En muchas ocasiones hablamos de la necesidad de ser fuertes mentalmente, ya sea para la vida, para superar un problema o para conseguir un triunfo deportivo. En el deporte, de hecho, se habla mucho de la fortaleza mental como cualidad imprescindible que debe poseer todo atleta exitoso, pero ¿qué pensarían si les dijera que la fortaleza mental no existe?
El concepto de «fortaleza mental» trae consigo dos grandes problemas. El primero, que debido a su carácter arbitrario, termina siendo muy confuso y ambiguo, como dijo alguna vez el gran maestro Burrhus Frederic Skinner, «todas las personas hablan de la mente sin titubear, pero se quedan perplejos si se les pide que la definan», y es que cuando se habla de la mente, parece que queda muy claro de lo que se está hablando, pero cuando toca explicar a qué nos referimos, entonces comienzan las confusiones. Es muy fácil, por no decir peligroso, pensar que eso a lo que llamamos «mente» es algo que está en nuestro cerebro, que son nuestras neuronas funcionando las que nos permiten comportarnos; no obstante, lo que definimos como «mental» no es más que una forma de describir y englobar en un mismo concepto, un conjunto de conductas que aparecen bajo circunstancias determinadas.
El segundo problema es que no solo es un concepto ambiguo, sino que incluso puede terminar frustrando al deportista. Todo el tiempo insistimos a nuestros deportistas para que sean «fuertes mentalmente», pero no les explicamos qué significa eso. La falta de claridad ocasiona que el deportista se frustre al no comprender exactamente qué es lo que hay que hacer o lo que su entrenador espera que haga en el entrenamiento o en la competencia. Cuando me toca explicar esto en conferencias, hago un pequeño ejercicio donde pido al público que me digan cómo se comporta un atleta con fortaleza mental. Algunos dicen que es quien lucha por sus objetivos, otros mencionan que es alguien perseverante en las dificultades, y otros más explican que un atleta fuerte mentalmente es el que saca lo mejor de sí mismo en situaciones difíciles. Una vez que obtengo las respuestas, les pregunto, ¿se dan cuenta cómo sus respuestas son diferentes y por ende son confusas? El concepto de «fortaleza mental» pareciera que dice mucho y que es claro, pero en realidad no dice nada, es completamente impreciso. No tenemos una mente, en realidad ni siquiera existe tal cosa, mucho menos una fortaleza mental.
Y sí, hacer este tipo de distinciones puede parecer una tontería o pérdida de tiempo, pero es tremendamente importante. La «fortaleza mental» no es algo que exista en un lugar específico dentro del cuerpo, no es algo que el atleta tenga o no, es únicamente una manera de nombrar a determinados comportamientos públicos (cómo actúa, se mueve o habla) y comportamientos privados (lo que siente, piensa, recuerda, etc.), es decir, toda la serie de conductas que manifiesta una persona, en este caso, un atleta. Se da por hecho que una persona «tiene fortaleza mental» a través de sus comportamientos, de lo que hace, dice, siente, piensa o la forma como actúa, así de simple, ¿o se ha visto que alguien le abra la cabeza a un atleta para verificar que tenga fortaleza mental en su cerebro? Yo todavía no y, honestamente, espero nunca verlo.