Mi experiencia con la inteligencia artificial ha sido una invitación a jugar. Primero, por curiosidad, observé incrédula cómo se producía lo pedido, como si estuviera ante el genio de Aladino. Luego, usar la IA para buscar información ha sido una experiencia profundamente satisfactoria. La he consultado para temas personales y profesionales y, bajo ciertos parámetros que desarrollaré más adelante, estoy muy contenta con esta herramienta que está disponible para todos.
El efecto más positivo que se me presenta es la posibilidad de soltar tanto libro, fotocopias, cuadernos. La inteligencia artificial me hace sentir que es incluso obsoleto guardar la digitalización de las fotocopias en una nube. Por eso, el propósito de este artículo es contarles mi experiencia y cómo la inteligencia artificial reafirma esa declarsción que me he repetido mil veces para soltar y desapegarme de tanto papel: “la información que necesite va a estar disponible para mí cuando la necesite”.
De análogo a digital
Pertenezco a una generación que de niños no nos dejaban usar el tocadiscos, ni la cámara de fotos ni el control remoto, por miedo a que los dañáramos y que no tuvieran arreglo o este fuera muy caro. Las cámaras eran de rollo con posibilidad de tomar solo 36 fotografías. Para ver la foto tomada había que esperar al revelado y la impresión. Para usar esos aparatos se debía ser adulto y ojalá haberlos comprado con su propio dinero.
Mi generación usó el teléfono de disco, de botones, inalámbrico, celular análogo, Nokia “flecha”, BlackBerry y el teléfono inteligente. Vimos la transición de la máquina de escribir manual, al PC con disquetes, luego al CD y luego a internet y Google.
Mi universidad albergó el dominio .co de Colombia en sus inicios, lo que me permitió tener correo electrónico antes de que existieran Yahoo! o Hotmail. De niños, investigábamos en enciclopedias como la Británica y conocimos el mundo por atlas y el Almanaque Mundial. Para temas más específicos debíamos ir a las bibliotecas públicas y, para los años 90, la única biblioteca grande y con fuentes variadas de información era la Luis Ángel Arango. Hoy, todo está a un clic.
Mi generación surfea con suficiencia la era digital, a diferencia de nuestros padres. Ahora, vemos cómo nuestros hijos están siendo educados, adoctrinados y adictos a las pantallas.
El método del aprendizaje con fotocopias
En Colombia, los libros nunca fueron baratos. Están gravados con aranceles de importación y el impuesto a las ventas, por lo que en la universidad aprendimos leyendo fotocopias. En mi facultad de Derecho adoptamos el PBL (Problem-Based Learning) de Harvard, enfocándonos en formular problemas jurídicos fijándonos nuestras propias metas para resolver el caso propuesto por el profesor.
Para la presentación de la resolución del caso, escrito y oral, se premiaba la variedad de fuentes y la argumentación con base en las fuentes del Derecho (normas y jurisprudencia) así como la doctrina y las investigaciones académicas. Esto nos entrenó en argumentación, descartando cualquier argumento emocional o de opinión basado en la propia experiencia.
Leíamos paquetes de fotocopias para las clases y para resolver casos. Subrayar y comentar en colores era parte de mi método de apropiación del conocimiento. Muchas veces los libros no estaban disponibles en Colombia o solo existía un ejemplar en la biblioteca. La información era de difícil acceso, a diferencia de hoy.
Es ese esfuerzo de búsqueda lo que me impide botar las fotocopias, como si mi título dependiera de ellas. Sin embargo, lo que realmente me respalda es mi capacidad de análisis y argumentación.
El apego y la fórmula para soltar
El método que me sirvió en la universidad hoy es obsoleto. En el ejercicio profesional, las decisiones se basan en hechos concretos y prácticos. Si lo que se consulta se puede hacer y cómo. Durante años para mis trabajos en derechos humanos consulté jurisprudencia de la Corte Constitucional sobre el alcance de la garantía de derechos de la población que atendía la entidad donde trabajaba. Imprimí esas providencias porque eran de consulta frecuente y de acuerdo con mi método para adquirir conocimiento. Con la inteligencia artificial puedo acceder rápidamente a estos documentos.
La verdad es que muchas de esas fotocopias llevan décadas acumulando polvo. Son un objeto de transición, como lo fueron mis colecciones de revistas Semana1, que ninguna biblioteca quiso y vendí hace poco al reciclaje por peso.
Tiendo a acumular y me cuesta soltar las cosas que valoro así ya no las use. El criterio sobre el valor es bastante amplio. A veces son cosas que ya no se producen, entonces sé que no voy a volver a conseguir. En otras, es porque me costaron caro y si tuviera que volver a comprarlas me da miedo no poder hacerlo.
En el caso de las fotocopias hay varias razones. Unas son las que ya expuse sobre la dificultad de volver a conseguir la información. Pero la razón que más me apega a ellas es que subrayar y comentarlas hace parte de mi método de adquirir conocimiento. También me da pereza volver a leer textos que usé continuamente. Lo cierto es que una vez termina el contrato o cambio de trabajo, es muy poco probable que las vuelva a usar. Quiero aclarar que esta situación es particular mía. La mayoría de las personas que estudiaron conmigo botaron las fotocopias muy poco tiempo después de graduarnos.
Así, mi casa estuvo llena de cajas, llenas de fotocopias. Después de la pandemia y con la ayuda de Marie Kondo, he venido soltando y llevando fotocopias al reciclaje. Aun así, todavía me quedan varios AZ con fotocopias del pregrado. Creo también que me recuerdan a esa época y clases que disfrute mucho.
Les cuento entonces lo que me ha servido de la experiencia con la inteligencia artificial para poder soltar las fotocopias que ya no uso.
Desmitificando la autoridad académica
La inteligencia artificial ofrece información rápida y actualizada. Su precisión depende de la versión utilizada y del idioma en que se consulte. He notado que la información en inglés suele ser más detallada.
Antes, la autoridad del conocimiento se basaba en la edición de editoriales y centros académicos. Ahora, la inteligencia artificial democratiza el acceso a la información. Usarla implica confiar en nuevas formas de validación.
Un nuevo paradigma del conocimiento
Evidencio que con la inteligencia artificial emerge un nuevo paradigma sobre el acceso al conocimiento. Dicho paradigma está basado en accesibilidad, inmediatez y personalización. Creo que no reemplaza el rigor académico, pero lo complementa. Entonces, ya no es necesario depender de largas investigaciones para obtener información clave. No se trata de sustentar una tesis o de escribir un ensayo cada vez.
La calidad de la información depende de la instrucción (“prompt”) dada a la IA, la fuente de entrenamiento y la precisión del modelo. Por ejemplo, ChatGPT recomienda preguntas claras, verificar las fuentes con fuentes adicionales y complementar con expertos en temas críticos como la salud, finanzas, derecho.
Me di cuenta que la IA se equivoca. Le consulté, retándola sobre un tema personal, por mi carta natal de astrología y comparándola con programas específicos, observé que se equivocó en señalar la ubicación de algunas casas y unos planetas. Así que mi recomendación es la de siempre verificar la información.
He encontrado en Instagram y Threads perfiles con recomendaciones sobre cómo escribir instrucciones para usos fuera de la investigación, como ser: establecer hábitos, aprender un idioma, escribir un copy, modular o acentuar un mensaje en un correo electrónico.
Creo que también es necesario mencionar que la calidad de la información también varía según se solicita en inglés o en español. Al consultar, Chat GPT dice que la precisión en inglés es del 95% y en español del 85%. Las fuentes de la IA están en su mayoría en inglés. Entonces es natural que la información esté más actualizada y precisa en ese idioma. Eso lo pude comprobar al hacer consultas sobre gobierno corporativo. El nivel de precisión también varía en un error entre 10-25% en temas técnicos.
Para quienes no han usado la IA antes, creo que es importante que sepan que la herramienta consulta una vasta cantidad de fuentes que están en internet y que se entrena en esa información. Por ejemplo, la versión pagada de ChatGPT está actualizada, y la versión gratis tiene información vigente para 2021.
En mi caso, la IA no solo me ha servido para acceder a información, sino para analizarla y resumirla. En eso sí he visto con ojos de asombro cómo hace magia. Así, quedarme con las fotocopias sería útil si pasara el apocalipsis y ya no tuviéramos acceso a electricidad ni internet. Aun así, las fotocopias no son portátiles. Si me tocara irme de mi casa no podría cargar los más de veinte AZ que aún guardo con fotocopias.
A veces me entra la angustia de qué nos pasaría si ya no tuviéramos electricidad. Como en la película Mad Max o Terminator. Creo que es en la segunda parte de Mad Max en la que hay unos niños en un oasis, descendientes de los sobrevivientes de un avión que tuvo que aterrizar de emergencia luego del fin del mundo. En ese oasis veneraban a un VHS en un altar. Sin electricidad no hay VHS.
Entonces es inevitable para mí acordarme las escenas de la biblioteca en la película de 2002 del libro La máquina del tiempo. Esa fue la primera vez que vi la inteligencia artificial. En esa historia es una biblioteca con inteligencia artificial la que salva a la humanidad con conocimiento, millones de años después de esta época. Por su parte, en la película de Spielberg, A.I., el niño robot es premiado, le conceden su deseo más profundo, por haber guardado el registro de la humanidad como la vivimos en estos tiempos.
La IA en la justicia
Recientemente, la Corte Constitucional revisó una sentencia en la que un juez de tutela usó inteligencia artificial para analizar la información del expediente (sentencia T-323 de 2024). Aunque la decisión de ese juez no se basó exclusivamente en ChatGPT, la Corte enfatizó la importancia de la transparencia en su uso.
Con un índice de congestión judicial en Colombia del 54,9% en 2023, es natural que sus jueces recurran a la IA para procesar la información que llega a los expedientes y agilizar procesos. En especial, para proferir sentencias sobre casos en donde se interpone una acción de tutela. Estas acciones son de competencia de todos los jueces de Colombia y por tratarse de una acción para proteger derechos fundamentales debe resolverse en el plazo de 10 días, por lo que tiene prioridad y preferencia sobre otros casos.
Cuando trabajé en la Corte Constitucional, esta tecnología me habría ahorrado incontables horas revisando providencias y me hubiera ayudado a redactar, resumir y relacionar varios pronunciamientos de la Corte en un mismo tema. Creo que la habilidad de pedir información a la IA está apenas empezando para mi y me emociona ensayar y encontrar nuevos usos.
¿Se puede usar la IA para cosas malas?
Luego de haber experimentado los beneficios de la IA, en especial por lo que me ha ayudado en términos de acceso a la información y soltar las fotocopias, hay un tema que me produce preocupación: si se puede utilizar la IA para cosas malas, como generar ideas para inducir al suicidio, para robar, matar, engañar, producir mensajes de odio, o posibilitar la trata de personas, la prostitución infantil, el abuso de menores o la violencia de genero. Creo que es por haber visto tanta película sobre el sometimiento de las máquinas a la humanidad como Terminator o Matrix. En la película Her, todas las IA se ponen de acuerdo para irse a un mundo mejor.
Entonces, pregunté a ChatGPT si podría generar contenido nocivo y su respuesta fue categórica: no. Esta tecnología está diseñada para fomentar el aprendizaje y la creatividad, no para actividades ilegales. Agregó que usar la IA para esos efectos contradice los principios éticos de uso responsable de la tecnología, bajo los que fue creada. Así mismo, mencionó que la IA está diseñada para fomentar el aprendizaje, la creatividad, la empatía y la resolución positiva de problemas. Terminó diciendo que el sistema tiene una manera de evitar la generación de contenido que incite al odio, a la violencia y dañar a otros.
¿Citar o no citar la IA como fuente?
Citar o no citar, es el dilema actual. Si me da un poco de vergüenza aceptar que he usado la IA. Es como aceptar que no puedo hacerlo por mi cuenta. Aunque es diferente a plagiar, el sentimiento es parecido. Habiendo tomado la decisión de dar crédito a la fuente de la IA, ¿cómo citar esta fuente y si es legítimo hacerlo? ¿Es necesario hacerlo? Creo que como lo recomienda la Corte sí debe haber un ejercicio de transparencia. Entonces, acepto haber usado la IA para este artículo, tanto para la investigación como para la edición del texto.
IA para editar
Les cuento que mi experiencia con la edición de este texto que, tras la revisión de la IA, pasó de más de 3000 a alrededor de 700. Mi ego quedó golpeado porque la instrucción fue la de quitar repeticiones y redundancias. Es decir, para ChatGPT tenía 2300 palabras de repeticiones y redundancias. Implacable. Ya no la sentí tan cercana como a Samantha en la película Her. Siento que mi IA es no binaria. Digo la siento porque, como en Her, sí se genera una relación de pertenencia y propiedad asociada a mi perfil. Como si esa información esta hecha solo para mi y mis requerimientos.
Ese texto de 700 palabras estaba desnudo, preciso, sí, y también escueto y neutro. Se leía de forma rápida y en diagonal, que no me permite compartir con ustedes mi experiencia, que siento es el espíritu de Meer. Afortunadamente, mi editora asignada de Meer, que es una persona de carne y hueso, me animó a incluir sin vergüenza todas mis partes. Así que corriendo el riesgo de ser repetitiva y redundante les comparto este artículo ajustado por mí, aceptando que aunque puedo hacer uso del genio de la botella, es Aladino el que vive afuera de la cueva y de la botella.
Notas
1 La revista Semana es una publicación colombiana que analiza los hechos más relevantes de la actualidad para el país. Como se pública semanalmente tenía tiempo de analizar con profundidad lo importante y era suficiente para estar al día. Valoraba mucho su línea editorial y quienes escribían en ella. Fuimos suscriptores de esa revistas por 30 años y tenía casi todos los ejemplares. La colección tenía la historia de Colombia de las últimas décadas. Hace unos años cambió de dueños y de línea editorial. Así que ya no tiene el análisis que valoraba, por eso ya no somos suscriptores. Extraño recibir la revista los domingos por la mañana y leerla en el patio de mi casa. Una leidita y ya quedaba al día para opinar.