Cuando surge una nueva enfermedad en el planeta Tierra, se aprende de ella conforme pasa el tiempo y según el tipo, si es viral o bacteriana y, teniendo, además, en cuenta el lugar principal de lesión en el cuerpo, su inicio, sus principales síntomas o signos, su evolución y los grupos humanos más afectados. Hablamos de pandemia cuando se comprueba que se ha extendido a muchos países y continentes.
En los últimos años hemos tenido las siguientes pandemias: la gripe de Hong Kong en 1976, la gripe por virus A en el 2009, y la actual infección por un coronavirus llamado SARS-CoV-2, de inicio en diciembre del 2019 en la ciudad de Wuhan en China, ya con más de dos años de evolución desde su inicio, y que ha infectado a casi 250 millones de personas y provocado la muerte a más de 5 millones.
El coronavirus de esta pandemia convive en la naturaleza con los murciélagos, y de ahí saltó a un animal silvestre (una especie de armadillo), donde mutó se volvió más agresivo y luego saltó a las personas, a sus pulmones, y estas, a su vez, por gotas de saliva contagiaron a otras y así comenzó su expansión. Este coronavirus no se parece del todo a los cuatro coronavirus que nos han afectado y aún circulan. Aparte de causar una pandemia y debido a la larga convivencia que hemos tenido con el virus, este ya se hizo endémico, o sea, está constantemente presente.
¿Cuál es el camino que va a tomar dicho virus? La respuesta está relacionada con las mutaciones que tenga, y que sabemos que, a mayor tiempo de duración en la población no vacunada, más cambios y si estos son para mal y más agresivos que la Delta, será más serio su contagio y la enfermedad, al extremo que hay el temor de que una mutación lo vuelva resistente a las vacunas. De hecho, ya en Sudáfrica encontraron una variante del grupo B de este coronavirus denominado Ómicron, que genera múltiples mutaciones y parece ser más contagioso: está por verse si reduce la eficacia de las vacunas, cómo lo hizo la variante Delta.
Hay que tener presente que aún no hay decisión de vacunar a niños menores de 5 años y, desconocemos el número de individuos que en cada país nunca se han vacunado ni aceptan la vacuna para ellos y su familia. Por lo que debemos insistir en que los casos más graves hospitalizados y la mortalidad en un 80% se da en los no vacunados. En los Estados Unidos en el mes de octubre, 8,300 niños con edad entre 5 y 11 años fueron hospitalizados y 172 fallecieron.
Una mala noticia ha sido que las vacunas, al parecer, solamente dan inmunidad efectiva por 6 meses y luego esta comienza a descender y debilitarse, por lo que ya están señalando a grupos de población que deben ponerse una tercera vacuna; pero al final toda la población será revacunada, sin poder garantizar cuantos meses durará el efecto de esa tercera vacuna, costo que los países pobres no pueden pagar. Tampoco sabemos exactamente cuánto tiempo durará la inmunidad adquirida con la infección natural ya sea asintomática o con síntomas ligeros o graves, aunque se dice que es más alta con estos últimos, pero menos que con la vacuna.
El ejemplo de Israel es preocupante. Muy bien organizados sanitariamente, la población cumplió las exigencias de mantenerse alejados, evitar reuniones y usar la mascarilla y la población fue vacunada en más de un 90% al extremo de que, para junio del 2021, había visto caer a cero los contagios. La vida volvió a su normalidad, pero con la aparición de la mutación Delta, volvió a aparecer una nueva ola de contagios muy alta, que obligó a aplicar una tercera vacuna a la población, y ya la ola está siendo controlada. El mundo, viendo que en Israel han empleado una tercera vacuna general (para gran negocio de las trasnacionales farmacéuticas, que antes hablaban sobre una simple dosis de la vacuna y ahora entusiastamente piden poner tres), ya en los Estados Unidos y Europa van a aplicar una tercera dosis.
En Europa ha aparecido un rebrote de la pandemia (cuarta ola). Rumanía, que tiene la tasa de vacunación más baja de Europa, reporta la tasa per cápita de mortalidad más alta del mundo. Alemania, Austria e Italia están sufriendo de alta cantidad de contagios en su cuarta ola, lo mismo Francia y Gran Bretaña. La OMS pone en guardia a Europa, piensa que, en los próximos meses, morirá medio millón de personas por la COVID-19.
Ahora sabemos que el comportamiento humano y los cuidados contra la infección son muy importantes, incluso aunque estuviéramos vacunados. Por esa razón, se insiste que deberemos convivir con las medidas sociales de protección como: la mascarilla para salir de la casa, distanciamiento social y evitar aglomeraciones, lavado de manos, y ventilación en lugares cerrados. El problema es que en todos los países para navidad se liberará a las personas para que puedan asistir a fiestas, eventos deportivos, supermercados, etc., con la preocupación de si, por esa causa, en enero del 2022, tendremos una nueva ola general y mundial de contagios, ya que, como hemos señalado, aún vacunados podemos nuevamente contagiarnos, más grave si se es un anciano o en enfermo con diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedad autoinmune, etc. Señalo lo anterior ya que la esperada «inmunidad colectiva» ahora sabemos que no es cierta en este caso e incluso como dijimos, hasta las vacunados pueden volver a contagiarse.
Ya vimos lo sucedido en Israel con los contagios por COVID-19. Al presente no podemos predecir qué camino tomará el virus; ha afectado a las poblaciones en forma de varias olas a través de los dos años, insisto, ya vimos el caso de los países desarrollados y si a eso agregamos que, por ejemplo, en África solamente un 10% de la población está vacunada, ahí tendremos por varios años focos de contagio y de nuevas mutaciones del virus que podrían hacer inservibles las vacunas, si las naciones ricas no les obsequian la vacuna y les dan apoyo logístico para vacunar a todo el mundo.
Un problema aún no resuelto es cuántas personas han sido contagiadas y son asintomáticas y cuántos vacunados se han vuelto a contagiar, ya que se conoce de los sintomáticos y los que han tenido que internarse en un hospital, pero su número real total es desconocido.
Preocupa mucho la existencia de un grupo importante, no cuantificado del todo, que posterior al contagio, presentan síntomas o signos clínicos por meses de: fatiga importante, palpitaciones, disnea, perdida de la memoria o del olfato, miocardiopatía, mareos, ansiedad, angustia y hasta depresión, en algunos casos se han visto síntomas parecidos al Párkinson. Muchos de ellos permanecen incapacitados aún por estas causas.
Tenemos la ilusión de que, los medicamentos antivirales, en especial los orales, nos ayuden a combatir el virus. Las píldoras llamadas Molnupiravir y Paxlovid, parecen ser efectivas para evitar la agravación de la infección. Los Estados Unidos ha dado a los laboratorios productores de estos decenas de millones de dólares para que produzcan más de mil millones de píldoras, además la Merck ha autorizado a una casa fabricante de la India, para que la fabrique.
Este coronavirus ha trastornado nuestros hábitos cotidianos, especialmente en cuanto a la forma de trabajar de muchas empresas privadas y del gobierno, de cómo estudiar y de cómo entretenernos. Con la disminución de contagios, muchas instituciones públicas y empresas se están organizando en una modalidad que combina el trabajo virtual con regreso parcial (presencial) al trabajo. Este modelo permite que los trabajadores vayan unos días a las oficinas y otros días trabajen en sus casas; al parecer la productividad de mantiene sin problemas. Preocupa que ese distanciamiento a la larga no sea conveniente desde el punto de vista social, pues se supone que el trabajo presencial forma parte del ser humano, quien es gregario por naturaleza y social por necesidad, como afirmaba Aristóteles. Aunque se teme, que el aumento del trabajo virtual haga que el sedentarismo se agrave y aparezcan más patologías como consecuencia de eso.
La realidad es que la sociedad del siglo XXI deberá irse acostumbrando a cierto grado de confinamiento de su población, con una mayor relación virtual en los negocios, los estudios y hasta en el entretenimiento. Además, insistimos, si los problemas de la pérdida del medio ambiente por sus cambios climáticos acentuados y la deforestación no son resueltos, una nueva pandemia nos afectará a un relativo corto plazo.