No hace demasiado, la formación ultra VOX pobló los metros de la capital madrileña mintiendo sobre lo que cuesta mantener a cada uno de los menores inmigrantes sin familias (los llamados menas) y tergiversando sobre que ese dinero no se destina a los ancianos y sus pensiones.
La locura y el brutal racismo de esos mensajes han ayudado a polarizar el debate sobre si se está a favor o en contra de esos inmigrantes. Pero ese debate radicalizado, que versa más sobre teorizar contra el racismo por un lado e ir contra el inmigrante (estrategia clásica de las derechas) por el otro, no debería esconder los problemas reales de la sociedad.
Por ejemplo, hace unos meses se pudo ver en «El Intermedio», el programa del Gran Wyoming en La Sexta, una estadística peligrosa que situaba alrededor del 18% a los menas que habían cometido crímenes.
Un 18% está muy lejos de los mensajes incriminatorios y racistas de VOX, pero es un porcentaje terrible. Por ponerlo en perspectiva, el 18% de toda la sociedad española supera los 9 millones de personas.
Con Barcelona siendo uno de los epicentros de la inseguridad y con el gobierno, deficiente, de Colau en la ciudad muy en entredicho, es fácil que cuajen los mensajes racistas de la ultraderecha, pero conviene no olvidar que más que toda la difamación y desinformación, lo que de verdad puede hacer crecer el racismo son los propios crímenes cometidos por inmigrantes, así como las tibias acciones que las policías y administraciones toman, o puedan tomar, por ley.
Por ejemplo, VOX no hubiera encontrado el brutal filón que tiene con el tema de los menas sin estadísticas como el 18% comentado por Wyoming. Ellos no crean el problema de cero, pero sí se aprovechan de una preocupación social fuerte, la tergiversan y magnifican, para sacar rédito político, y además lo mezclan con otros temas que no tienen nada que ver con la inmigración, como el Ingreso Mínimo Vital, o la paguita, como la llaman, que por cierto está extendida en otros países de Europa.
Las prácticas de la formación ultra, y de la derecha, son execrables, pero el problema existe, y el buenismo exagerado de algunos sectores no ayuda a localizarlo, atacarlo y resolverlo, y, por lo tanto, tampoco ayuda a la población. Y eso sin contar con una prensa envenenada que publica para beneficio político de algunos, pero que tampoco ayuda a solucionar nada.
El ejemplo de los menas era tan solo uno de muchos en los que colisionan dos visiones opuestas radicalmente, por un lado, las sucias prácticas de manipulación y por el otro un buenismo y una superioridad moral que no benefician a quien los promulga, sin permitir ver matices, erradicar problemas y ayudar a la ciudadanía.
En cierto modo, parece que si Unidas Podemos admitiera el problema y tomara medidas, reconocerían un error, cuando no necesariamente sería así; se pueden endurecer penas e incentivar deportaciones para criminales, por ejemplo, sin necesidad de afectar a la inmigración en sí ni cambiar sus intenciones de facilitar la integración.
Otro ejemplo reciente es el de una presunta violación de una simpatizante de VOX en Reus por parte de tres inmigrantes magrebíes. La simpatía por VOX fue dibujada como la causa de la violación por parte de la formación verde, ya que al parecer la víctima llevaba una camiseta del partido.
Pues bien, sin saber nada más del caso y con una investigación policial abierta, la ministra Irene Montero no condenó la agresión, dijo que era un bulo y afirmó que lo que condenaba era el fascismo.
Muchos condenamos el fascismo, pero esa posición sobre la posible violación es muy peligrosa y arriesgada. Y muy golosa para VOX, ya que, de ser cierta la agresión, la ministra quedaría muy vendida y, de algún modo, respaldaría las teorías de los acólitos de la ultraderecha, según las cuales la izquierda blanquea los crímenes de los inmigrantes y solo son feministas con las de su cuerda política.
Es posible que sea un bulo, ya que algunos medios de dudosa reputación se precipitaron en enseñar fotos y vídeos de una joven agredida que bien podría ser la víctima, pero ni se pusieron de acuerdo en su nombre (Judith para algunos, Sara para otros), y parece demasiado conveniente para VOX el detalle de la camiseta, ya que les permite situarlo como la causa y ponerse a ellos como víctimas también.
Lo que es más peligroso, sin embargo, es que, si no es un bulo, hay una chica que pasó días hospitalizada por una violación, y todo el mundo se aprovecha para sacar rédito político, en lugar de atacar el problema de raíz, fueran quienes fueran los agresores.