción extraída de: María Sabina, soy la mujer remolino, de Zarebska, C. y Tzu, M. (arte) (2009). México: Almadía-Zare Books. Leyendo la canción con detenimiento, creo que María, cuando habla de sí misma, dice «soy mujer» y, cuando habla de la mujer que tiene frente a ella, dice: «soy una mujer».
10 Durante una vigilia, Wasson y su esposa Pavlovna grabaron las canciones de María en 1957. Estas fueron publicadas más tarde: Ceremonia de hongos de los indios mazatecos de México, grabado por V. P. & R. G. Wasson en Huautla de Jiménez, Oax. Nueva York: Folksways Records and service corporation.
11 Óp. cit. Estrada, A. (2007). p. 68.